El equipo de Juan Muñiz trabaja junto al murete y el pavimento de La Estaca. E. C.

La Estaca desvela nuevos secretos

Los arqueólogos creen que los recientes hallazgos «son solo el principio» de lo que la villa romana puede llegar a mostrar

A. VILLACORTA

OVIEDO.

Miércoles, 2 de septiembre 2020, 03:17

Los hallazgos no se han hecho de rogar en la villa romana de San Martín de La Estaca, en Las Regueras, donde el equipo arqueológico dirigido por Juan Muñiz acaba de localizar un murete de 'opus vitattum' (una técnica de construcción utilizada frecuentemente por los ... romanos) y un pavimento de piedra, además de tejas y otros elementos constructivos, en la estancia de la vivienda que están excavando desde el pasado 25 de agosto.

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Así lo confirmaba ayer tarde, en plena faena al frente de seis arqueólogos y un topógrafo, el propio Muñiz, sorprendido por «el excelente estado de conservación» de los nuevos hallazgos.

«El 'opus vitattum' es una técnica 100% romana. No hay nadie más que la haya utilizado», explicaba el director técnico de la excavación. Y, de hecho, se empleó sobre todo para levantar altos muros estructurales, de las Termas de Caracalla a la Muralla de Aureliano. Solo una muestra más de los maravillosos secretos que el conjunto esconde. De hecho, los arqueólogos creen que los hallazgos de dos magníficos mosaicos (uno en 1958 y otro en 2018) «son solo el principio» de lo que la villa puede llegar a mostrar, ya que en las misma parcela existen un camino empedrado identificado desde 2013 y un pequeño núcleo de construcciones que guardarían relación directa con la residencia principal.

Sin embargo, en esta nueva fase del proyecto, el equipo que trabaja en Las Regueras aspira a encontrar la prueba de que la villa era algo más, un auténtico conjunto habitable de entre los siglos II y III. Y ayer dieron un nuevo paso en este camino fascinante que sigue la ruta que han ido trazando ya los estudios de georradar previos.

«Estamos en la parte norte de la casa y la estancia podría ser algo que esté conectado con la fachada de la vivienda, pero hasta llegar a la fachada nos faltan todavía unos días. Ahora vamos a ampliar el sondeo», precisaba Juan Muñiz junto al muro formado por pequeños sillares dispuestos en hiladas horizontales y que, a pesar de su efecto decorativo, muchas veces estaban cubiertos con estuco de yeso blanco para protegerlos del calor y la lluvia por el exterior y proporcionar una superficie lisa para la pintura de los muros interiores.

Muñiz y los suyos creen que el espacio en el que se encuentran pudo pertenecer a una residencia que debió ser propiedad de un gran señor que habitó la zona en torno al siglo III.

La presencia de pintura en las paredes y de una sala calefactada da cuenta de la importancia de la casa, que pudo tener unos seiscientos metros cuadrados articulados en torno a un patio y numerosas habitaciones.

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