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Á. SOTO / M. SÁIZ-PARDO / L. MAYORDOMO
madrid / Gijón.
Viernes, 27 de marzo 2020, 02:30
La carrera de obstáculos del Gobierno por conseguir material sanitario para luchar contra el coronavirus sufrió ayer un grave traspié. Sólo un día después de que el Ministerio de Sanidad anunciara una gran compra de 432 millones de euros, China, el gran proveedor ... de bienes sanitarios en la crisis del COVID-19, hizo público que España adquirió 9.000 test rápidos que funcionan mal a una empresa de ese país que «no ha conseguido todavía la licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos de China para vender sus productos». Además, la delegación china dejó en mal lugar a la Embajada de España en Pekín al revelar que «el Ministerio de Comercio de China ofreció a España una lista de proveedores clasificados, en la que Shenzhen Bioeasy Biotechnology (la firma que produce el material) no estaba incluida».
El problema de estos test rápidos es su falta de precisión: tienen una sensibilidad del 30%, mientras que la prueba tradicional, la conocida como PCR (reacción en cadena de polimerasa), más lenta, pero que ha sido hasta ahora la referencia, supera el 80%. Asturias, que aún no ha recibido los test rápidos que el Ministerio de Sanidad repartirá a las comunidades autónomas, lleva realizadas más de 7.000 de estas pruebas a una media de 700 al día.
Un informe de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) advirtió el miércoles de la baja calidad de los test defectuosos comprados en China, que tienen similitudes en su funcionamiento con los de embarazo y que, cuando son de calidad, ofrecen resultados fiables en apenas 10 o 15 minutos.
Las relaciones entre España y China en esta crisis sanitaria son excelentes y de hecho, una conversación entre Pedro Sánchez y el presidente chino, Xi Jinping, facilitó la gran operación de compra de material presentada por el ministro Salvador Illa. Por eso, sorprende el tono poco diplomático de China ante este asunto. Fuentes de la Embajada del país oriental no se explicaban «cómo España ha llegado a esta empresa».
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Pero eso lo contó después el Gobierno. En un comunicado, relata que adquirió «una partida a un proveedor nacional, que los importaba de China y cuyo producto cuenta con el marcado CE. Por tanto, si un producto cuenta con la homologación europea, se puede comercializar y comprar en todo el espacio comunitario». El Ejecutivo se defiende asegurando que la compra de los test «se inició antes de que las autoridades chinas facilitaran nuevos listados de sus proveedores a España» y que «sí se hicieron comprobaciones sobre la fiabilidad del proveedor nacional», del que, sin embargo, no desvela su nombre. El PP, por su parte, pide ya a Sánchez que asuma responsabilidades por los fallos.
Lo ocurrido no sorprende en las empresas dedicadas a la importación de material sanitario. David Rodríguez, director farmacéutico de Europharma, que cuenta con sede en Gijón, cree que es fruto de la «desesperación» del Gobierno por adquirir las pruebas de detección rápida. «Esto se podía haberse evitado si hubieran hecho los controles previos a la compra», anota. Lo que sí va a hacer el Laboratorio de Microbiología del HUCA, indicó ayer la Consejería de Salud, es «testar los test rápidos que se usan en otros países de Europa para verificar su fiabilidad».
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