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Es campeón. Doble campeón. El mejor del mundo. Y es asturiano «de pura cepa», pese a que su nombre delata que sus padres (de Turón ella y de Blimea el cabeza de familia) emigraron y a él le tocó nacer en Bruselas (Bélgica) en 1970. ... Allí permaneció durante una década, tras la cual la familia regresó a sus orígenes. Didier Robles Gutiérrez recogerá el próximo 13 de noviembre las medallas de oro y de plata al mejor chuletón del mundo, con las que ha sido distinguido en Ámsterdam. Será en un acto en Londres, en Smith and Wollensky, «un restaurante de mucho postín». A tal señor, tal honor.
Didier está muy orgulloso de este reconocimiento porque le apasiona el mundo de las carnes, confiesa. «Aunque como mucha legumbre y pescado, eh, que la carne no es conveniente tomarla a diario», bromea. Ni siquiera se presentó él al Certamen World Steak Challenge, que desde 2015 busca a los mejores. «Trabajo con una empresa mayorista de carne especializada de Betanzos que confió en mí y eligió las piezas». Y él se encargó de que alcanzaran la madurez óptima.
Hasta 25 países se presentaron para concurrir en dos fases, crudo y cocinado. Y 52 jueces y más de 80 profesionales se encargaron de dictaminar la mejor propuesta. Algunos presentaron más de 20 piezas; él concursó con cuatro. «La calidad ha de estar acreditada». Él trabaja con vacas y bueyes y dice que la edad y la alimentación de los animales es «esencial» para lograr esta calidad.
Desde su tienda especializada, 'La esquina de Gijón', en la calle Magnus Blikstad, se cuidan y miman día a día los productos. «A partir de que se conoció el premio la repercusión fue grande, especialmente entre los ganaderos, pero sobre todo en particulares.«En el barrio saben que la carne es buena y se volcaron con nosotros».
Dice que «al cliente hay que mimarlo» y también educarlo, como le ocurrió a él. «Me baso mucho en la reeducación.Recuerdo que cuando era pequeño mi madrina nos ponía la carne tan hecha que parecía una alpargata y ¿quién la comía? La perrina, por debajo de la mesa, porque la metías en la boca y se convertía en una bola. Si no comemos arroz pasado porque es una masa, no debemos hacerlo con la carne». Y estos consejos los da en su establecimiento. La carne, poco hecha, es de expertos; al punto, de entendidos; punto pasado, para novatos; hecha, poco entendidos, y bien cocida, para comensales inexpertos. «Luego cada uno que lo tome como quiera, por supuesto. «¿Mi pasión por las carnes? Desde siempre».
En Bélgica, sus padres montaron un restaurante, 'Blimea', en el que había muchos españoles y se celebraban bodas y banquetes de cierta entidad. «Yo iba con mi padre al matadero y siempre que iba a los sitios a comer pedía chuletón, que yo llamaba 'pollino' y mi madre me corregía porque me decía que pollino era un burro». Hoy venden a toda España y trabaja con una docena de razas.
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