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t Sur de Gran Canaria. «Tras llegar al lugar del desembarco, me encontré a un grupo de policías que me impedían hacer fotos. Pero al final las hice con los migrantes tras bajar de la patera».

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t Sur de Gran Canaria. «Tras llegar al lugar del desembarco, me encontré a un grupo de policías que me impedían hacer fotos. Pero al final las hice con los migrantes tras bajar de la patera».

«Desgasta ver tanto dolor ajeno innecesario»

Javier Bauluz. El Pulitzer asturiano recurre al micromecenazgo para editar 'La ruta canaria', el resultado de seis meses retratando la tragedia de la emigración

M. F. ANTUÑA

Lunes, 26 de abril 2021, 00:07

Un cuarto de siglo lleva Javier Bauluz retratando el drama de la emigración. Pero que nadie piense que la cámara ejerce de parapeto. Quien mira, enfoca y dispara también sufre. «Vine aquí para doce días y llevo seis meses. Estoy cansado física y psicológicamente, desgasta ver tanto dolor ajeno innecesario en miles de personas que están bloqueadas ilegalmente por el Gobierno, metidas en campos de concentración de migrantes, con derecho a paseo, foso y agua». Es contundente el resumen que el fotógrafo asturiano hace desde el archipiélago canario, donde ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo (Verkami) para editar un libro que dé visibilidad al horror.

No escatima críticas. No duda de que existe conocimiento y exposición de lo que ocurre en Canarias, donde-sostiene- como sucedió en Lesbos, «se están creando islas cárceles por parte el Ministerio del Interior», en condiciones inhumanas, un infierno de seres humanos «desahuciados del sistema oficial de acogida humanitaria», que no cumple, que ni está ni se le espera.

Ha vivido diferentes etapas el fotoperiodista asturiano durante su paso por Canarias: «Esta es la fase número 15 de este proceso que está siendo complicado desde el principio, cuando en Arguineguín había 2.700 personas encerradas en el muelle, en 3.000 metros cuadrados, durmiendo tiradas en el suelo, sin suficiente agua y comida, a esta nueva fase de los campos y tiendas de campaña, bonitas, blancas, con miles de personas atrapadas en las islas y todo lo que eso produce», revela. Y prosigue en su denuncia: «Aparte de las expulsiones de chavales menores que no son reconocidos como tales, a pesar de que algunos tienen certificados de nacimiento, es que que a los posibles refugiados se les ha impedido el acceso real y efectivo a poder solicitar asilo».

El «oscurantismo medieval» y la falta de transparencia no les ha puesto las cosas fáciles a los periodistas. Por eso, llegados a este punto, quiere contar en primera persona, con su propio relato visual y también escrito, lo visto, lo sentido, lo sufrido. «Yo llevo 25 años cubriendo migraciones, cuando no moría nadie y todavía se estaban empezando a construir las vallas de Ceuta y Melilla, y lo que está pasando aquí y ahora en Canarias no se ha visto ni con los ministros más duros del PP, nadie se había atrevido a hacer unas islas cárceles emulando el modelo de Lesbos, donde lo que se ha hecho durante los últimos años por parte de Europa ha sido encerrar a la gente para que no pisen el continente».

No quiere Bauluz oír hablar del «efecto llamada». No entiende qué significado le dan a lo que para él no deja de ser una idea surrealista en la que llevan enrocados 25 años los políticos españoles. «La realidad es el efecto huida de la gente que no tiene que comer, que teme que los maten». Porque, además, no somos inocentes de su éxodo: «A Senegal le robamos el pescado y a los pescadores, que en su gran mayoría son chavales, le dejamos sin trabajo, y luego cuando vienen no queremos que vengan».

Es el retrato con palabras de quien en 1995 obtuvo el Premio Pulitzer junto con Jean Marc Bouju, Karsten Thielker y Jacqueline Arzt como parte del equipo de fotoperiodistas que cubrió para la agencia Associated Press la crisis de Ruanda, que tiene muy clara hacia dónde apunta la manera de ponerle fin a todo esto: «La solución es simplemente matemática. Si cada dos españoles o europeos tenemos un hijo, la siguiente generación seremos un 50% de nosotros mismos; en dos, un 25% y en tres, el 12,5%, qué alguien nos explique cómo van a sobrevivir y funcionar España y Europa si no hay trabajadores». Dicho lo cual, apunta al mismo camino al que miran muchos expertos: «Organizar la llegada de personas por vías seguras».

Considera que es factible. Que es una cuestión de querer, aunque el miedo atenaza las decisiones valientes y resolutivas: «La voluntad es hacer políticas de extrema derecha porque se tiene miedo. Si se plantean cosas lógicas y matemáticas, no sería difícil».

Está en otro terreno de juego la pelota. Él sigue observando y enfocando. Y espera que los disparos de su cámara golpeen más de una conciencia. «La idea del libro es que nadie pueda decir que no sabía lo que está pasando en la ruta canaria, que quede documentado fotográficamente y con textos». Habrá que seleccionar y editar entre miles de imágenes para componer un relato con todas las aristas. En ello está.

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