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Decir adiós cuesta poco cuando el que se marcha es el año 2020. Desde marzo, lleva haciéndose demasiado largo. Estos meses han sido el escenario de una pandemia con primera ola y segunda, con confinamiento, teletrabajo, niños sin cole, ERTEs, ... hospitales colapsados, conversaciones monotemáticas, mascarillas, aplausos en las ventanas, arcoíris, abrazos reprimidos que duelen por acumularse y silencio, mucho silencio.
2020 nos puso demasiadas barreras. Para todo. Nos impidió viajar, salir, abrazar, reír con la sonrisa al descubierto, celebrar y vivir, en definitiva, como siempre lo habíamos hecho y como nos gustaba hacerlo. Por eso, el actor y monologuista Santiago Alverú quiere que 2021 venga para quitarnos todas esas fronteras que afectan también a su sector. «Me encantaría que se dejara de debatir sobre los límites del humor. Solo pido eso», desea, convencido, para este año que entra.
Y, con esos muros derribados, «poder salir de fiesta». Porque ese será el indicador de que todo marcha bien en nuestro país. «Si podemos salir de fiesta significará que todo lo importante está arreglado», considera Alverú. Y tiene razón, porque el día en que nos veamos «saliendo, bebiendo y bailando muchísimo» será porque todo lo malo ya forma parte del pasado. Malos recuerdos que se disiparán con la alegría de bares llenos y música demasiado alta.
Para Eduardo Cuevas, pescador de Lastres, «lo más importante» para su sector de cara al próximo año son las cuotas que les permitan trabajar como lo han hecho siempre. «Lo único que pedimos es poder seguir siendo pescadores e ir a la mar», explica el también patrón mayor de la Cofradía Santa María de Sábada. Este deseo no solo es suyo, es de muchos compañeros.
Cuevas denuncia también, en nombre de todos, que el sector primario «no pinta nada. Somos el último mono». Y eso que este 2020 quedó más que patente su importancia. Por ello, quiere una mayor atención por parte de las administraciones. Y recuerda que desde el Principado deben dar respuesta a las necesidades de los puertos, que «en Asturias están abandonados».
Cuevas además quiere, como último deseo, que en 2021 por fin se mejoren los precios. «Hay que echar a andar ya las organizaciones de productores de pesca», anima.
Como deportista, Sheila Posada no concibe la vida sin retos. Ella necesita de nuevas metas para superarse y esos objetivos se han echado de menos en este año en el que, durante demasiado tiempo, el deporte quedó reducido al que se podía practicar en casa. Ella espera que en 2021 vuelva esa ansiada normalidad y, aunque asume que es «complicado retomarla», que no sea por no pedirla. Y, si no llega, al menos, que las cosas vayan «mucho mejor que en 2020». Mejorar lo presente ya sería, para ella, un buen resultado para remontar este desastre.
Posada tiene ya ganas de competiciones, de victorias y de la adrenalina de enfrentarse a los demás y también a sí misma. «Me encantaría reanudar competiciones y entrenamientos, que ahora estamos privados de ellos», explica.
Y eso lo desea ya no solo por la ilusión que le provoca, sino también por «los beneficios más que demostrados del deporte para la salud».
«Cosas muy sencillas», pide el escritor Fernando Beltrán para este nuevo año. Será porque fueron las que más importancia cobraron en estos doce meses que ya, por fin, dejamos atrás. Los pequeños gestos son los que más se echaron en falta: algo tan simple como «tener un año sin miedo y que podamos tocarnos» se ha convertido en lo más ansiado. Así que lo único que Beltrán le ruega a este comienzo es que sea «un año lo más abrigo posible». Y dice que «no es poético, es real».
Esta vez, sobran las ambiciones: «Queremos cosas que estén a mano y también queremos olvidarnos de noticias tristes y dolorosas». Pero, sobre todo, necesitamos que se esfume el sufrimiento, porque hay gente que «lo ha pasado muy mal y lo sigue pasando muy mal», se lamenta. Para ellos, como para todos, la solución está en el calor de doce meses que no nos dejen, de nuevo, a la deriva. Esta vez, por favor, que el año nos arrope de las tormentas que se desaten a nuestro alrededor, que ojalá sean pocas.
Carolina Samalea es una de las sanitarias que lleva luchando, en primera línea, desde que comenzó la pandemia. Como enfermera, vivió los momentos más críticos de una primavera de pesadilla y se vio también ante una segunda ola en la que se demostró que poco habíamos aprendido. En este año que tanto se aplaudió el trabajo de los enfermeros, ella pide «que las autoridades valoren y cuiden a aquellos que cuidamos», y lo desea porque quiere «seguir cuidando cada día con más seguridad».
Va más allá y recuerda que este 2020 sacó a relucir nuestra fragilidad individual y nos devolvió a la realidad en la que debemos pelear siempre unidos. «Espero que la población aprenda, en este 2021, que el bien colectivo debe prevalecer por encima del bien individual». Ella haciéndolo, trabajando para los demás, se contagió. Y no fue la única. Sabe que son miles los que pasaron por esa misma situación y eso no les quita las fuerzas para seguir luchando en el año que entra.
«Tendremos todos el mismo deseo este año», se imagina el cocinero Nacho Manzano. Y sí, no cabe duda de que el primero que llega a la mente siempre es el mismo: que no quede ni rastro de la pandemia y que volvamos a lo de siempre. Pero, si tiene que pensar alguno más, al chef le encantaría que el AVE llegara a Asturias y nos acercara un poquito más a nuestro país. Y también, ya de paso, que mejore la situación económica del Principado. «Es necesario que se reduzca la pobreza en nuestra región. Hay mucha gente pasándolo muy mal», se lamenta.
A él, que vive entre fogones, le encantaría que los restaurantes pudieran retomar la vida de antes. «Que nos dejen trabajar como siempre, porque eso significará que esta enfermedad se queda atrás», desea. Volver a ver los restaurantes a pleno rendimiento, celebraciones y brindis, incontables brindis, será la mejor señal para los cocineros y sus equipos de que la vida vuelve a su cauce.
El arte ha sido uno de los muchos sectores machacados por la pandemia. Todos los profesionales que rodean a este gremio se han visto afectados por una crisis que comenzó ya en marzo con el cerrojazo y que se prolongó –se prolonga– durante demasiados meses. Con este presente difícil, es fundamental encarar el porvenir con agallas. Por eso, la asesora de arte Adriana Suárez invita a «mirar al futuro con ilusión y determinación».
Ella promete hacerlo y espera que «todos tengamos esa capacidad». Eso es fundamental para ella. Aunque tampoco quiere olvidarse de pedir que «2021 sea, sin duda, mucho mejor que 2020». Porque, por mucha ilusión que le pongamos, hace también falta que las circunstancias ayuden e inviten a la esperanza. De momento, Suárez ya tiene puestas las ganas y el carácter, que son imprescindibles, para enfrentarse a todo lo que venga y a todo lo que nos traiga este nuevo año que con tanto ímpetu empezaremos.
Si algo falla, a todos los gremios les afecta, pero también, cuando las cosas vuelvan a salir bien, lo positivo repercutirá en todos los sectores. Por eso, el arqueólogo Ángel Villa tiene claro lo que va a pedir cuando tome las doce uvas: «Ojalá este año podamos dejar atrás este tiempo de incertidumbre y de tristeza, trágico para tantos, y recuperar la esperanza y los abrazos demorados».
Él sabe que, cuando venga el contacto, vendrá también la mejoría del sector cultural. «Que así sea también en esos asuntos. Son la urdimbre imprescindible para construir una sociedad más sensata, más justa y con personas más libres», asegura. Todo lo demás llegará solo, «vendrá por añadidura». Entre esas cosas que acabarán por regresar, «la atención hacia nuestro extraordinario patrimonio arqueológico y natural». Aspectos que tampoco deben olvidarse por mucho que las circunstancias cambien, imprevisiblemente, nuestras prioridades.
Con ese panorama que dejamos atrás, no sorprende que el deseo unánime para 2021 sea que el coronavirus desaparezca de nuestras vidas y volvamos a la normalidad, que no es ni antigua ni nueva: es la única que hay. Da igual el sector al que se le pregunte, que, cuando en la Puerta del Sol comiencen a sonar los cuartos y las uvas ya estén listas, todos pedirán lo mismo, aunque lo harán de distintas maneras o con distintas palabras.
Sabe bien Cynthia Zebaze de superación porque esa es la palabra que mejor define su historia. Esta cantante lírica llegó de Camerún en patera y aquí rehizo su vida, lejos de sus orígenes, pero cerca de sus sueños. En este año en el que se le cancelaron numerosas actuaciones, a ese problema ella le quita importancia porque «lo primero es la salud». Todo lo demás es secundario, porque «nos buscamos nuevos caminos para ganarnos la vida y salir adelante».
Ella sufre estas navidades «por todos los que se han ido» y, por eso, insiste en que «los que estamos tenemos que seguir cumpliendo las medidas». Y, aunque reconoce que «2020 fue una pesadilla para todos los sectores», anima a aprovechar 2021. «Tenemos que levantarnos porque, si no, no sobreviviremos». Y, para sacar fuerzas y ponernos en pie, «ayudan mucho la música y el arte en general». Con esos remedios, se hará más fácil remontar esta debacle que nos dejó este año.
Perder el miedo, no al virus, sino a los cambios, es fundamental para avanzar, en opinión del catedrático en Derecho Administrativo Leopolo Tolivar Alas. En 2021 él quiere «que se aprueben normas justas, que se consolide el Estado de derecho y que no haya miedo a reformar la Constitución». Deseos claros y firmes para que haya «una cierta paz social y que no nos sorprendan con tentativas de asonadas militares».
A esos deseos en el marco de la justicia, de la que espera que apruebe «normas justas», se unen sus esperanzas de que Asturias mejore su situación. «La reactivación económica tiene que tener efecto porque ya hemos tenido bastantes fraudes, incluso con procesos de reindustrialización que fracasaron», señala. Y eso también pasa por perderle el miedo a cualquier novedad y atreverse con todos los cambios que, a buen seguro, serán siempre a mejor. Dejando atrás todo lo malo, quedan las puertas abiertas para un próspero porvenir.
El actor Santiago Alverú le pondrá comedia a su petición. Yes que lo que él quiere es volver a «salir, beber y bailar muchísimo», porque «si hay fiesta será que todo lo importante ya está arreglado». Y qué razón tiene y qué ganas de locales repletos de gente disfrutando, que es lo mismo que ansía también el cocinero Nacho Manzano: «Que nos dejen trabajar como siempre, porque eso significará que la enfermedad se queda atrás», dice.
No pide mucho, a nivel social, Saúl Craviotto, aunque lo que quiere es lo que queremos todos. Él se conforma con lo mismo que estamos pensando cada uno de nosotros: «Que se acabe de una vez esta locura y que, poco a poco, vaya volviendo la normalidad». Pero, una vez eso se consiga, traerá aparejado el regreso de muchas competiciones deportivas a las que él ya les tiene muchas ganas porque 2020 le dejó sin irse a Tokio a los Juegos Olímpicos y hace falta sacarse esa espinita. «A nivel deportivo, espero que podamos competir en los Juegos Olímpicos», desea.
Y, ya puestos a irse a tantos kilómetros de casa, mejor hacerlo para llegar lejos. «Ojalá caiga una medalla que dé una alegría olímpica al país». Ya que nos dejamos llevar por los sueños, a este nuevo año podemos pedirle todo lo que se nos ocurra, pues harán falta en 2021 muchas buenas noticias y una de ellas sería un pódium para Craviotto que llevara el deporte patrio hasta lo más alto también sobre una piragua.
«2021 tiene que ser el año en el que se consiga la oficialidad de la llingua». Tiene claro su deseo el presidente de la Academia de la Llingua, Xosé Antón González Riaño. «Hay que subsanar esta disfunción constitucional que lleva a que Asturias sea la única comunidad del Estado que, teniendo una lengua propia, no cumple la previsión constitucional», se queja. Este es el momento, por tanto, para dar «los primeros pasos definitivos» de este camino, porque «las fuerzas favorables a la oficialidad son ampliamente mayoritarias», asegura.
Y qué mejor que encarar esa senda con la pandemia erradicada. «Esa sería la mayor alegría:que las vacunas fueran efectivas y que recuperemos una situación social de convivencia, de libertad de movimientos y de libertad de acción social, política y cultural», pide. Con el coronavirus siendo cosa del pasado, se conseguirían «implicaciones que necesitamos todos en todos los ámbitos» para marchar, seguros, hacia adelante.
La joven ganadera Sonia Martínez Lago, de las Cuadriellas de Villaláez (Cangas del Narcea), recibirá al próximo año rodeado de sus vacas de raza Asturiana de los Valles y con la esperanza de que la nueva normativa europea suponga un cambio en el sector que apuesta por la tierra. «Al 2021 le pido que la Política Agraria Comunitaria (PAC) favorezca a las ganaderías tradicionales y familiares y que la ganadería extensiva con razas autóctonas sea reconocida», apunta MartínezLago.
Tras este año tan duro, espera que la sociedad «no olvide a los productores que han suministrado alimento durante la pandemia, pues no nace en las estanterías de los supermercados», recordó la joven ganadera, confiando en que el precio haga justicia al valor del producto y garantice el futuro del gremio. Su otro deseo es que sigan incorporándose jóvenes al sector, pero que ese apoyo a los nuevos ganaderos se extienda a los más veteranos, «que nos han legado todo».
«Sueño con pensamientos que nos ayuden a mirar hacia adelante», dice Begoña Fernández-Costales, presidenta de la Federación de Empresarias y Directivas de Asturias (FEDA). Ella lo tiene claro: ahora toca que el optimismo vuelva a nuestras rutinas después de demasiado tiempo desaparecido. «Tenemos que ser flexibles para continuar con nuestras vidas al mismo tiempo que nos adaptamos para convivir con la situación actual», señala. Y, para lograrlo, desea que «los asturianos estemos unidos. Sociedad, partidos políticos y agentes sociales, porque así seremos más fuertes para sacar adelante a nuestra Asturias del alma, con exportaciones, atracción de inversiones, industria y economía azul».
Para conseguir todo eso, Fernández-Costales se convence de que este año nuevo va a venir «cargado de talento y liderazgo femenino para aportar soluciones, coordinar voluntades y apuntar hacia el final de este negro túnel».
Y, ya puestos a encontrarnos rodeados de gente, que al regreso de los bares se sume el de los conciertos, pero de los de siempre: con la boca descubierta y las voces a pleno pulmón desafinadas. Porque, como asegura la cantante Cynthia Zebaze, «hace falta levantarnos para sobrevivir» y, para lograrlo, no podremos vivir sin la música y el arte. Ese mismo en el que se apoyará Adriana Suárez para «mirar al futuro con determinación e ilusión». Dos palabras que también sostienen al escritor Fernando Beltrán, que, por realidad y no por poesía, solo quiere que los doce meses que entran «nos abriguen». Para volver a tocarnos y perder el miedo a las caricias, a los besos y a vivir pegados y apegados, que, al fin y al cabo, es lo único que necesitamos para cobijarnos de todo lo que ocurra más allá de nuestros brazos.
La ciencia ha sido uno de los sectores imprescindibles en estos últimos doce meses. Muchas personas han tomado conciencia de la importancia de la investigación en este tiempo y, por ello, no se debe descuidar a quienes trabajan, dentro de los laboratorios, para lograr avances fundamentales para nuestra salud. Consciente de ello, la científica del CSIC Teresa Valdés Solís desea que este año la ciencia tenga un buen presupuesto. «Ojalá 2021 traiga un aumento de los fondos para investigación», indica.
Y su deseo para Asturias va también en la línea económica, a sabiendas de la importancia que eso tendría para mantener a flote nuestra región. «Para el Principado, el mejor deseo que podemos pedir es la recuperación económica», asegura. Con dinero para la investigación y para el resto de sectores, se hará mucho más fácil recuperarse de las circunstancias tan delicadas que la pandemia nos ha traído este año consigo.
Ana García Álvarez es maestra y lo lleva siendo toda su vida por vocación. Sin embargo, el último año ha sido muy complicado para ella y todos sus compañeros, que han tenido que lidiar con el virus dentro de las aulas, sintiéndose responsables de los más vulnerables: sus alumnos. «Los niños nos han dado lecciones tan valiosas como que si uno quiere es fácil adaptarse a lo nuevo y cumplir las normas», asegura esta docente que no tiene quejas con los pequeños, pero sí con las administraciones. «Creo que nos han dejado algo desamparados y para el 2021 espero que sean más cercanas y empáticas con todo el colectivo educativo», pide la profesora.
«Hemos hecho lo que hemos podido, pero es cierto que lo pasamos francamente mal, porque a veces se dictan directrices que no son sencillas de cumplir en los colegios». Por eso su ilusión para el próximo año es que todo vuelva a ser como antes, «pero, ante todo, la salud de todos, que es lo importante».
La pandemia del coronavirus ha golpeado duramente a la mayoría de sectores, pero el pequeño comercio y la hostelería han sido dos de los mayores damnificados. Se han tenido que enfrentar a una sucesión de cierres así que la avilesina Débora Cascales pide, sobre todo, una cosa: «Deseo que el año que llega no vuelvan a cerrar el comercio local porque no creo que pudiésemos soportar otro cese de actividad más». Esta joven emprendedora regenta desde hace tres años la tienda de moda Martín Gala y 2020 ha frustrado muchos de sus planes. «Tenía muchos proyectos en la cabeza porque la cosa iba bien y quería crecer y consolidar el negocio. El virus lo ha paralizado todo y, dentro de lo malo, reconozco que sigo vendiendo gracias a mis clientes. Por eso mi otro deseo para el año que viene es que la gente valore el comercio de proximidad y nos apoye más que nunca», reclama Cascales, que aún conserva la esperanza: «Si todo vuelve a la normalidad, retomaré todos mis proyectos».
Los sanitarios están siendo el arma más poderosa que tenemos para combatir la pandemia y, en muchas ocasiones, son los centros de salud los que juegan un papel más importante en la atención primera. Pero también es cierto que esta responsabilidad no ha sido fácil de gestionar. «La pandemia será una experiencia difícil de olvidar para cualquier profesional sanitario», reconoce Ana Picasso, médico de familia en el centro de salud de Las Vegas. «Ha sido mucho trabajo, hemos compartido momentos difíciles con nuestros pacientes y hemos tenido que aprender a trabajar de una forma diferente, lo que no ha sido del todo comprendido por la población, porque se ha dado poca información al respecto», argumenta Picasso. «Al terminar la jornada, volvemos a casa con la preocupación de no contagiar a los nuestros, pero hay que mirar hacia adelante y yo confío en que 2021 nos permita ir ganándole terreno al virus hasta instaurar la mayor normalidad posible en nuestras vidas».
Tenemos la cultura para refugiarnos y ser «más libres», como piensa el arqueólogo Ángel Villa. Una libertad que debe aunarse con perder el miedo a avanzar, algo esencial para el catedrático en Derecho Leopoldo Tolivar. Y caminar hacia el futuro implica hacer oficial la llingua, el deseo del presidente de su Academia, Xosé Antón González Riaño.
Pero, más allá de deseos controvertidos, si algo aprendimos este año es que, cuando nuestras fuerzas flaquean, hay otras muchas manos dispuestas a salvarnos. Como las de la médica Ana Picasso, que confía en que en 2021 «le ganemos terreno al virus», y la enfermera Carolina Samalea, que, después de tantos meses luchando, no ceja en su empeño y pide «poder seguir cuidando con seguridad». La misma que ponen en juego tantos y tantos profesionales, cada día, para que la vida siga su ritmo normal.
Es el caso de Eduardo Cuevas, pescador en Lastres que se conforma con poder «seguir saliendo a la mar», que faenar no es poco. Y, del agua hasta la tierra, la ganadera Sonia Martínez Lago pide que «no se olvide a los productores.Los mismos que hemos suministrado alimentos en la pandemia».
Si ha habido un año marcado por la salud y su importancia ha sido 2020. Por eso no es de extrañar que personas como la quiosquera Yolanda Figueiredo continúen apostando por el bienestar para 2021.
«Me conformo con que todos tengamos salud. Al fin y al cabo, lo demás siempre se puede arreglar», explica Figueiredo tras una de las pantallas de la Librería El Carmen, en Oviedo. Y es que, tal y como dice la joven ovetense, «mientras haya salud nos seguirán quedando dos manos maravillosas para poder trabajar en lo que sea», por lo que el propio negocio no es ni será el año que viene «un problema». Aun así, de manera secundaria, para la comerciante continuará quedando el deseo de que el sector hostelero vuelva a funcionar «como Dios manda», ya que admite que el cierre parcial de los bares y restaurantes de la zona se hizo notar en la tienda en la que ha trabajado durante los pasados meses. «Es todo una rueda y nosotros vamos detrás», asegura.
La familia y el trabajo son las bases de la felicidad para el joven repartidor Ángel Yoel Menéndez, quien lleva ya más de año y medio sin ver a los suyos. Por eso no es de extrañar que, desde la puerta de un local de comida rápida en pleno centro de Oviedo, este repartidor sueñe con la apertura de los vuelos turísticos.
Su segunda ambición es continuar prosperando en un negocio en el que la dedicación lo es todo: «Ojalá nos abran los tramos horarios para poder coger más pedidos y cobrar más», comenta junto a sus compañeros. Lejos de los prejuicios que admite saber que muchos tienen hacia su modo de ganarse la vida, este 'rider' asegura que se trata de un empleo «excelente» si se toma con «el tiempo y la constancia adecuados», por lo que también agradecería que, de cara a 2021, los ovetenses perdiesen el miedo a utilizar plataformas de reparto a domicilio. Un forma de colaborar para cumplir el sueño de muchos como Menéndez: «Cuanto más pidan, mejor para nosotros».
«En 2021 me gustaría volver a ser yo, a no sentirme tan atada y con tantas imposiciones». Carmen García Menéndez, la hostelera gerente del histórico bar y vermutería La Paloma, en Oviedo, reflexiona tras la enorme barra sobre la libertad. «Quiero volver a vivir», concluye con un cierto tono de melancolía a la vez que deja ver su cansancio tras meses de normativas, cierres y modificaciones. «Nos están haciendo los culpables de algo absurdo y quitando las libertades silenciosamente. En un futuro lo que espero es que, en vez de ponernos mil normas, nos lleven por el buen camino y nos enseñen a respetar», desarrolla García, quien todavía admite que no comprende la demonización de su modo de vida. «Se supone que los bares somos los culpables de algo absurdo cuando mi barra, sin ir más lejos, ya permite mantener las distancias», afea. Para la hostelera, nacida y criada en el sector, solo queda aprender y es que, «mientras estemos en el negocio, nos adaptaremos», afirma García.
Mientras ellos luchan por el sector primario, los deportistas Sheila Posada y Saúl Craviotto se esfuerzan para volver a competir y regalar victorias a quienes los admiran y los toman como ejemplo en su día a día. Y la empresaria Begoña Fernández-Costales desea que, para salir adelante, «los asturianos estemos unidos, porque así seremos más fuertes». Y que con esa unión llegue la reactivación económica de nuestra región, fundamental para la científica Teresa Valdés Solís. Algo que necesitamos todos, pero especialmente quienes más sufrieron el cerrojazo, como la comerciante Débora Cascales. Ella se conforma con que en 2021 «no vuelvan a cerrar el comercio local». Algo en lo que coincide la hostelera Carmen García Menéndez, quien con el cambio de año está deseando poder «volver a vivir», un deseo que lo es todo. Y, además, hacerlo sin toque de queda para que repartidores como Ángel Yoel Menéndez puedan «coger más pedidos y cobrar más».
Pero no todo han sido motivos para el olvido, pues si 2020 deja algo bueno es dentro de las aulas. «Los niños nos han dado lecciones muy valiosas», asegura la maestra Ana García Álvarez. Ellos han sabido adaptarse como nadie a las circunstancias, les tocó trasladar sus clases a las casas, volver al cole con mascarilla y jugar en el recreo lejos de sus compañeros. Y, aún así, han sido y son ejemplo. Será porque ven la vida sin complicaciones y eligen hacerla fácil. Aunque no son los únicos empeñados en encontrar el lado bueno a las cosas. Eso también lo hace la quiosquera Yolanda Figueiredo. Para ella, vivir va de relativizar: «Con que tengamos salud, lo demás se puede arreglar».
Y este 2021 habrá que ponerse a ello y empeñarnos en conseguir reconstruir la normalidad que nos arrebató 2020, un año del que, al menos, nos despedimos sin nostalgia y con todas las ganas de dejarlo resguardado en el olvido. Lo bueno es que están a punto de comenzar doce meses que tienen muy sencillo lograr mejorar lo presente para que toda Asturias se levante de esta y lleguen los tiempos en los que todos los malos recuerdos se disipen y nos queden solo los buenos, aunque hayan sido breves.
Con información de Gloria Pomarada, Mónica Rivero y Alejandro Jambrina
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