Al terminar el juicio, después de cinco días incomunicados en un hotel de Madrid, se separaban los nueve miembros del jurado popular que había encontrado culpable a David A. del asesinato de su pareja, Valentina C. El 'portavoz' se detuvo brevemente a instancias del 'suplente # ... 2', que le inquirió por qué había votado contra el acusado. «Por la forma fría y calculadora con que el acusado había declarado», le respondió. «Las votaciones iban seis a tres, se hacía tarde y ya veía que nos íbamos a tener que quedar en el hotel varias noches porque nadie daba su brazo a torcer. Por lo tanto, culpable y todos a casa», según el 'suplente # 2' declaró la mañana siguiente en una notaría.
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Cuando el 'suplente # 2' le reprochó su falta de criterio, según él mismo denunció en tribunales, el otro le contestó: «Lo hubiera hecho o no, era un tipo que no era nada nuestro». Este documento registrado en Galapagar lo entregó a la magistrada. Contra su opinión, la defensa insistió en este episodio y recurrió la sentencia. La versión del 'portavoz' no fue registrada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid que la semana pasada sentenció que el juicio celebrado en la Audiencia Provincial en octubre de 2020, que había dictaminado una pena de 21 años, debía repetirse, según se ha conocido hoy.
Qué ocurrió realmente durante la deliberación de un jurado popular. En el acta del jurado, dividido hasta el final, había numerosas lagunas, dice la sentencia. No habían anotado las pruebas, el quebranto de la cadena de custodia, entre otras faltas de manual, y había un jurado insumiso que salía del hotel. Finalmente decidieron como «hechos probados» que el hombre había violado a la mujer y luego le había envuelto la cabeza en una bolsa, adherida con cinta en el cuello. Después había simulado un robo en la vivienda como coartada.
Esas «graves irregularidades» que podrían afectar la validez del veredicto y abrir la «posibilidad de un atropello» ha hecho que se anule la sentencia del jurado popular. Otro grupo de ciudadanos deberá volver a dirimir el destino de David A. Esta vez sin la «intensa sombra de sospecha en la emisión del voto». El voto, dice la sentencia, debe ser «fruto de un estudio serio y en conciencia de la prueba».
Madre de una niña, Valentina C. nació en 1979 y murió en 2017, asfixiada. Primero recibió al menos tres golpes en la cabeza y otros tantos en la cara. Fue atada de pies y manos. Inmovilizada, su verdugo le colocó una bolsa de plástico en la cabeza, que sujetó con cinta americana.
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Esa noche última con vida, ella y David A., nacido en 1974, pasaban la noche solos. Él había llevado a la pequeña a casa de unos amigos. La pareja, que se había conocido en 2011 y casado en 2014, se fue a cenar y ya tarde regresaron al domicilio común.
Al día siguiente el hombre aseguró que alguien había entrado en la casa a robar, después de las 8:00 h, cuando él estuvo ausente hasta las 12:00. Sin embargo, la autopsia indicaba que ella había muerto entre las 4:00 y las 6:00 horas, y la alarma del domicilio no se había activado ni había signos de que las puertas o ventanas fueran forzadas. Un asesinato de violencia de género, según la hipótesis final.
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