![El secreto de la gente delgada que no hace dieta](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/201903/01/media/cortadas/comida-delgados-sin-dieta-kJqG-U70794811053PJE-624x385@El%20Comercio.jpg)
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Raquel Alcolea Díaz
Viernes, 1 de marzo 2019, 18:20
¿Cuántas veces has hecho dieta en tu vida? ¿Cómo te has sentido cuando intentabas adelgazar con la dieta? ¿Qué supuso para ti recuperar el peso que habías perdido cuando volviste a comer como antes de hacer la dieta? «Las dietas no funcionan, ni han funcionado, ni funcionarán... Por mucha voluntad, por mucha ilusión y por muchas ganas que le pongas, volverás a sentir decepción, impotencia y frustración». Esta es la premisa que ha llevado al experto en inteligencia emocional, Luis Navarro, a proponer en su libro « Los cuatro hábitos de la gente delgada» un método para reconectar con el acto de comer y convertirlo en algo natural y necesario y no en un dilema moral.
Para ello propone descubrir la «inteligencia del estómago», aceptar las señales del cuerpo y liberarse de la «mentalidad de dieta» que es, según asegura, la causante de la ansiedad, la culpabilidad y el sobrepeso.
Su método se basa en sustituir progresivamente los hábitos negativos por otros nuevos, más positivos, que ayuden a reconectar con el cuerpo.
Desde la infancia nos dijeron que debíamos comer a unas horas determinadas, aunque no tuviéramos hambre y, en algunos casos, aprendimos incluso que nos teníamos que comer todo lo que había en el plato «porque en casa no se tira la comida». Esto es algo que, según explica el experto, ha creado unos automatismos que invita a romper planteando una pregunta sencilla: «¿Realmente tengo hambre?». A su juicio, esta pregunta nos conecta con el estómago y ayuda a elegir conscientemente si queremos comer o no, así como a distinguir entre el «hambre física» el «hambre emocional». El experto aclara, no obstante, que su método no habla del ayuno ni de dejar de comer, sino de «escuchar las señales que identifican el hambre física».
Ni móviles, ni televisión, ni radio, ni libros, ni revistas. «Cuando comas, come», propone Luis Navarro, parafraseando a su abuela y asegurando que estar «presente» cuando comemos es fundamental para sentir una sensación de saciedad.
El experto invita a degustar la comida sin prisa, pero afirma que tampoco es necesario hacer pausas de forma artificial, sino que lo ideal es adaptar el ritmo de masticación en función del alimento.
A su juicio, toda prohibición, control o privación de comida lleva al exceso y al atracón. «Los alimentos que engordan no existen. Todo engorda si comes demasiado. Nada engorda si tu cuerpo lo gasta. Lo que te ha engordado es el conjunto de lo que has comido», aclara.
Una de las formas de sentir saciedad, según explica, es notar que lo que estamos comiendo no tiene ningún sabor, es una pasta en la boca. «Esto pasa porque el centro del placer del cerebro asociado a la alimentación ha detectado que no te hace falta más energía», afirma.
El autor invita a reflexionar sobre los hábitos alimentarios de modo que seamos capaces de comer lo que necesitamos y también de parar cuando se tiene suficiente.
¿Te ayudaron en la infancia a gestionar tus emociones? ¿O te animaron a comer un caramelo, una galleta, un helado o chocolate cada vez que te sentías triste o enfadado? Las emociones influyen en nuestra vida y si no sabemos gestionarlas corremos el riesgo de convertir la comida en un modo de aliviar la tensión y las dificultades o incluso en una válvula de escape, según explica Luis Navarro.
El experto en inteligencia emocional asegura que es posible cambiar el hábito adquirido (en muchas ocasiones, desde la infancia) que nos lleva a asociar «comer» con «sentirse mal, estresado, nervioso, triste o frustrado».
Para ello propone que aceptemos las emociones sin reprimirlas y sin juzgarnos. Así, explica que las emociones no se crean si se deciden, solo surgen. Por eso el experto recuerda que no es posible controlar las emociones («Si lo has intentado, habrás observado que se hacen más frecuentes, más intensas y duran más», cuenta), ni tampoco evadirte ni escapar de ellas, ni siquiera analizándolas o expresándolas. El autor afirma que evitar sentir o negar las emociones es una forma de rechazare a sí mismo y que no haber aprendido a sentir las emociones y abordar las dificultades, es lo que lleva a refugiarse en la comida.
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