El Dalai Lama se disculpa tras pedirle a un niño que le «chupe» la lengua

En las imágenes del vídeo se veía al Dalai Lama besando al joven en los labios durante un acto y en presencia de otros adultos y segundos después, y tras preguntarle que si puede «chupar» su lengua, señala su boca y saca la lengua. «Su santidad a menudo toma el pelo a las personas que conoce de forma inocente y traviesa, incluso en público y ante las cámaras. Lamenta el incidente», insistió la oficina del Dalai Lama.

No es la primera polémica en la que se ve envuelto el líder espiritual, ya que en 2015, hablando del personaje que debería sucederlo en el puesto de líder tibetano, dijo que si quien asume después de él es una mujer, tendría que ser «muy, muy atractiva»; de lo contrario, consideró, sería «poco útil». Lejos de rectificar o matizar sus palabras, consideró que una Dalai Lama también tendría que invertir «en maquillaje». Cuando la periodista cuestiono sobre si eso no era una manera de cosificación a las mujeres, el Dalai Lama respondió: «somos seres humanos. Creo que la apariencia también es importante».

Dos años antes, en 2013, el líder espiritual defendió el uso medicinal de la marihuana: «La marihuana tiene propiedades medicinales; hay investigaciones que sustentan esas propiedades. En esos casos hay que utilizarlas». «Pero simplemente tomar la marihuana para volverse un poquito loco en su propia mente, eso realmente es algo que no es aconsejable», añadió.

En 2018 después de que salieran a la luz algunos testimonios de personas que denunciaban haber sufrido abusos sexuales durante su infancia en templos budistas, el Dalai Lama reconoció que conocía esos hechos desde los años noventa y que, aún así, guardó silencio.

Lhamo Dondhup, nombre original del decimocuarto Dalai Lama, nació el 6 de julio de 1935 en Taktser, en el Tíbet oriental, donde a los dos años de edad se convirtió en la cabeza espiritual de su pueblo al ser reconocido como la reencarnación de su predecesor.

En 1959 huyó junto a miles de compatriotas a la India tras la dura represión china contra el fallido levantamiento popular de Lhasa, capital del Tíbet. Desde hace más de 60 años mantiene la lucha por la libertad de su pueblo, aunque siempre «oponiéndose sistemáticamente a la violencia», motivo por el cual le fue concedido el Nobel de la Paz en 1989.