La trágica historia de Pablo EskoBear, el oso que se zampó 30 kilos de cocaína

11 de septiembre de 1985 en Knoxville, Tennessee. Un fuerte ruido despierta a un anciano. Al salir, se encuentra un cadáver atado a un paracaídas con gafas de visión nocturnas y varias pistolas. Es Andrew Thornton, un exagente de narcóticos convertido en traficante.

El hombre volaba desde Colombia para 'abandonar' contenedores de plástico con cocaína en el Bosque Nacional Chattahoochee. Su avión se estrelló pero, antes de que sucediera, consiguió saltar con la carga, que soltó en el aire previsiblemente por el exceso de peso. Su intento por salvar su vida fue infructuoso porque el paracaídas no se abrió.

Tres meses después, Pablo EskoBear o 'Cocaine Bear' da con el botín y convierte el alijo en festín. Comió cerca de treinta kilos de cocaína y murió de sobredosis sobre cuarenta paquetes de plástico abiertos en los que solo había trazas del material. «Su estómago estaba literalmente lleno hasta los topes de cocaína. No hay ningún mamífero en el planeta que pueda sobrevivir a eso·, explicó el forense.

El animal sufrió hemorragia cerebral, insuficiencia respiratoria, hipertermia, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular. Su cuerpo fue disecado y su historia convertida en mito. Primero, permaneció en el Área de Recreación Nacional del Río Chattahoochee, sin ninguna referencia a su final, hasta que un incendio obligó a desalojar el espacio.

Desde entonces, su paradero ha sido un misterio hasta hace bien poco. Un coleccionista lo adquirió en una subasta por 200 dólares. Su mujer, ajena a la historia del animal, quería deshacerse de él y en cuanto recibió una llamada para recuperar el cuerpo, lo cedió. Ahora, es una atracción más de un centro comercial en Kentucky.