-Al final va a ser una cuarentena de verdad. O más, ya pasamos del día 40. ¿Cómo lo lleva?
-A nivel personal lo llevo bien porque tengo bastante actividad laboral y el tiempo que me queda lo aprovecho para leer. Además, dispongo de un jardín, así que casi es un confinamiento de lujo. Pero lo llevo mal a nivel social pensando en lo que vendrá.
-¿Qué cree que va venir?
-Creo que habrá un crack social importante. También me inquieta qué ocurrirá en materia de derechos individuales. La Agencia de Protección de Datos ha emitido un informe en el que dice que la protección de datos no puede ser un obstáculo para proteger la salud pública e intereses vitales. Hasta ahí, en una situación de estado de alarma frente a una pandemia puede ser comprensible. Pero, ¿qué va a pasar después? ¿Nos van a geolocalizar para ver si estamos confinados? ¿Nos van a señalizar con un punto rojo como hacíamos hace décadas a quienes tenían sida? Ojo con eso.
-Mantenernos tantos días confinados, ¿es legal?
-Es un debate que está surgiendo en muchos países: si se debe primar la salud por encima de la economía y a cualquier precio.
-¿El estado de alarma lo justifica todo?
-Llega un momento en que la gente se cansa. En Minnesota hubo protestas de trabajadores exigiendo su derecho a elegir entre enfermar o ir a trabajar.
El derecho a salir a la calle
-En España desde hoy pueden salir los niños, ¿y los demás, no tienen derecho a dar un paseo?
-No tengo información epidemiológica para pronunciarme sobre quién debe salir o no. Pero si lo planteamos desde el punto de vista de los derechos, claro que hay más tramos de la población que podrían exigir salir a la calle.
-La atención sanitaria en tiempos de coronavirus ha abierto muchísimos debates. Uno de ellos si había que limitar el uso de camas de UCI a personas mayores de 80 años, como se llegó a plantear desde Cataluña.
-Sí, efectivamente, y eso generó una cascada de reacciones. Se pronunciaron en contra todas las sociedades científicas: la de geriatría, cuidados intensivos y urgencias, oncología, anestesia.... Mogollón. También la Comisión de Odontología Médica y el Comité de Bioética de España.
-Y la Comisión Asesora de Bioética del Principado de Asturias de la que usted es miembro, ¿no?
-Sí, por supuesto. Llevamos años debatiendo sobre la adecuación del esfuerzo terapéutico, algo que siempre se hizo pero no vinculado a la edad como se llegó a plantear desde Cataluña. Es verdad que no todos los pacientes son susceptibles de ingresar en una UCI, hay unos criterios, pero son criterios que se basan en el estado clínico y en la adecuación del esfuerzo terapéutico, jamás en la edad del enfermo.
-Concretemos, ¿pacientes mayores de 80 años con COVID, deben o no ir a la UCI?
-Voy a citar una frase del Comité de Bioética de España: «Las decisiones tienen que ser siempre individuales y entendiendo la singularidad de cada paciente». No se puede generalizar y decir «todos los mayores de 80 años». Limitar el uso de recursos por edad es una discriminación y no tiene sentido. Incluso se llegó a hablar de utilidad social para restringir la atención a personas con discapacidad. Eso es eugenesia.
-Pasó también con los respiradores. ¿Es ético ese debate?
-No, en absoluto. En esta crisis del coronavirus se han planteado cosas muy preocupantes. Recuerdo haber vivido el llamado 'efecto 2000', y fue una experiencia maravillosa. De aquella era director provincial del Insalud y me pasé la Nochevieja en el despacho (en la plaza del Carbayón, en Oviedo). Se decía que se iban a caer todos los sistemas, que los respiradores dejarían de funcionar, los trenes, los aviones... Teníamos miedo a que nos superara la tecnología y al final no pasó nada. Y ahora me encuentro que veinte años después la Seat frena su producción y se pone a hacer respiradores. Esta crisis nos cogió con el pie cambiado. Nos creíamos 'supermanes' y resulta que no teníamos mascarillas, ni respiradores suficientes.
-¿No cree que fue un error haber insistido tanto al principio en que se trataba de una enfermedad que afectaba casi en exclusiva a los mayores?
-Ese fue uno de tantos errores. Creo que incluso los propios profesionales minimizamos el tema y nos equivocamos.
-Los profesionales sanitarios dicen haberse sentido solos en la toma de decisiones, algunas de ellas muy duras.
-Desde la Comisión Asesora de Bioética del Principado no recibimos ninguna petición en ese sentido, aunque sí emitimos informes que nos parecían necesarios, como el del uso de las UCI y los recursos sanitarios. El coronavirus nos ha obligado a tomar decisiones inmediatas, sin sesiones clínicas de por medio y casi sin tiempo para reflexionar. Eso agobia mucho. Pero, ¿¡es que alguna vez llegamos a pensar en que íbamos a montar un hospital en la Feria de Muestras de Gijón o en el parking del HUCA!?
Críticas al ministerio
-Una pregunta reiterada estos días es: ¿Qué pasó en España que con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo no teníamos mascarillas ni equipos de protección para el personal sanitario?
-(Piensa). Pues que hicimos como si gestionáramos un supermercado y teníamos solo las mascarillas que solíamos consumir.
-Pero es que somos punteros en muchas técnicas médicas, procedimientos hospitalarios y disponemos de una altísima tecnología y al final nos faltó lo básico.
-A mí hubo algo que me sorprendió muchísimo y fue la decisión de centralizar las compras en el Ministerio de Sanidad, impidiendo a las comunidades que adquirieran EPI y mascarillas. Cuando oí eso lo primero que pensé, y que Dios me lo perdone, fue: ¿quién habrá comprado en los últimos veinte años en el Ministerio de Sanidad algo que no sean grapas, papeles y clips? La competencias sanitarias llevan transferidas desde 2002, ¿qué sabe el ministerio de compras centralizadas de mascarillas, respiradores y batas si desde hace 18 años lo hacen las comunidades autónomas?
-¿Se refiere a la compra de material defectuoso?
-Sí, a que nos engañaron (iba a decir como a chinos) en la compra de mascarillas que no estaban homologadas, test que fallaban, equipos de protección que no valían... Ojo, digo esto, pero también reconozco que no es una decisión fácil porque tampoco puedes dejar a las comunidades que se peleen entre ellas. A lo mejor habría que haber buscado un sistema para coordinar a las diferentes autonomías.
-¿Se actuó tarde?
-Parece generalizado que cuando se permitieron las concentraciones del fin de semana del 8 de marzo había una situación epidemiológica preocupante. Pero, ojo, no hablo solo de las concentraciones del 8M, también de los partidos de fútbol y de todo lo demás. La culpa no es del 8M sino de no haber recluido a la gente en casa antes, de no haber cerrado las fronteras, no haber prohibido la llegada de vuelos de Italia... Hay muchas cosas que se deberían haber hecho antes.
-Además del reguero de muertes que está dejando el coronavirus, y que en España ya superan las 22.000, ¿lo más cruel de esta pandemia es no poder despedirse de los muertos?
-Desde hace días me tiene traumatizado una cosa que me contó una amiga médica. Su padre de 90 años tiene un miedo horroroso a morirse. Todos sus hijos son médicos y les ha pedido que ni se acerquen por casa porque no quiere enfermar y morirse. En realidad, después de mucho hablar con él, le acabó confesando que no se quería morir en este momento de coronavirus, porque quiere tener un funeral. Jo, me quedé helado porque es verdad, si te mueres ahora mismo, además de morir solo te quedas sin despedida. No poder despedirse de los muertos es lo más cruel de esta pandemia.
-El carné de positivo o negativo a COVID, ¿no supone un ataque a la intimidad?
-En una situación de estado de alarma y de control de una pandemia me parece razonable adoptar medidas excepcionales. Pero eso de que luego nos vayan a hacer un especie de carné de circulación para ver quién tuvo y quien no tuvo coronavirus me hace acordar al inicio de la pandemia de sida, cuando en los hospitales ponían un punto rojo para identificar a los enfermos de sida. No puedes ir señalando 'este tuvo COVID y este no'. Lo que hay que hacer es buscar mecanismos para que los que estén enfermos permanezcan en cuarentena. ¿Nos van a dar un carné de sanos? ¿Y el resto que serán, insanos?
-¿Nos podrían hacer pintadas como la de 'rata contagiosa'?
-Claro. El derecho a la intimidad y muchos derechos individuales han estallado por los aires y han sido arrollados por el interés público. Mientras dure el control a la pandemia puede ser compresible, pero más allá no. En estos momentos, los servicios de riesgos laborales están obligados a informar a las empresas si un trabajador dio positivo. Y pueden decir quién es el afectado para que la empresa adopte medidas de prevención. El problema es el rescoldo que quede después de todo esto. Ese es mi gran temor.