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CHELO TUYA
GIJÓN.
Lunes, 4 de mayo 2020, 02:34
Ellas no han podido salir. Sus familias no han podido entrar. Sin embargo, el cariño, en forma de mensajes, fotos y regalos, burló el blindaje de las residencias de personas mayores. Los geriátricos asturianos siguen cerrados a cal y canto por la pandemia de COVID-19. Días antes de que el mundo quedara confinado en casa, con el estado de alarma que se decretó el 14 de marzo, los alojamientos especializados en mayores ya se habían convertido en un búnker con acceso permitido, exclusivamente, para el personal del centro.
La barrera contra el coronavirus dejó a familias y usuarios con el teléfono como única fórmula de conexión. Un teléfono que ayer no paró de sonar en la mayoría de los geriátricos, en el primer Día de la Madre confinado de la historia. «Todas las residencias están teniendo muchísimas llamadas», aseguran desde la patronal Aarte, que aglutina a residencias, centros de día y empresas de ayuda a domicilio.
El personal de los centros se convirtió en la prolongación de la familia a la hora de entregar los regalos. A Sara Torre, que se está recuperando, su familia le envió un ramo de flores, así como un gran regalo sorpresa que le entregó una profesional de la residencia en la que vive, la de Ovida, en Oviedo.
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En el caso de Ángeles Fernández y Jerónima Rodríguez, también residentes en Ovida, sus familias les hicieron llegar fotos llenas de besos con promesa de pasarlos del papel a la realidad en cuanto el Principado apruebe el protocolo que permitirá tanto las visitas a los usuarios de centros de mayores como la salida de los residentes en las franjas horarias en las que lo tiene permitido el resto de la población. Para otra residente de Ovida, Chelo Muñiz, llegaron dos regalos: un pedalier y una tumbona para disfrutar del sol en la terraza.
También hubo presentes en la residencia Palacio de Leceñes, en Siero. A Benedicta Martínez su familia le hizo llegar los dulces que más le gustan.
Pero las madres, como siempre, decidieron ejercer de lo suyo: de madres. De personas más proclives a dar que a recibir. Así que en GerontoVega, en Langreo, donde les rindieron homenaje a todas con ramos de flores, fueron madres como Martina Durán, Alicia Rodiz o Argentina Costal las que apostaron por hacerse una foto con un mensaje dirigido a sus hijos.
Porque, como dice Argentina Costal, «cuando el libro de mi vida se cierre, mis hijos serán el capítulo más bonito». No hay ninguna prisa por el epílogo.
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