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El médico e investigador Carlos Suárez pasa el confinamiento en su piso, en Oviedo, junto a su mujer. Alex Piña
Coronavirus | Carlos Suárez: «Espero que esto nos enseñe que la investigación debe ser prioritaria»

Coronavirus | Carlos Suárez: «Espero que esto nos enseñe que la investigación debe ser prioritaria»

«La situación de Asturias es una de las mejores del país y no parece que el escenario en cuanto afectados vaya a ir a peor», afirma el director científico del Instituto de Investigación Sanitaria (ISPA)

LAURA TORRE

Viernes, 10 de abril 2020, 23:57

Celebró su 76 cumpleaños el pasado 17 de marzo ya confinado, en su piso de Oviedo, en compañía de Carmen, su mujer. Carlos Suárez Nieto (Langreo, 1944), médico y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), confía en que esta crisis del coronavirus sirva para poner en valor la sanidad pública. Jefe del servicio de Otorrinolaringología del HUCA hasta su jubilación en 2014, exdirector del Instituto Universitario de Oncología y catedrático emérito de la Universidad de Oviedo, Suárez recuerda que hasta dentro de un año «como mínimo» no tendremos vacuna contra el COVID-19 y confirma la participación de Asturias en varias proyectos de investigación.

–¿Cómo ve la situación?

–Sinceramente, estoy muy expectante por lo que vendrá después de esta pandemia, que no parece que vaya a ser algo bueno. Lo que está ocurriendo es una gran catástrofe, que nos está obligando a improvisar soluciones. Imagino que salvando las distancias podría ser equiparable a la pandemia de la gripe de 1918.

–¿La 'gripe española'?

–Si, la mal llamada gripe española porque arrancó a través de los soldados americanos que desembarcaron en Francia durante la Primera Guerra Mundial. La gran diferencia con lo ocurrido hace un siglo es que de aquella no había un sistema sanitario potente, ni capacidad para confinar a la población, por eso murieron 50 millones de personas. Con el coronavirus habrá muchas víctimas pero no se alcanzará la cifra de la gripe del 18.

–Cuando a principios de año veía aquellas imágenes de una ciudad de Wuhan, en China, totalmente vacía con toda su población confinada, ¿pensó que eso llegaría hasta aquí?

–China tiene una gran experiencia en la lucha contra este tipo de virus, porque previamente tuvo la gripe aviar y el SAR, que les sirvió para aprender cómo frenar la propagación de una pandemia.

–Ya, pero al final, se propagó por todo el mundo y se hizo global.

–Sí, pero fue fundamentalmente por la comunicación aérea y por el ritmo desenfrenado de movimiento que tiene la población actual. La contaminación por coronavirus se convirtió en una bola de nieve imparable.

–¿Europa se comportó de forma soberbia o fue simplemente inconsciente?

–Muchos países, entre ellos España, pecaron de un exceso de confianza ante el poder del COVID-19.Pensamos al principio que teníamos controlados a los contagios y sus contactos, pero claro, había un montón de afectados asintomáticos que seguían propagando la enfermedad. Le pasó a Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos... Incluso, la propia China, pese a ser la primera en hacer confinamientos masivos, actúo tarde.

–¿Cómo definiría al COVID-19?

–Lo que nos ha demostrado el COVID es que actúa de forma silenciosa y ahí radicó parte de su inmenso poder de propagación. Además, tiene una gran contagiosidad, bastante por encima del virus de la gripe y una mortalidad que tiene mayor peso en personas de más edad y con enfermedades preexistentes.

–¿El hecho de que el virus no dé la cara hasta varios días después lo hace más poderoso?

–Muchos virus tienen un periodo de incubación prolongado. El problema es que no sabemos exactamente cuánta gente lo ha padecido sin síntomas, por eso es importante hacer muchos más test de detección de anticuerpos (PCR). Esas pruebas son fundamentales para conocer la tasa de letalidad, que ahora en España es muy alta, por encima del 7%, el doble que en China. Hasta que no hagamos test a un amplio sector de la población no sabremos realmente cuál es la letalidad.

–¿Da por buenas las cifras que presentó China en cuanto a afectados y fallecidos?

–Eso nunca lo sabremos. Pero el tema de los datos fluctúa mucho por países. En Francia, por ejemplo, no contabilizan las muertes por coronavirus que se producen fuera de los hospitales.

–España tampoco contabiliza los casos sospechosos.

–Tampoco los de las residencias de la tercera edad.

–Ni los que están en casa como posibles contagiados, que en Asturias son ya 5.500 personas.

–Pues todo eso es un error del que deberíamos aprender. Cosas tan sencillas como la realización de test y la de disponer de elementos básicos de protección, como mascarillas, gafas y batas, nos ha cogido desarmados. No tenemos reserva suficiente para afrontar una demanda masiva. Una vez pase la epidemia habrá que tomar nota para disponer de un fondo estratégico que incluya también respiradores. Hace cinco años Bill Gates y otros expertos alertaron de esta circunstancia, pero no hicimos caso.

–¿Cómo puede ser que países con sistemas de salud tan potentes como el español no dispongan de mascarillas suficientes?

–Ese ha sido un gran fallo y es una de las enseñanzas que nos ha dejado la crisis del coronavirus. El problema es que ahora que todo el mundo necesita mascarillas y batas, tienes que salir a pelearte con otros países, y ocurre que te engañan a pie de avión porque impera la ley de la selva.

–Usted como otorrinolaringólogo a ver si nos saca de dudas, ¿es necesaria o no la mascarilla?

–Hay bastante controversia sobre su uso, porque la mascarilla no te evita el contagio si una persona te tose, pero sí protege a otros si eres tu el infectado.

–La OMS acaba de rectificar y ahora dice que sí son útiles y las recomienda para salir a la calle.

–Son útiles para los asintomáticos porque evitas se que propague el virus. En muchos países del sudeste asiático la mascarilla es algo habitual, las usan cuando están acatarrados para no contagiar, pero también cuando hay mucha polución.

–¿Está el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado, el ISPA, participando en algún proyecto científico vinculado con el COVID-19?

–Sí. En el marco de esta crisis sanitaria, el Instituto Carlos III ha dispuesto de una bolsa de 24 millones de euros para proyectos exprés y varios grupos del ISPA, sobre todo los clínicos, están ya trabajando sobre ello.

–¿Cuántos y qué grupos?

–El detalle aún no lo sé porque el proceso no está cerrado, pero hay entre siete y ocho solicitudes de ayudas a la investigación. Son grupos de investigación del ISPA y casi todos del ámbito hospitalario, y no solo del HUCA.

–¿Cuándo dispondremos de una vacuna o tratamiento contra el coronavirus?

–Hay varios ensayos en marcha y uno de ellos se mostró efectivo en ratones. Ahora falta probarlo en humanos, en un ensayo clínico para ver si tiene toxicidad y si protege. Todo eso requerirá como poco un año.

–¿Habrá efecto rebote con el COVID?

–Muchos virus suelen tener más de una oleada. El de la gripe de 1918 repitió tres veces. Lo que vaya a ocurrir con el COVID-19 es una incógnita pero que vuelva a circular es una de las posibilidades. También habrá que estar muy atentos no solo a lo que pase en Estados Unidos sino en Latinoamérica y África, donde los sistemas sanitarios no son potentes.

–¿Y en España, el sistema sanitario resistirá el tsunami del coronavirus?

–Lo estamos pasando muy mal, pero de momento parece que vamos aguantado, sobre todo en las UCI. Los últimos datos sobre la evolución del número de casos son sensiblemente positivos y es factible que nos estemos aproximando a una situación de meseta.

–¿Cómo ve la situación en Asturias?

–Asturias, de momento, tiene una de las mejores situaciones del país. No vamos nada mal y por las cifras epidemiológicas que conozco, no se prevé que el escenario vaya ir a peor.

–¿Cómo ve el día después de la cuarentena?

–Lo veo difícil. Imagino que será una salida gradual, con la apertura por fases de la industria a la par que se tomarán medidas de prevención del contagio de la gente en la calle. Pedro Sánchez ya ha avanzado que el Gobierno está pensando en una salida de transición.

–¿Ya tiene pensado qué hará ese día?

–Seguramente lo celebraré con una buena cena con los amigos, tengo ganas de poder verles cara a cara.

–¿Presiento un exceso de videoconferencias?

–(Risas). Eso ya me pilla un poco fuera de tiempo, pero sí, hago y me hacen bastantes videollamadas, sobre todo la familia.

–¿Cómo lleva el confinamiento?

–Lo llevo bastante bien, no me aburro. Creo que soy resistente; esta situación me recuerda a la época en que tenía 19 años, cuando por culpa de una hepatitis A tuve que estar dos meses y pico a reposo en la cama. Así que me tomo esto como una segunda hepatitis (risas).

–¿Nos dejará algo bueno el coronavirus?

–Espero que nos deje como aprendizaje que hay que apostar por la sanidad pública y por buscar una salida conjunta de la crisis. También que la investigación debe ser prioritaria no solo cuando truena.

–Bueno, al menos, hemos aprendido a lavarnos las manos.

–(Risas). Sí, sí, y también que tenemos que avanzar hacia fórmulas de teletrabajo.

«En Estados Unidos, sin una sanidad pública potente, hará estragos»

l. torre

– ¿Estamos en guerra?

– Guerra, guerra no me parece, pero sí vamos a sufrir muchas de las consecuencias de un conflicto bélico. Habrá seguramente una recesión brutal y nos costará volver a levantar la cabeza.

– ¿Cómo cree que lo haremos?

– Me gustaría que fuera una salida solidaria y coordinada con el conjunto de Europa, pero visto como actuaron países como Alemania y Holanda me da la impresión que va a ser un poco el 'sálvase quien pueda'.

– ¿Le defraudó la actuación de Europa?

– Defraudar no, porque la Unión Europea ya actúo igual en la crisis anterior. Todo se resume finalmente en una división entre países ricos y pobres.

– ¿Considera que esta pandemia es lo peor que le ha pasado a España desde la guerra civil?

– Hombre, lo peor de la guerra civil, sin duda, fue Franco. La catástrofe humanitaria que dejaron sobre todo los diez primeros años de la dictadura franquista, con más de 150.000 muertos a consecuencia de la represión, no es equiparable con la actual pandemia. Sin quitarle un ápice de importancia a la crisis del coronavirus, la dictadura fue mucho peor.

– A las ocho de la tarde todos salimos a aplaudir por la sanidad pública, entre otros sectores que se están volcando para que la pandemia no vaya a más. ¿No le da rabia que aquellas comunidades que recortaron en sanidad ahora reclamen más dotación?

– Claro que me indigna. Algo que esta crisis puede dejar, pero dudo que cale porque cada grupo político tiene sus postulados, es la importancia de tener un sistema sanitario público potente. Mire lo que ocurre en Estados Unidos, donde hay una sanidad privada para ricos y otra para pobres. El coronavirus allí hará estragos porque hay muchísima gente sin protección sanitaria.

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