Cleopatra: La monstruosa moralidad de la trapecista

Malas y malos de serie ·

'Freaks', de 1932, tuvo una nueva vida a partir de los 60 con el reconocimiento de los festivales europeos

Domingo, 25 de agosto 2024, 00:14

Quizá Diane Arbus no hubiera hecho las fotos que hizo a gente extraña si no hubiera visto 'Freaks' ('La parada de los monstruos', hoy a lo mejor 'La parada de los neurodivergentes' o 'La parada de gente con capacidades diferentes'). La película tuvo una nueva ... vida a partir de los años 60 con el reconocimiento de los críticos y los festivales europeos. Porque cuando Todd Browning la estrenó en 1932, con la MGM y Irving Thalberg detrás, fue un fracaso. El director había hecho la brillante y taquillera 'Drácula' (1931). Pero una cosa era un vampiro de pega y otra, ver seres humanos fuera de la normalidad.

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Adaptaron el relato 'Spurs' (Espuelas) de 1923, donde los fenómenos aparecían de fondo. Harry Earles, el enano alemán protagonista, era amigo de Browning (habían trabajado juntos en 'The Unholy Tree, 1925, con Lon Chaney) y le sugirió adaptar el cuento de Todd Robbins sobre un enano que se enamora de una amazona del circo liada con el fortachón. Y ella, sabiendo que ha heredado su fortuna, se casa con el pequeño para envenenarlo. Es la historia de una venganza. La de los monstruos contra quien ha hecho daño a uno de los suyos.

Olga Baklánova (Cleopatra), que en la película es trapecista, es una mala malísima. Una Cruella de Vil que en lugar de dálmatas tiene compañeros de circo («¡Asquerosos, monstruos babosos!»). La actriz rusa, que había trabajado con Joseph von Sternberg, tuvo problemas con el sonoro por su fuerte acento, pero era perfecta para la malvada Cleopatra. Para escenificar la monstruosidad moral frente a la física. Se pretendió a Jean Harlow, pero rechazó el papel. Como también Mirna Loy rechazó ser Venus, la domadora de focas. En uno de los carteles de la película, pusieron una frase de Louella Parsons: 'Por puro sensacionalismo, 'Freaks' supera a cualquier película anterior. Es más fantástica y grotesca que cualquier burrada que se haya escrito'. Susan Sontag tuvo la misma estrechez con la obra de la fotógrafa Arbus: «Su obra es reactiva contra el decoro, contra lo aprobado. Era su manera de decir 'a la mierda con Vogue, a la mierda con la moda, a la mierda con lo bonito'…».

Especial y preciosa

En 'Freaks' no hay nada reprochable. A los fenómenos no se les muestra en su exhibición y explotación sino en su vida cotidiana. El director añadió auténticos fenómenos de feria como secundarios que acabaron siendo la principal atención y lo que hace especial la película. Y preciosa. Como esa escena del principio en la que Madame Tetrallini saca a los microcefálicos al campo. La película puede ser de terror por la venganza, pero por nada más. Muchos años después, en 'American Horror Story: Asylum', vimos una microcefálica. Pero era falsa, una brutal transformación en maquillaje de la actriz Naomi Grossman. Con el rodaje en marcha, Louis B. Mayer se encontró en el set con esos secundarios que Browning había ido reclutando en circos y teatros y casi le da un pasmo. Quiso parar la película, pero Thalberg salió a defender al director. Hasta puso un bar para ellos porque otros trabajadores de la Metro también se quejaron. Ríete del bar de 'La guerra de las galaxias'. Y ríete del incesto del doblaje español de 'Mogambo' cuando en 'Freaks' los enanos y novios Hans y Frieda eran hermanos (formaban parte de The Doll Family).

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Hay un final aterrador, aunque rebajado con otro feliz. Y solo se ve cómo queda Cleopatra (mitad mujer, mitad pajarraca), no Hércules, el fortachón (castrado y con voz de soprano). Los 90 minutos fueron recortados a 64. Pero es, como dice Buñuel en 'Mi último suspiro', la única película que hubiera querido hacer.

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