Los astronautas gemelos idénticos Mark y Scott Kelly se sometieron al mismo estudio durante un año con uno de ellos en el espacio. NASA

Los científicos exigen regular las investigaciones en los vuelos espaciales comerciales

Ciencia y desinformación en el espacio ·

Una tribuna en 'Science', firmada por expertos de 25 instituciones de primer nivel, asegura que se podrían arriesgar vidas y divulgar datos de baja calidad

Sábado, 30 de septiembre 2023, 00:13

Cuando el astronauta Scott Kelly regresó a la Tierra después de permanecer en el espacio exterior durante 340 días había sufrido mutaciones genéticas producidas por el viaje, algo que se comprobó gracias a que su hermano gemelo, Mark, permaneció protegido por la atmósfera haciéndose las ... mismas pruebas que él. Un ejemplo de minuciosidad de recogida de muestras y análisis de datos.

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Este tipo de estudios con humanos son comunes desde los años sesenta y son realizados por las agencias espaciales, como la Nasa o la europea, en colaboración con universidades e instituciones. Había un monopolio estatal de las grandes potencias sobre naves y cohetes, lo que facilitaba el control. Pero las cosas han cambiado en este siglo, con el auge de los vuelos privados y el turismo espacial.

La intromisión de corporaciones y millonarios, con ideas duplicadas y a veces disparatadas, preocupa a los científicos por la aportación de datos de dudosa fiabilidad e intención en el debate y la veracidad de la información. Los 'fake' podrían ser tan omnipresentes como los satélites de Starlink. «Deberían aspirar a la excelencia científica», mantiene un artículo en 'Perspectivas' de la revista 'Science', la tribuna más visible para los académicos.

Firmado por investigadores de 25 instituciones de primer nivel, como la Nasa, las universidades de Washington, Harvard y John Hopkins o el Colegio de Medicina de Baylor (Texas) el documento pide «establecer prioridades de investigación» y una «revisión científica y ética» a los vuelos comerciales. «Para demostrar confiabilidad y reducir su propio riesgo y responsabilidad, las empresas deben emitir políticas y desarrollar mejores prácticas para garantizar que la investigación patrocinada se realice de manera ética y socialmente responsable».

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Bioética y salud

«Los estudios mal diseñados, duplicados y de baja prioridad generan datos de mala calidad», prosigue el editorial. «Nublan la base de evidencia, ponen en peligro a los participantes y desperdician recursos. La mala ciencia también es mala para los negocios», sostienen. Se teme por las vidas de los que se embarquen en estos experimentos, aunque confían en «una amplia oportunidad para la colaboración en ambos frentes que sea consistente con nuestro marco ético propuesto».

El turista espacial Guy Laliberte, en 2009 en el Soyuz (arriba); la primera mujer turista espacial, Anousheh Ansari, en 2006, y (abajo) el astronauta David Saint-Jacques con un experimento nutricional en la Estación Espacial Internacional, en 2019. Nasa / Reuters

Los expertos en bioética, salud espacial y salud pública solicitan que exista una política de regulación estatal para que sea «segura» e «inclusiva», ahora que ha comenzado a corregirse, aún con timidez, que los datos provenían de astronautas todos hombres de raza blanca, como los gemelos Kelly. Una «gestión global en la diversidad de los participantes» sería una de las normas del «marco ético».

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«La investigación sobre vuelos espaciales debe involucrar y ser realizada por personas y comunidades representativas de la diversidad de la humanidad», especifican en el artículo. Piden aplicar las «políticas existentes» como el consentimiento libre e informado, aportar los máximos beneficios para la sociedad, minimizando riesgos y con protección y gobernanza de datos.

Espacio para todos

La intromisión espacial comenzó hace más de dos décadas, con la visita de ocho días de un empresario norteamericano, Dennis Tito, a la Estación Espacial Internacional (ISS) a bordo de la nave rusa Soyuz. Desde este primer turista, los privados apuntan a mayores retos, no sólo alcanzar la estratosfera o dar una vuelta por la Luna. Con Marte en la mira y fondos ingentes -varios multimillonarios patrocinan estas aventuras-, los autores del artículo '¿Autorizado para despegar? Se necesitan directrices éticas para la investigación humana en vuelos espaciales comerciales' proponen seguir cuatro «principios rectores»: responsabilidad social, excelencia científica, proporcionalidad y administración global».

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El futuro próximo, discutido en un encuentro de científicos realizado recientemente en Estados Unidos y del que salieron estas conclusiones, se avista con «miles de personas en el espacio» y tal vez más lejos de lo que llegarán las iniciativas públicas. Expuestos a las radiaciones y otros elementos que causan efectos en el organismo terrestre -como pérdida de masa ósea y muscular, defectos ópticos, cambios inmunológicos e incluso detención del envejecimiento-, los empleados y pasajeros podrían ser claves para su propia seguridad y la de los próximos viajeros. Sin embargo, puntualizan los firmantes del artículo, esta participación debería ser «voluntaria».

En el documento señalan que «todos los posibles participantes deben estar plenamente informados sobre el valor social de cualquier protocolo de investigación propuesto». En un estudio que reporte «beneficios a la sociedad», se puede justificar un incentivo, «siempre y cuando el incentivo se calibre con los riesgo.

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Las compañías comerciales pueden dar preferencia a aquellos que deseen participar en la investigación, pero se necesita mayor atención ética para determinar si son elegibles para volar incluso si rechazan participar en la investigación». En uno de los vuelos de SpaceX -privada que goza de financiamiento público- incluso se valoró, en palabras de su dueño Elon Musk, tener una «hermosa sonrisa». Para el panel de expertos, el astronauta debe decidir en cuál estudio participa. «Ahora es el momento oportuno para desarrollar reglas claras para la investigación ética», sostienen los científicos.

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