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El matraz efervescente que fabricó la científica. E. C.

«La ciencia mola porque nos mantiene protegidos»

Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Ana María Fernández Cueto, Científica Quimi, guio una clase en la que las niñas y los niños hicieron experimentos y descubrieron a investigadoras relevantes

ANA RANERA

Viernes, 12 de febrero 2021, 02:14

Diversión y ciencia fueron ayer de la mano en la clase magistral que Ana María Fernández Cueto, científica Quimi, impartió a través de la web ELCOMERCIO.es con motivo del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta sesión, patrocinada por Impulsa Gijón, permitió a las peques y los peques acercarse a la investigación y descubrir ese maravilloso universo tan sumamente desconocido para la mayoría.

La aventura arrancó con Científica Quimi rodeada de los cacharros necesarios para dejarse llevar por la experimentación. Al otro lado de la pantalla, mientras tanto, las niñas y los niños se preparaban para seguir sus pasos y aprender todo lo que esta experta les iba a ir enseñando. La tarde apuntaba maneras y no defraudó porque, nada más comenzar, las familias ya recibieron la primera lección, esa que les explicaba por qué la ciencia es tan importante. «La ciencia mola porque nos mantiene protegidos», aseguraba entonces Fernández Cueto. Y hacía imaginarse a sus espectadores que, durante un viaje, sufrían un accidente de coche. En ese caso, les saltarían los air bags «hechos con una sal inorgánica», uno de los muchísimos ejemplos que se podrían poner de la ciencia salvando vidas.

Teniendo en cuenta la efeméride que ayer se conmemoraba, en la clase, no podía faltar el recuerdo a algunos de los nombres femeninos de ayer y de hoy más destacados en la investigación: Margarita Salas, Rosa Menéndez, Margarita del Val y María Berdasco. De cada una de ellas, contó alguna de las máximas que impulsaron e impulsan sus carreras en las que las cosas, aunque no fueran fáciles, pudieron ser, gracias a su empeño.

Y, tras ese repaso, tocó despertar vocaciones con dos experimentos que dieron rienda suelta a la imaginación y al arte. En el primero, Científica Quimi enseñó a las niñas y los niños «la fórmula secreta de la pasta de dientes» en la que, después de hacer varias mezclas en una botella de agua, los peques pudieron ver cómo la espuma rebosaba burbujeante y se derramaba. Aquello, más bien, parecía un volcán que obligó a los pequeños investigadores a recogerlo todo y lavarse bien las manos para prepararse para el siguiente experimento.

En este, tocaba dejarse llevar por la vena artística, diseñando un matraz. Después de dibujarlo sobre un cartón, con varios trozos de pajitas de colores, quedó señalado su contorno y esos pequeños conductos se rellenaron posteriormente con bicarbonato de sodio y vinagre, lo que hizo que empezaran a burbujear. «Estamos combinando arte y ciencia con el sorprendente mundo de la efervescencia», resumía Científica Quimi.

Para acabar la sesión, Fernández Cueto propuso a los niños que, en un paseo por la playa, recogieran algunas conchas «para seguir despertando la curiosidad» al meterlas en un bote con vinagre. «El vinagre, en poco tiempo, se las va a comer», les anunciaba.

Tras esta propuesta para hacer en familia, la química recordó a los peques la importancia de estar «siempre cacharreando» para mantener viva la curiosidad. Y eso hicieron en esta sesión que seguro que despertó «alguna vocación científica», al descubrir los peques que la ciencia puede ser muy divertida y que es un camino que pueden transitar las niñas, porque antes de ellas, hubo muchas otras que pelearon para que hoy ninguna se quede por el camino; para que todas puedan llegar hasta donde quieran.

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