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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Viernes, 12 de febrero 2021, 01:55
La Caja de las Letras también tiene un inmenso hueco para las ciencias. Este emblemático depósito que gestiona el Instituto Cervantes recibió ayer 'in memoriam' un cuaderno de laboratorio de 1956 del Nobel asturiano Severo Ochoa (Luarca, 1905-Madrid, 1993). Eran los tiempos en los ... que el bioquímico valdesano trabajaba en la Universidad de Nueva York, y aquellas investigaciones le valieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. Cedido por el Museo de las Ciencias de la Ciudad de las Artes de Valencia, y propiedad de Fundación Bancaja, fue el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, quien lo depositó en la caja de seguridad número 1.709. Allí, en la antigua cámara acorazada, estará hasta dentro de un año el trabajo que Ochoa realizó sobre la enzima polinucleótido fosforilasa y conduciría a la síntesis del ácido ribonucleico (ARN). Base fundamental para el estudio del código genético, le llevó a compartir méritos en Estocolmo junto con el estadounidense Arthur Kornberg.
El simbólico acto sirvió para poner de relieve la importancia de la ciencia, pero también para estrechar vínculos entre el Instituto Cervantes y el Principado de Asturias. La consejera de Cultura, Berta Piñán, asistió junto al ministro Pedro Duque. «Un referente para la ciencia» es, a su juicio, el científico asturiano que representa «un caso paradigmático de cerebro fugado», algo a corregir y mejorar. Duque reivindicó la enorme rentabilidad de la ciencia.
El director del Cervantes, Luis García Montero, reflexionó sobre el papel de las lenguas en la ciencia. El cuaderno está en inglés, pero el castellano ha de tener también hueco en los laboratorios. «Lo que pretendemos quienes defendemos su uso en el ámbito científico no es sustituir al inglés (...), lo que defendemos es la dignidad de quien investiga en español; el trato justo a nuestro idioma». O dicho de forma más poética: «Que nuestro idioma sirve para el soneto y para la fórmula».
El «científico universal» que nunca perdió el vínculo con España estuvo también presente en las palabras de la consejera asturiana Berta Piñán. «Es una huella intelectual ligada sobre todo al estímulo y al ejercicio de la investigación entre las nuevas generaciones que están llamada a la labor de investigar para encarar los retos que se avecinan». Es más, refrendó la consejera el compromiso del Gobierno asturiano con la ciencia y el objetivo «de incorporar más investigadores al ecosistema». Pero también rememoró otros nombres de asturianos ilustres con legado en la Caja de las Letras, empezando por Margarita Salas, continuando por Amelia Valcárcel y sin olvidar a Antonio Gamoneda.
Pero más allá de conmemorar a Ochoa, el acto de ayer sirvió para reforzar vínculos con el Instituto que lleva la cultura española por todo el mundo. Piñán recordó que ha habido ya proyectos conjuntos, como las exposiciones de artistas asturianos como Miguel Galano y García de Marina, y no dejó de lado la llingua asturiana. Piñán quiso reconocer al Ministerio de Ciencia e Innovación el haber asumido la primera ayuda efectiva a la Academia de la Llingua Asturiana, «una cuestión relevante, puesto que la equipara al resto de las academias de la lengua que existen en nuestro país». El agradecimiento se hacía en el mejor marco: «El lugar y el momento son oportunos para recordarlo, por la labor del Instituto Cervantes en lo que hace referencia a la difusión y la promoción de la diversidad lingüística y cultural».
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