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Alberto Rallo y Javier Martínez
Miércoles, 31 de enero 2024, 09:37
Las investigaciones policiales han arrojado luz sobre las amistades y relaciones sexuales que el sacerdote asesinado mantenía, presuntamente, con jóvenes que malvivían en las calles de Valencia. Horas antes de que fuera asfixiado en su domicilio, Alfonso López tuvo un encuentro sexual con un ... hombre que tiene una discapacidad intelectual del 43%, según contó a los investigadores el propio varón, y también mantenía una relación íntima, aunque con altibajos y discusiones, con el presunto homicida desde el verano del año pasado.
La Policía descubrió estas relaciones secretas tras tomar declaración al portero del edificio donde residía el clérigo y a un hombre de nacionalidad rumana que hacía labores de secretario y conductor del religioso. Desde hace 12 años, el chófer conocía muy bien la conducta y las inclinaciones sexuales del cura, porque lo acompañaba en muchas ocasiones cuando tenía contactos con jóvenes que malvivían en la calle. Según la declaración de este hombre, el sacerdote mantuvo relaciones con algunos de los varones que frecuentaban su domicilio de la calle Avellanas.
El testigo manifestó que sospechaba que los encuentros sexuales tenían lugar con el consentimiento de los jóvenes a cambio de dinero, entre 200 y 300 euros, una cantidad que el religioso justificaba «como recompensa por los recados que hacían».
El clérigo conoció al joven con discapacidad hace seis meses en la estación de autobuses de Valencia. Entabló una conversación con él, lo invitó a un café y le pidió el número de teléfono. Semanas después, el cura contactó con el hombre de 34 años y lo convenció para que viajara a Valencia, ya que está viviendo en otra ciudad española.
El sacerdote se ofreció a pagarle el billete de autobús y le invitó a quedarse en su casa para dormir, puesto que el joven le dijo que no disponía de dinero suficiente para alojarse en un hotel. Finalmente, el joven con discapacidad se trasladó a Valencia, aunque el billete al final lo pagó su expareja, porque desconfiaba del cura.
Según las investigaciones policiales, el hombre llegó a la estación de autobuses de Valencia en la madrugada del viernes (19 de enero), y el clérigo, acompañado de su chófer rumano, acudió a recogerlo. Los tres hombres subieron en un coche y se trasladaron al domicilio del clérigo, en la calle Avellanas cerca de la Catedral de Valencia.
Allí durmió el joven con discapacidad el primer día, compartiendo cama con el sacerdote. Y a la noche siguiente, el sábado 20 de enero (tres días antes del hallazgo del cadáver), el cura y el joven mantuvieron un encuentro sexual en la vivienda del Arzobispado, la casa donde vivía el religioso. La Policía conoció estos hechos por las declaraciones del conductor rumano y del propio discapacitado.
Los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional descubrieron esta relación cuando reconstruyeron las últimas horas de vida de la víctima para identificar y detener al autor del crimen. Además, el sacerdote mantenía «una estrecha relación», según las investigaciones policiales, con el presunto homicida, Miguel Tomás V. N., de 40 años, quien había estado alojado unos días en el apartamento del clérigo en El Perelló.
El indigente peruano llegó a un acuerdo con el cura para que le dejara dormir en su segunda residencia junto a la playa a cambio de limpiar, pero tres días después discutieron porque no adecentaba la casa y Miguel Tomás mostró una actitud muy agresiva. La víctima y el presunto asesino se conocieron en el verano de 2023 y el trato había sido tenso en algunos momentos de la relación.
El chófer declaró que el clérigo le pidió que le acompañara el día que se citó en el piso de la calle Avellanas con el indigente para decirle que se marchara del apartamento, ya que temía que le pudiera hacer algún daño después de la violenta discusión que habían tenido.
El individuo no quería desalojar la casa de El Perelló, pero al final accedió y el conductor ya no volvió a ver al sospechoso del crimen. Meses después, el eclesiástico y Miguel Tomás reanudaron la relación. Prueba de ello es el testimonio del portero, quien vio a los dos hombres varias veces juntos cuando entraban o salían de la vivienda.
La muerte por asfixia del canónigo emérito de la Catedral de Valencia causó una gran conmoción en Valencia. El sacerdote Alfonso López Benito, de 80 años, fue hallado muerto el 23 de enero en su domicilio con signos de asfixia y otros indicios criminales. La víctima estaba en ropa interior sobre la cama y tenía magulladuras cerca de la comisura de los labios. La Policía halló un trapo de cocina junto a la almohada.
El clérigo había ayudado en los últimos años a varios indigentes, entre los que se encuentra el detenido como sospechoso del crimen, pero mantenía en secreto que les pagaba dinero a cambio de sexo.
Según las investigaciones, Miguel Tomás V. asfixió al sacerdote y luego utilizó sus tarjetas de crédito para sacar 2.700 euros de cajeros automáticos. También realizó compras con ellas en un centro comercial y un pub de Valencia. Los agentes del Grupo de Homicidios detuvieron al sospechoso tras seguir el rastro de las tarjetas, y encontraron el teléfono de la víctima en la habitación del hostal donde se alojaba el presunto homicida.
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