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José Antonio Guerrero
Madrid
Viernes, 13 de septiembre 2024, 09:32
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quiere rebajar a 0,2 gramos por litro la tasa máxima de alcohol en sangre para todos los conductores al entender que la sociedad española «está madura para aceptar este cambio y reducir aún más la siniestralidad de las carreteras». Actualmente el tope máximo general es de 0,5 gramos salvo para conductores nóveles y profesionales, que se sitúa en 0,3 gramos.
La medida se llevaría a cabo mediante una reforma del artículo 20 del Reglamento General de Circulación, enfocada a aumentar la seguridad de los usuarios más vulnerables. El pasado junio ya se planteó la rebaja al 0,2, pero solo para conductores nóveles y profesionales.
Según explicaron ayer fuentes de la Dirección General de Tráfico (DGT), en el trámite de audiencia pública de la reforma del reglamento –que concluyó a finales de julio– han recibido «numerosas» alegaciones para que la rebaja al 0,2 se extienda a todos los conductores sin excepción.
El anuncio lo realizó ayer Marlaska en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum en el que dijo apostar por este cambio atendiendo a la petición de las asociaciones afectadas por la «violencia vial», que ha dejado 241 fallecidos en las carreteras en el balance de este pasado verano. «En más de la mitad de los siniestros aparece el alcohol o las drogas como determinante», subrayó el ministro para justificar la medida.
Desde Stop Accidentes, una de las principales asociaciones de víctimas de siniestros viales, han aplaudido la medida, aunque habrían preferido «bajar la tasa a cero», como dijo ayer su vicepresidente David Pérez Landazábal, quien sufrió en sus propias carnes los estragos del alcohol. Él mismo, que ahora tiene 56 años, tuvo un grave siniestro de moto con 20 años, poco después de quedarse huérfano tras un accidente de tráfico en el que sus padres perdieron la vida por culpa de otro conductor que se salió de la vía.
A cuenta de aquella tragedia, David empezó a beber más de la cuenta y una noche cuando regresaba a casa en su moto, se empotró a 160 kilómetros por hora contra una farola en el Paseo de la Castellana de Madrid. Estuvo a punto de morir (de hecho estuvo unos segundos muerto hasta que lograron reanimarle) y pasó quince veces por el quirófano.
Por eso hoy, lejos del alcohol, su testimonio cobra más sentido: «La medida es una gran noticia, pero sería aún mejor si no dejásemos flecos. No hay otra cantidad que nos pueda dejar contentos que 0,0. Parece que no aprendemos porque con 0,2 damos pie a algo, y aquí y con la trayectoria que llevamos, no se puede hacer eso. Hay miedo a las reacciones y a que haya contestación social, pero cuando se prohibió fumar en lugares públicos mucha gente decía que era una locura, que en España no se iba a poder aplicar, y mira, no solo se pudo, es que ya ni nos acordamos. Que tenga firmeza y no tenga miedo, estamos hablando de vidas», emplazó Landazábal al ministro.
El grave problema del alcohol en las carreteras españolas se puede observar en los resultados de la última campaña de vigilancia de la DGT, que se llevó a cabo entre los pasados 19 y 25 de agosto y en la que los agentes de la Guardia Civil detectaron cada día a 543 conductores que habían ingerido alcohol u otras drogas. Además, el informe 'Víctimas mortales de Tráfico 2023', realizado por el Instituto Nacional de Toxicología y presentado el pasado julio, revela que un 33% de los conductores fallecidos en siniestros viales y a los que se hizo autopsia habían consumido alcohol.
Unas tablas publicadas por la DGT en 2022 sobre la tasa de alcoholemia de las bebidas más habituales recoge que una cerveza estándar (un tercio o 330 ml) con un contenido de alcohol del 5% puede elevar la tasa de alcoholemia entre 0,21 y 0,28 gramos por litro de sangre en hombres de entre 70 y 90 kilos, y entre 0,34 y 0,48 en mujeres de entre 50 y 70 kilos. Si se trata de un vaso de vino (100 ml), la tasa es de entre 0,16 y 0,20 en hombres y entre 0,25 y 0,35 en mujeres.
Con todo, fuentes de la DGT insisten en desterrar la idea de que con un consumo «moderado» de alcohol se puede conducir. «Al volante ni una caña ni un vaso de vino. A la carretera no le importa cuánto has bebido. Solo cero tiene cero consecuencias», recuerdan.
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