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CARMEN DEL SOTO
Domingo, 4 de julio 2021, 01:52
En pleno centro de Cudillero, uno de los pueblos más visitados y, por tanto, más turísticos de la región asturiana, tienen su casa Sonia Martínez Fernández y Ángel Marqués Marqués. Y a su lado, nada más cruzar la calle, se encuentra el Bar Casa Julio en el que ambos desarrollan su trabajo como hosteleros.
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Con antecedentes familiares en Somao y habiendo nacido en Muros del Nalón, Sonia llegó a la villa pixueta con ocho años al comenzar su madre a trabajar como cocinera en uno de sus numerosos restaurantes. Ella sería su mentora dentro de la profesión -a los 14 ya era aprendiz de camarera y a los 20 ayudante de cocina-, pero ello no fue impedimento para que siguiese con sus estudios, de peluquería por un lado y como auxiliar de geriatría por otro. Sería dentro de esta especialidad donde acabaría trabajando, concretamente ocho años en residencias de la tercera edad. Hasta que Ángel y el 'Julio' se cruzaron en su camino y la hostelería volvió a imponerse. Se trata de un establecimiento con 58 años de antigüedad, abierto por Angelina y 'Marculeta', padres de su marido, que incluso llegó a ser bar de copas y al que ellos le han dado un giro hasta convertirlo en restaurante de carta y tapeo.
Desde su terraza divisan su piso, que ocupa una planta de un edificio que hubo de ser sometido a rehabilitación tras haber sufrido un incendio. Está en plena Plaza de la Marina, con la antigua lonja de pescado al frente y la rampa del puerto a la vista. De hecho, forma parte del anfiteatro pixueto, formado por decenas de casas escalonadas y pintadas de colores, que le ha dado la fama a Cudillero.
La de Sonia es azul y llama la atención la cantidad de ventanas y balcones que tiene. El principal está en el salón y se adorna, en la parte superior, con una vidriera de colores enmarcada entre los cortinones de estampado floral. El mueble librería, la mesa de centro y el aparador de madera hacen juego y encajan con el sofá, tapizado en ante al igual que las sillas de comedor, y los sillones orejeros, en la gama de tonos beige y camel. El equipo de interioristas de Bernardo Muebles le asesoraron en su compra al igual que con el mobiliario de los dormitorios, con armarios hechos a medida para cada uno de ellos, siendo reseñable que dicha tienda está en El Pito, dentro de la propia localidad de Cudillero. Y que , sin salir del concejo, en Oviñana, se encontraron las alfombras pasilleras y las cortinas.
A destacar, igualmente, el uso del papel pintado como elemento decorativo por toda la casa, combinado con el blanco de las paredes en el pasillo y como cabecero de las camas a juego con los textiles que las visten. Sus estampados, a base de rayas y botánicos, se bastan para funcionar a modo de cuadros, captando toda la atención.
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En la cocina, de almacenaje cerrado y amplia encimera, aparecen las tonalidades grises, que funcionan sin problema al ser exterior y disfrutar de una buena iluminación natural. Algo que se deja notar en toda la vivienda, en la que, salvando la lámpara de comedor, se han instalado óculos.
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