Del PC de casa al cerebro de un avión de combate

En este contexto, la ciberseguridad es un aliado inexcusable, como demuestran los ataques registrados el último año. Entre los más sonados, destaca el que sufrió Adeslas, seis semanas paralizados los sistemas informáticos que gestionaban las pólizas y autorizaban pruebas médicas a causa de un 'ransomware'. O Mapfre, cuando un código malicioso inutilizó sus servidores impidiendo trabajar al 90% de su plantilla durante días. También la farmacéutica Zendal, víctima de una estafa de 9 millones cuando un hacker suplantó la identidad del director general (phishing) y encadenó varias órdenes de transferencias bancarias. Vueling, Nacex, Prosegur... muchos más engrosan la lista.

Diéguez ha trabajado dos décadas en Indra, proveedor de referencia del Ministerio de Defensa y uno de los grandes 'players' junto a la francesa Thales en sistemas aeronáuticos. El director del BCSC ilustra el salto tecnológico tomando como ejemplo la evolución de los vehículos militares. «Hace 30 años un caza estaba gobernado en un 5% por un software, mientras que hoy en día esos programas ejecutan más del 80% de sus funciones».

El problema es que «todo lo que tiene conexiones es ciberatacable, y eso exige a redoblar esfuerzos en el ámbito de las telecomunicaciones para neutralizar amenazas». Lo cierto es que es mucho más barato crear ciberarmas que ojivas nucleares. También efectivo: si un gobierno lanza un ataque contra un enemigo y desactiva antes las centrales nucleares, interrumpe sus comunicaciones o deja sin electricidad sus hospitales, ha dado un paso de gigante en la consecución de sus fines. Y todo ello sin disparar un solo tiro.