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Iglesia de Santiago de Abres. FOTOS: PABLO A. MARÍN ESTRADA
Por las riberas de Suarón al paso del barquero de piedra de A Ponte Vella
HISTORIAS DEL CAMINO DE SANTIAGO

Por las riberas de Suarón al paso del barquero de piedra de A Ponte Vella

Cada vez más cerca de Santiago. Desde la orilla lugesa, el viajero todavía tendrá ocasión de volver a pisar tierra del Principado en el breve tramo del concejo de Santirso de Abres

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Domingo, 27 de marzo 2022, 12:55

La ruta histórica del Camino del Norte sigue fiel a la ribera asturiana del Eo, dejando atrás Seares y su leyenda necrofílica del sepulcro de La Searila, también Presa y el impresionante Cristo labrado en una hornacina de la llamada Casa de Prim, azul como el de las mañanas luminosas de primavera. De allí avanza entre embarcaderos de lanchas solitarias y muelles de astilleros hacia la villa de Vegadeo/A Veiga, sin dejar de mirar a la ría recibe mansamente las aguas del Suarón. El río que lleva el nombre del Honor que agrupó en su día la parte baja de los territorios eonaviegos nace en la Sierra de la Bobia, próximo a Paramios, donde hubo una importante alberguería jacobea y en cuyo camino, con motivo del Año Santo de 1770, se alzó un crucero de granito para que los peregrinos se detuvieran a meditar sus rezos ante él. Descendiendo el curso del Suarón y aprovechando la orografía del estrecho valle de Meredo, en el que funcionó un mazo de ferrería desde el siglo XVIII que aún sorprende al caminante con su recia arquitectura y la energía del caudal rompiendo en la cascada que llenaba el 'banzao' para la fragua. Aunque el itinerario actual ya no pase por ahí, merece la pena desviarse a recorrer esos tramos fuera del mapa para admirar el viejo ingenio hidráulico y acercarse río abajo al lugar de Piantón, antigua capital del concejo, con su 'falso' puente medieval, construido en 1844 sobre los pilares del primitivo del siglo XII, y su iglesia con un interesante conjunto de retablos barrocos y en cuyo exterior luce un llamativo reloj de sol marcando las horas de la recoleta plazuela.

El viajero que haya optado por el paseo remontando el Suarón de vuelta a la capital para seguir la ruta oficial puede reconciliarse con su destino invocando a su patrón, el mismísimo San Roque, con el que tantas veces ha ido encontrándose a lo largo del Camino. Callejear por La Galea o la siempre animada Alameda le brindará la ocasión de disfrutar de un paisaje urbano ya poco habitual de contemplar en otras villas asturianas, con las coquetas fachadas de galerías y corredores de unos edificios que parecen trasladarnos a un rincón de Dublín o del Boston decimonónicos, el tiempo en el que fueron alzados muchos de estos parientes cercanos vegadenses. Nos despedimos de A Veiga para ascender a Miou, Bustelo y A Cruz, antes de llegar a otro de los hitos jacobeos de la etapa, los imponentes muros arruinados del Mesón de la Sela de Murias, al pie de una secular encrucijada, que fue hospedaje de arrieros, romeros y demás gentes de legua.

En Abres otro testigo del tiempo saluda al peregrino, el palacio-castillo de El Pividal o de Miranda, del siglo XVI, y su abigarrada arquitectura. La iglesia parroquial de Santiago, consagrada al apóstol de Compostela, conserva en la impresión de su fábrica la esencia de su impronta renacentista. De su relevancia jacobea es prueba el privilegio que le otorgó en 1783 el papa Pío VI para conceder indulgencia plenaria a todos los que la «visitaren devotamente» en la jornada de su fiesta: «Desde las primeras vísperas hasta la puesta de sol de ese mismo día». Igual de confortados la dejarán a sus espaldas quienes hayan pasado por ella ahora -da igual el santo que celebre el calendario- para dirigir sus pasos hacia el Puente do Fornacho que une sobre el Eo las tierras de Asturias y Galicia, digno heredero de A Ponte Vella, el barquero de piedra que ayudó a cruzar el río a legiones de peregrinos hasta su naufragio por ruina a fines del Siglo de las Luces.

Desde la orilla luguesa, el viajero todavía tendrá ocasión de volver a pisar tierra del Principado en el breve tramo del concejo de Santirso de Abres. Cada vez más cerca de Santiago.

«Intentamos estrechar el vínculo del peregrino con el pueblo»

Lilian Campos, hospitalera del Albergue de Vegadeo

P. A. M. E.

Lilian Campos, brasileña enraizada en Vegadeo hace años, lleva al frente del Albergue 'Mar y Montaña' desde 2018. Antes de convertirse en hospitalera realizó el Camino a Santiago con su hija dos veces, una vivencia que cree «importante para entender lo que sienten los peregrinos y sus necesidades».

Desde el alojamiento, municipal con gestión privada, afirma: «Intentamos recuperar este tramo histórico porque un gran porcentaje de gente va por Ribadeo. Por eso lo mantenemos abierto todo el año y también realizamos tanto en invierno como en verano diversas actividades culturales para estrechar el vínculo entre quienes se hospedan y la gente del pueblo o artistas de la zona».

La responsable del equipamiento recuerda el arraigo del concejo con las rutas jacobeas, documentado en los varios hospitales que hubo en él y en un hecho que a veces parece ignorarse: «El Puente de los Santos hace apenas treinta y pocos años que está ahí, antes la gente contorneaba la ría». En cuanto al perfil de quienes pasan por el albergue, «es muy variado»:«Hemos recibido personas de más de 23 nacionalidades y en común tienen el buscar una ruta sin la masificación de otras que les permita caminar consigo mismos».

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