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EL COMERCIO
Gijón
Miércoles, 1 de mayo 2019, 11:22
Cremación, entierro o compostaje. En el estado de Washington ya es posible elegir entre estas tres opciones al fallecer. Quien lo desee podrá convertirse en abono para jardines y cultivos en lugar de ser incinerado o enterrado en un ataúd. La propuesta ya ha ... sido aprobada por el Senado y solo necesita la firma del gobernador Jay Inslee, el último requisito para que la medida se apruebe.
«Polvo eres y en polvo te convertirás»: una máxima que se ha repetido por siglos como una forma de definir lo que ocurre con nuestro cuerpo una vez acaba la vida.
Sin embargo, en el estado de Washington, Estados Unidos, han decidido cambiar un poco esa aproximación: en vez de polvo, el cuerpo humano puede convertirse en el compostaje perfecto para jardines y cultivos.
La idea, que fue aprobada la semana anterior por el Senado estatal y está a la espera de la firma del gobernador Jay Inslee para su visto bueno final, es convertir el compostaje en una alternativa al entierro o la cremación, mediante un proceso que dura 30 días y por el que el cadáver se convierte en abono natural.
Una idea que cada vez tiene más adeptos en EE.UU. como una forma de aportar al medio ambiente después de la muerte. Y sobre todo, hacerlo de forma legal, porque en muchos países está prohibido disponer de restos humanos por fuera de cementerios o sitios de entierro autorizados.
La mayor impulsora de esta nueva ley es Katrina Spade, impulsora del proyecto 'Muerte urbana' y de la fundadora de la compañía 'Recompose' con sede en Seattle. Allí se garantiza que un cadáver se puede convertir en abono fértil en tan solo 30 días. Lo consiguen con medidas para acelerar el proceso natural de descomposición.
Su método consiste en seguir el proceso de compostaje tradicional, ese que consiste en descomponer la materia orgánica con microorganismos hasta convertirse en tierra. Su receta para potenciar la descomposición consiste en añadir una mezcla de astillas de madera, así como otros ingredientes biodegradables para que microbios y bacterias hagan su trabajo con mayor rapidez y aceleren la descomposición. Todo el proceso sucede a unos 55 grados centígrados de temperatura para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas, dicen los impulsores de la idea.
Con esta fórmula, se evita también el uso de potentes químicos que pueden ser carcinógenos, como el formaldehído, utilizados en el proceso de embalsamamiento de cadáveres.
Es una opción ecológica, aunque también puede ser más costosa que las fórmulas tradicionales. Se calcula que convertir en abono un cadáver humano puede costar 5.500 dólares frente a los 7.000 dólares de un entierro tradicional o los mil de una cremación.
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