Buscando líderes sensatos para salir de la crisis

En este sentido, creo que lo más sencillo es simplificar el concepto, clasificándolo en dos categorías, a saber: liderazgo sensato y liderazgo falso. Hay una carencia manifiesta de líderes sensatos en todos los ámbitos de nuestra sociedad, pero especialmente en el ámbito político. Esta evidencia es preocupante. Sin embargo, hay exceso de líderes falsos que demuestran cada día su incapacidad.

En mi opinión, las características más destacadas de cada categoría serían las que describo a continuación.

Un líder sensato es aquel al que no le preocupa adaptarse a ningún modelo, código o forma de actuar, esta enraizado en todo lo que forma parte de su entorno, sabe lo que es adecuado, y si no está seguro lo pregunta.

Su conocimiento proviene de la brújula moral interna, no se pliega a determinadas políticas, ni procedimientos o sistemas.

El líder sensato no recurre a la fuerza para conseguir lo que quiere, no siente la necesidad de dominar a otros, inspira, no intimida, utiliza el convencer, no el vencer, posee confianza en lo que es como persona y se pone al frente de lo que pueda venir. Tiene dominio sin necesidad de manipular a las personas.

El líder falso es a menudo el resultado de algún diseño, o quizás de algún guion, se sustenta en la imagen, necesita más consultar con su imagen que entrar en acción, y cuando se confunde la imagen con quien se es realmente, se pone como prioridad lo suyo, precisamente porque es una cuestión de servirse y no de servir.

Si ahora echamos un vistazo a nuestro panorama socio-político, podremos seguramente y con claridad hacer una clasificación de unos y otros, y llegaremos a la conclusión de la necesidad acuciante que tenemos de líderes sensatos. Avanzaríamos mucho prescindiendo de los líderes falsos, aquellos con comportamientos poco éticos y criticables o que buscan solo su provecho personal, los que hacen leyes que no te protegen contra ellos, sino más bien son ellos los que están protegidos contra ti, lideres, por tanto, que no deberían liderar nada.

La economía real, la productiva, está en las empresas y sus empleados, y una vez más serán empresarios y trabajadores los que aporten su talento y su liderazgo para salir de esta situación. Saben bien que trabajar juntos es la forma de salir adelante, no es la primera vez.

Ningún viento es favorable si no se sabe a dónde se va. Por eso necesitamos líderes sensatos que marquen el rumbo.