Algunos jóvenes parecen ajenos a los riesgos de la pandemia y, pese a que hasta el momento el coronavirus ya se ha cobrado más de 68.000 vidas en España, aún siguen con ganas de acudir a fiestas ilegales y a botellones. Tampoco les asustan las multas económicas porque, como recuerda Carmen, la madre de un joven sancionado en un botellón de Balmaseda (Vizcaya), en la mayoría de ocasiones son los progenitores los que terminan abonando cuantía.
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Esta madre tenía que afrontar una multa de 200 euros porque su hijo participó en un botellón, pero pensó que sería mejor otro tipo de sanción. «Le dije: 'voy a intentar que en vez de pagar yo la multa, que al final no vas a aprender nada, os pongan trabajos comunitarios para que aprendáis lo que son las consecuencias'», cuenta.
El ayuntamiento vizcaíno ha tomado nota de su idea y conmutará la multa por trabajos comunitarios. Los menores multados por acudir a botellones tendrán que participar en las labores de limpieza para que «así vean las consecuencias y los resultados de sus acciones», explica el alcalde.
No es la primera ocasión en la que los progenitores de jóvenes que acuden a fiestas ilegales proponen sancionar a sus hijos con trabajos a la comunidad. Hace unos meses, los padres de algunos de los jóvenes sancionados por participar en una fiesta ilegal en Vime de Sanabria (Zamora) que congregó a más de un centenar de personas también pidieron que sus hijos realizasen algún tipo de trabajo social.
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