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El 'súper', la tienda de ropa, la panadería del barrio e incluso la farmacia. Todos los comercios de España, incluso los de venta online, deberán cobrar por las bolsas de plástico en las que entreguen con sus productos. Lo que no está claro es ... cuándo se implantará la medida. El comercio urbano trabaja desde hace tiempo con la fecha del 1 de marzo en el horizonte, pero la demora en la aprobación del real decreto que regulará el nuevo escenario retrasa, sin fecha, su entrada en vigor.
El Ministerio de Medio Ambiente es el encargado de desarrollar una norma que emana de una directiva europea que se aprobó en 2015 para reducir el consumo de bolsas de plástico. El primer borrador, en el que se establecía como fecha límite la del 1 de marzo de 2018, salió a información pública hace casi dos años, pero aún no ha llegado la aprobación definitiva. Esto ha provocado «gran confusión entre los comerciantes», admite la Confederación Española de Comercio, que ha dado a conocer una comunicación del departamento de Isabel García Tejerina mediante la que se informa de que aún quedan trámites pendientes para que el decreto salga adelante, algo que no ocurrirá, al menos, hasta «mediados de 2018».
El aviso ya ha llegado a los comerciantes asturianos, que llevan tiempo preparándose para la obligatoriedad de cobrar por las bolsas de plástico. Muchos optan por pasarse a las bolsas de papel a medida que agotan las reservas de las de plástico, expone Elvira Pérez desde la Asociación de Comerciantes de Luarca, una decisión que muchas otras tiendas, sobre todo las dedicadas a la moda, hicieron hace tiempo por razones de marketing, señala Raúl Herrero, de la agrupación de comerciantes Llanescor. No obstante, la falta de un marco regulatorio mantiene incertidumbres que los pequeños empresarios esperan que resuelva el futuro decreto.
«La opinión generaliza es no cobrar al cliente, no usar bolsas del plástico y cambiarlas por bolsas de papel o de tela, pero como no sabemos cuánto se va a cobrar por cada tipo de bolsa... Es algo que tiene que decir el Gobierno. A lo mejor es un cargo muy pequeño y sale más a cuenta, porque las de papel pueden ser más caras», explica Carmen Moreno, gerente de la Unión de Comerciantes del Principado, muy crítica con la «falta de capacidad de trabajo del Gobierno», que deja al sector sin la posibilidad de hacer una previsión de costes ajustada a la realidad.
Por el momento, se contempla un abanico de precios de entre 5 y 30 céntimos, según el espesor de la bolsa de plástico, con la única salvedad de las «muy ligeras», necesarias por razones de higiene o como envase primario de alimentos a granel, que seguirán siendo gratuitas. Eso sí: a partir del 1 de enero de 2020 (si se mantienen las fechas del borrador) se prohibirá la entrega de todo tipo de bolsas de plástico, salvo que sean de plástico compostable, y las que tengan un espesor superior a 50 micras, como las habituales en tiendas de ropa, deberán tener un porcentaje mínimo del 30% de material reciclado.
Bolsas de plástico ligeras: bolsas de plástico con un espesor inferior a 50 micras. Se denominan bolsas 'camiseta' por su escaso grosor y porque no suelen tener más de un uso. Son las habituales en los supermercados y su precio oscilará entre los 5 y los 10 céntimos, en función de si son compostables o no.
Bolsas de plástico muy ligeras: bolsas de plástico con un espesor inferior a 15 micras que son necesarias por razones de higiene o que se suministran como envase primario para alimentos a granel como fruta, legumbre, carne, pescado, entre otros, cuando su uso contribuye a prevenir el desperdicio de estos alimentos. Por el momento, seguirán siendo gratuitas.
Bolsas de plástico fragmentable: bolsas de plástico fabricadas con materiales plásticos que incluyen aditivos que catalizan la fragmentación del material plástico en microfragmentos. Su descomposición en pequeñas partículas no solucionan la contaminación, sino que pueden agravarla. Para evitar esos perjuicios en el suelo, el agua y organismo se ha decidido prohibir la entrega de este tipo de bolsas. Se incluye en este concepto tanto el plástico oxofragmentable como el fotofragmentable, el termofragmentable y el hidrofragmentable.
Bolsas de plástico compostables: son bolsas biodegradables, fabricadas a partir de almidón de cereal.
El cobro por las bolsas de plástico, una medida todavía voluntaria que ya funciona en grandes superficies y cadenas de alimentación, no responde a un afán recaudatorio, sino que trata de reducir el impacto ambiental de un producto que «produce unos altos niveles de residuos dispersos y supone un uso ineficaz de los recursos». Además, según la directiva europea, los altos niveles de consumo de bolsas de plástico «agravan el problema generalizado de la presencia de basura en las masas de agua, lo que supone una amenaza para los ecosistemas acuáticos a nivel mundial» y «tiene un efecto claramente negativo en determinadas actividades económicas», como la pesca o el turismo.
Los datos hablan por sí solos. Cada europeo consume unas 180 bolsas de plástico ligeras al año y el objetivo es que a 31 de diciembre de 2019, el consumo no supere las noventa unidades por persona y a finales de 2025 se espera que la cifra sea de cuarenta, es decir, menos de una a la semana.
El impacto de este elevado consumo no se traduce solo en el gran volumen de bolsas que se manejan, sino en su lento proceso de degradación y escasa tasa de reciclaje. Las bolsas 'camiseta', como se denomina a las más ligeras, suelen usarse durante unos quince minutos (lo que dura el trayecto de la tienda a casa), pero tardan hasta cuatro siglos en degradarse y desaparecer y en España apenas se recicla el 10%, lo que genera toneladas de residuos que acaban en vertederos, incineradoras o en el mar.
Además de los beneficios ambientales, cambiar las bolsas de plástico por las de papel o tela también repercutirá de forma favorable en las economías domésticas. Aunque no es fácil precisar las cifras, ya que aún no hay una tabla de precios concreta, algunas estadísticas señalan que el coste de pagar por las bolsas de plástico puede alcanzar los once euros al año.
La promoción de estos hábitos más sostenibles será realizará a través de campañas de información y sensibilización que pueden impulsar todo tipo de entidades particulares y, por su puesto, organizaciones públicas. Una de las que mayor difusión ha tenido en los últimos tiempos ha sido impulsada desde la Organización de Naciones Unidas, que con una curiosa óptica pone en evidencia lo sometidos que estamos al plástico.
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