Secciones
Servicios
Destacamos
A. RANERA / R. AGUDÍN / A. L. JAMBRINA
Lunes, 20 de abril 2020, 02:36
La comparecencia de Pedro Sánchez del sábado tuvo un seguimiento especial en muchos hogares, que más allá de una nueva prórroga del estado de alarma, esperaban con ansias una autorización para que los niños puedan salir. Y llegó. En una semana, el próximo lunes, los menores de hasta doce años (según la propuesta inicial) podrán pisar la calle. Darán los primeros pasos de la desescalada, aunque aún se desconocen los detalles de cómo serán.
Hasta ahora, los más pequeños solo han abandonado las cuatro paredes de sus casas en circunstancias muy excepcionales. Sin el grado de comprensión de un adulto, han permanecido sin ver a los abuelos, ni a los amigos, sin ir al parque, con una rutina trastocada por la pandemia, que ahora va de los trabajos escolares de la mañana a los aplausos de las ocho. Todo sin salir en más de cinco semanas, aunque por la ventana vean a adultos ir a la compra, al trabajo o sacar al perro. De ahí que la noticia de que, por fin, podrán pisar la calle se haya acogido con euforia en muchas casas. En otras, los niños, con la resiliencia que caracteriza a la infancia, ya se han hecho a esta nueva vida y se preguntan de qué sire pasear si no se puede jugar con los compañeros del colegio. Han interiorizado tanto las precauciones frente al coronavirus, que incluso surge el miedo a salir.
Alfonso de Lucas y Carmen Bañuelos son padres de tres hijos, Carmen, de doce años, y los mellizos Elena y Alejandro, de ocho. Los cinco conviven en un piso en el centro de Gijón, donde desde que empezó la cuarentena, los pequeños han entendido la importancia de quedarse en casa. «Desde un principio les explicamos lo que estaba pasando, les hablamos del virus, de que se trataba de algo serio y ellos lo entendieron muy bien, ni siquiera preguntan. Ya ven por la ventana que en la calle no hay gente», explica su padre, Alfonso de Lucas.
En casa de Cristina Iglesias y de Héctor Álvarez , a Vera y a Mateo, de nueve y doce años, respectivamente, les ha tocado adaptarse a las circunstancias, y convertir su casa en oficina, aula y espacio de juegos, aunque en ella les falte la compañía de sus amigos. Al principio les resultó sencillo, pero el paso de las semanas empieza a pesar. «El primer mes fue la novedad, pero a partir de ahí empezó a costarles más dormirse y surgen más momentos de inquietud», cuenta Cristina, su madre. Ellos intentan que, dentro de las circunstancias, sus hijos lleven la situación lo mejor posible. «Procuramos hacerlo lo más ameno que se nos ocurre. Aunque son bastante tranquilos, echan de menos a sus amigos», cuenta Cristina.
Mientras tanto, en el barrio ovetense de La Tenderina, son siete personas viviendo en un piso de 100 metros cuadrados y de ellos, cinco son niños. La familia formada por David Arias y María Fernández es numerosa en categoría especial. Su hija mayor, Miriam, tiene ocho años y el pequeño, Daniel, mes y medio. Cuando el confinamiento comenzó, el bebé tan solo tenía quince días y sus hermanos están dando una lección a sus padres. «Entienden a la perfección la situación, no se quejan y se están portando genial». Los pequeños piden a veces salir «a correr», pero son conscientes de que hasta el próximo día 27 no lo podrán hacer.
En La Corredoria, Avelino Fernández y Pili Suárez viven con sus dos hijos: Enol, de seis años, y Deva, de dos. Cada uno de los niños está llevando el confinamiento de forma diferente: «Ella está súperalegre porque piensa que la vida es así. A su hermano le empieza a costar. Entiende que hay que estar en casa, pero ya tiene ganas de salir», cuenta su madre, quien está sacando el lado positivo a esta reclusión en casa.
En Avilés, Jaime Álvarez y Patricia Fernández viven con Pelayo y Ana, de 16 y 9 años respectivamente. Ellos son conscientes de que se deben ir aplicando medidas para reducir el confinamiento, pero les preocupa que sea demasiado pronto para que los niños vuelvan a la calle. «Se deben establecer unas pautas y medidas de seguridad muy concretas porque a ver cómo le explicas a un niño que sale a la calle y se encuentra con un amigo que no pueden acercarse ni jugar juntos», reflexiona Jaime Álvarez.
Aunque la cuarentena se lleva mejor con un patio, en Las Vegas (Corvera), Alba González vive con sus dos hijas y ya sueña con el día en que puedan correr libres. Naia es la mayor con cuatro años y Lía acaba de cumplir once meses. «Está muy bien que nos dejen salir para que se desestresen un poco después de tantos días metidas en casa», dice su madre que ya empieza a hacer la cuenta atrás para que sus hijas rompan, de una vez, su encierro.
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.