Alaia dedica un gesto de cariño a su hermano Aimar, en brazos de sus padres, tras salir ayer del colegio y dirigirse al parque. MAIKA SALGUERO
Bebé secuestrado en Basurto

«Nadie en el hospital nos explicó cuál es el protocolo con los bebés»

Los padres del niño robado regresan a su casa con Aimar y relatan que la raptora sabía hasta las pruebas que le faltaban

TERRY BASTERRA

DURANGO.

Sábado, 22 de octubre 2022, 02:47

A primera hora de la tarde Pedro, Laura y Aimar abandonaban el hospital bilbaíno de Basurto. Ponían rumbo a su casa. A Durango, con unas ganas tremendas de reencontrarse con Alaia, su hija mayor de tres años, y retomar su vida normal. Lo hacían ... tras sufrir una de las experiencias más duras que pueden vivir unos padres: el secuestro de su hijo recién nacido de la habitación del hospital.

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El pequeño está bien de salud. Apenas llora, mama con fuerza del pecho de su madre y es dormilón. «De momento es un bendito», confiesa Laura con cierta extrañeza. Su hija mayor fue mucho más llorona y los pocos llantos de Aimar le causan sorpresa.

Esta familia está muy agradecida con el trato recibido durante su estancia en el hospital. Los sanitarios se volcaron con ellos, especialmente después del rapto. Con quien están molestos es con la consejera de Salud y las declaraciones que realizó el pasado jueves, después de que Aimar volviese a los brazos de sus padres y tras haber visitado Sagardui a los progenitores. «Vino a darnos ánimos y luego nos enteramos de que poco después dijo a los medios que nos habían explicado el protocolo. Eso no es verdad. Nadie del hospital nos lo contó ni ahora ni cuando vino al mundo nuestra otra hija en este mismo hospital. Eso ha hecho que mi mujer se sienta mal y nos ha dolido», lamentaba ayer Pedro.

El sexto sentido materno

El hospital de Basurto quiso responder a estas palabras del padre y emitió un comunicado en el que asegura que informan a las familias «de forma sistemática de las recomendaciones y medidas relacionadas con la seguridad durante el proceso de gestación, parto y postparto». Según estas pautas, todas las pruebas médicas deben realizarse a pie de cama o, si no es posible, en compañía de un familiar. El día anterior una portavoz oficial del Departamento de Salud fue más contundente y reconoció que, por mucho protocolo que tenga Osakidetza, «algo ha fallado» en el sistema de seguridad para una mujer robase una bata de sanitaria de Basurto, se colase durante más de dos horas y media en la planta de maternidad y raptase a un bebé.

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La secuestradora, Mireia, entró, al menos, en otras tres habitaciones antes de llegar a la de Aimar. En una intentó llevarse también a un bebé con la excusa de que le tenía que pesar. La madre, enfermera de profesión, le dijo que no se podía llevar al niño si no la acompañaban. Eso les salvó.

Laura recordaba ayer cómo fue la conversación que mantuvo con la raptora en la habitación de Basurto. «Lo tenía estudiado. No sé cómo pero sabía hasta las pruebas que le faltaban por hacer a mi hijo», recordaba ayer. La mujer la engañó con el argumento de que tenía que llevarse al bebé para hacerle un test y que les iban a dar el alta de forma temprana porque había muchos nacimientos y necesitaban la cama para otra madre.

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Le sonó un poco extraño pero le pareció creíble porque sí era cierto que estaban teniendo lugar varios partos esa jornada. Más aún viniendo de una persona vestida de sanitaria. En ese momento estaba sola en la habitación con otra madre que acababa de dar a luz en la cama contigua. Pedro volvía de Durango después de estar unas horas con la hija mayor de la familia. Eran las 9 de la noche del miércoles. Empezaban doce horas de pesadilla.

Fue una noche eterna en la que Laura se mantuvo serena. Pedro llegó a pensar en lo peor, pero ella tenía una confianza ciega en Arkaitz, el inspector de la Ertzaintza encargado de la investigación. «Me dijo que me iba a traer de vuelta a mi hijo y sabía que iba a ser así. Sería el sexto sentido que dicen que tienen las madres, pero algo dentro de mí me decía que todo iba a acabar bien». No se equivocó. A las 8.30 del jueves, tenía de vuelta a su hijo entre sus brazos.

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