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La sequía está sacando a la luz pueblos sumergidos por los embalses y está mermando la lámina de agua de muchos lagos y lagunas. Este es el caso del lago Shasta, que en realidad es una inmensa presa –la novena mas grande de Estados Unidos–, ... en el norte de California. El pasado mes de julio quedó al descubierto una lancha de desembarco que, al parecer, tiene mucha historia tras de si.
Lejos de su medio, el mar, rebozada en barro y oxidada, la embarcación está matriculada con la numeración 31-17. Por eso se sabe que perteneció a la Marina estadounidense y estuvo de servicio durante la Segunda Guerra Mundial.
La sorpresa llegó al conocerse que estaba asignada al transporte de ataque USS Monrovia, el mismo buque donde el general George Patton montó en 1943 su cuartel general para dirigir la invasión aliada desde el Mediterráneo. En ella se planeó la persecución de las tropas del marical alemán Erwin Rommel, el Zorro del Desierto, en su repliege hacia Italia. El Monrovia también recibió como visitante al entonces general de cinco estrellas y luego presidente de EE UU Dwight David Eisenhower, más conocido como Ike. Por cierto, militar al que no lo le gustaba el poco ortodoxo proceder de Patton, tanto por sus descabelladas y efectivas tácticas de combate como por su particular indumentaria.
Tras dejar en tierras italianas a las unidades estadounidenses, la 31-17, junto al USS Monrovia, cruzó de nuevo el Atlántico rumbo al Pacífico sur. El destino era el atolón de Tarawa, en manos del ejército japonés. Era el mismo año 1943 y la lancha llevó desde el mismo buque a centenares de marines y tropas de tierra estadounidenses. Desembarcaron en las preciosas playa del atolón, en las islas Gilbert. La batalla, poco conocida, dejó más de un millar de bajas en las filas aliadas.
Con el paso de los años y la llegada de la paz, la lancha quedó como excedente de guerra y según consta se vendió en 1969. No se sabe si se utilizó para pescar en las aguas del Pacífico californiano o para llevar, porque capacidad y para transportar un coche si tenía.
Y llegó 2022, el año más seco que se recuerda en California –dicen que en siglos–, para sacar esta reliquia de la guerra mundial a la luz. Por el momento, la primera decisión tomada ha sido llevarla a tierra y limpiarla. Los responsables del Servicio Forestal apuntan que será restaurada, tal vez incluso la montan un motor nuevo, aunque no será posible que le instalen las ametralladoras en sus dos torretas de la popa. El destino podría ser su exposición en un museo del cercano Estado de Nebraska.
Quedaría por resolver el cómo llegó hasta el lago y en qué circunstancias la 31-17 se hundió. Este tipo de lanchas de desembarco se construyeron en los años millares por Higgins Industries en sus astilleros de Nueva Orleans. Tomaron parte muy activa tanto en la invasión de Europa como en las batallas del Pacífico.
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