Un banco de semillas para cultivar el futuro
Ecos del mundo ·
El Jardín Botánico de Kew, al sudoeste de Londres, es una reserva de más de 2.500 millones de pepitas de plantas silvestres, que se custodian para prevenir su posible extinciónEcos del mundo ·
El Jardín Botánico de Kew, al sudoeste de Londres, es una reserva de más de 2.500 millones de pepitas de plantas silvestres, que se custodian para prevenir su posible extinciónLa mayor colección de semillas silvestres del mundo, 2.500 millones que representan a más de 40.000 especies procedentes de 190 países, se guarda en tarros de cristal, en seis frigoríficos con una temperatura constante de -20º C que fueron instalados en una nave ... subterránea que resistiría la explosión de una bomba nuclear. Pero Kew Gardens Wakehurst no es un espacio para la destrucción sino para el beneficio compartido.
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El Real Jardín Botánico de Kew, en el sudoeste de Londres, financió la creación de este banco de semillas con un fondo de la Lotería Nacional para proyectos significativos en el cambio de milenio. La Fundación Wellcome, que se prodiga en donaciones relacionadas con la salud y la medicina, sufragó después los laboratorios.
El resultado es que la Asociación del Banco de Semillas del Milenio(MSBP, por sus siglas en inglés) cuenta con la cámara frigorífica, edificios para el trabajo científico y espacios para el público visitante: una exposición sobre semillas, jardines y bosques silvestres que representan la flora variada del mundo, en torno a una vieja mansión en Wakehurst, en el sur de Inglaterra.
Los científicos que trabajan en la MSBP secan, limpian, investigan y guardan muestras y colecciones que les envían instituciones colaboradoras en los cinco continentes. Los intercambios son gratuitos porque la institución no comercia con las semillas. Entre las entidades asociadas se cuentan la sociedad científica Aranzadi, de Gipuzkoa, y el Jardín Botánico de Gijón.
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El murciano Pablo Gómez Barreiro, técnico de laboratorio, es nuestro guía en el centro. Para iniciar el trayecto comenzamos por el primer paso que se da con los últimos paquetes recibidos. Lo primero es separar la colección de semillas: una pequeña porción, la activa, se utilizará para las investigaciones, y otra más numerosa, la base, se preserva para el futuro. El siguiente paso es reducir la humedad de las semillas. «Por cada 1% que se reduce se duplica su longevidad», explica. «Si en su estado natural era de tres o cuatro años, a una temperatura de -20º C puede llegar a ser de cien o doscientos». En ese viaje, se analiza cada diez años si la semilla sigue siendo viable; o sea, capaz de germinar. Se supone que algunas podrían aún serlo tras mil años.
Identificar plantas que puedan resistir mejor los cambios en su hábitat y aquellas que en el futuro podrían tener un papel más relevante en la alimentación de los humanos son dos objetivos de la MSBP. Por eso trabajan con semillas silvestres, que tienen dormancia, un periodo en la biología de animales y plantas -el ejemplo más conocido quizás sea la hibernación- en el que ahorran energía.
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«Hay variedades de dormancia y estrategias de las plantas», explica Gómez Barbera. «No es decir: 'venga, vamos a germinar semillas'. Es algo mucho más complejo. Se trata de encontrar la manera de imitar a la naturaleza para que esas semillas germinen», explica. Y la conversación del guía deriva hacia los métodos de germinación del acebo o de los tulipanes.
Hay más de 1.500 bancos de semillas en el mundo. El del Instituto Vavilov de Industria de Plantas, en San Petersburgo desde 2021, es uno de los más antiguos. Pero mantiene su colección a temperatura ambiente. La Cámara Global de Semillas de Svalbard, construida por el Gobierno de Noruega a mitad de distancia del Polo Norte, aspira a replicar todas las semillas guardadas en el planeta. Pero está enfocado a las semillas de cultivo.
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Mientras, en la MSBP, la indagación en la diversidad global de plantas y hongos y sus usos para la humanidad ha cristalizado en el libro 'Wild Plants for a Sustainable Future, 110 multipurpose species' ('Plantas silvestres para un futuro sostenible, 110 especies multiuso'), destinado a gobiernos y oenegés que trabajan en comunidades rurales de Botsuana, Kenia, Mali, Sudáfrica y México.
Ingeniero agrícola por la Universidad Politécnica de Cartagena, Pablo Gómez Barreiro estudió después un máster de genética y plantas en la Universidad Politécnica de Valencia, desarrollando el trabajo en Wakehurst, a donde llegó con una beca del programa Erasmus. El técnico de laboratorio participó en la elaboración del libro.
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- ¿Por qué resulta tan importante la labor de este centro?
- «Porque dos de cada cinco plantas están amenazadas con la desaparición. Es importante conservarlas porque, a día de hoy, la biodiversidad no está recuperándose. Cuando estemos en una posición en la que podamos restaurar todo lo que se está perdiendo, habrá especies muy dañadas en sus hábitats de origen, o hábitats que no se puedan restaurar porque el cambio climático lo ha alterado todo. Este repositorio de semillas será muy necesario.
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