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AZAHARA VILLACORTA
oviedo.
Jueves, 2 de abril 2020, 00:38
«Nuestro familiar, sin ninguna patología previa, murió sin tener acceso a un respirador ni a ingresar en la UCI a causa de su edad». Esa es «la triste realidad que viven en Madrid muchos de los pacientes que rebasan los setenta años», denuncia la ... familia de uno de los asturianos fallecidos por coronavirus en la capital en los últimos días. Una realidad que otro asturiano radicado en la zona roja de la pandemia en nuestro país, el periodista Javier de Montini, califica de «pésima». «Así la vemos y así la estamos padeciendo. Nos preocupa, ante todo, la salud. Porque los muertos, tengan la edad que tengan, se nos van para siempre. No hay vuelta».
De Montini sabe bien de lo que habla: «Tengo una hija, Coral, directora de Urgencias además en hospital público, y admiro el empuje, la moral, el ánimo y la dedicación que todos los sanitarios están poniendo para tratar, contra reloj, de contener la epidemia. Y resulta que están faltos de medios de protección que son básicos y fundamentales».
También el presidente del Centro Asturiano de Madrid, el ovetense Valentín Martínez-Otero, habla de «mucha preocupación y mucha tristeza», de «inquietud y nerviosismo»: «Esto es algo que nos está golpeando muy de cerca porque ya ha fallecido uno de nuestros socios y al menos dos más han dado positivo». Así que su junta directiva ha decidido ofrecer por los cauces oficiales a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, su finca recreativa Quinta Asturias, un complejo de 160.000 metros cuadrados a 25 kilómetros de la capital «para fines sanitarios y mientras dure la actual coyuntura». De momento, sin obtener respuesta.
Martínez-Otero, que apela «a la responsabilidad individual ante unos datos que resultan inquietantes», también cree «lógico que hablemos de solidaridad interterritorial y que las comunidades menos afectadas reciban pacientes de las que están siendo más golpeadas para aliviar las UCI saturadas, ahora que tanto se critica a Cataluña y que ha habido declaraciones muy desafortunadas por parte de algunos dirigentes europeos».
La actriz Sara Martínez confía en que «las medidas del estado de alerta han sido y son más que necesarias, por mucho que en un principio pudiera entrar en pelea» con ellas. Y es que «salir a hacer la compra y sentirte observada, incluso juzgada, por la Policía cuando te dicen que ni te puedes parar a descansar hace cortocircuito con la sensación de falta de libertad y es difícil de gestionar». Pero, a veces, le asaltan las dudas: «Es muy difícil sentarse a ver las noticias cada día y encontrarse a los hospitales con falta de recursos. Dudo sobre si la falta de suministros es por una mala gestión o la consecuencia de algo que no se podía prever». Y con un ERTE entre los documentos de su escritorio en un piso de Tirso de Molina y todos sus trabajos artísticos paralizados, lo que le inquieta es también lo económico: «Todas las mañanas enciendo la radio esperando nuevas noticias sobre los alquileres. No sé cómo voy a pagar mi renta. Considero que una moratoria o un crédito siguen siendo medidas insuficientes, ya que vivir endeudado en medio de esta crisis alimenta la incertidumbre».
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Una incertidumbre que atenaza también a su colega Santiago Alverú, que ha visto suspendido el programa en el que es colaborador, 'Zapeando', y el rodaje de 'Veneno' (la serie de los Javis, en la que participa). Y que, aunque como Sara se sabe «privilegiado» en una ciudad en la que sus amigos que trabajan en hospitales le cuentan «que está todo colapsado», echa de menos «un poco más de información para los autónomos» que, como él, han perdido «un porrón de curros».
Al periodista Sergio C. Fanjul, al que le ha sorprendido una sensación de extrañamiento, un «querer volver a Madrid» viviendo en Lavapiés, la Policía municipal le puso una multa porque, al volver de hacer la compra, se encontró con una compañera de trabajo y se saludaron «a cinco metros de distancia». «Me dijo que podía recurrir con el tique de compra, como si fuese El Corte Inglés», ironiza. Y, entre tanto, «desde el balcón», observa cómo «la gente sin hogar sigue por ahí fuera, rebuscando en la basura y sin nadie a quien pedirle nada».
«Aquí la epidemia ha azotado con tal fuerza que, psicológicamente, estamos tocados», resume la actriz gijonesa Beatriz Rico. «Estamos asustados pero esperanzados, porque la reclusión tiene que bajar esas cifras terribles».
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