María Damorín, ayer, en su salón de estética, con una clienta. JOAQUÍN PAÑEDA

Héroes ante el coronavirus | «La apertura de peluquerías ha sido precipitada»

María Damorín, propietaria de un salón de estética ·

La estilista gijonesa afronta la primera semana de actividad en su local adaptándose a las nuevas medidas

P. A. MARÍN ESTRADA

Viernes, 8 de mayo 2020, 02:44

Con una lista de espera de 170 clientes reabrió el martes su peluquería mixta María Damorín tras casi dos meses de cierre y por ello afirma sentirse «afortunada», a pesar del poco tiempo con el que ha contado para ponerse manos a la tijera con ... sus empleadas, en el local que regenta desde hace seis años en Gijón. «Todo el sector se ha quejado con razón por la precipitación de la medida, aunque yo la esperaba próxima y por eso una semana antes había empezado a recoger citas por las redes sociales. Aproveché el lunes y la mañana del día siguiente para tenerlo todo listo e ir llamando a los primeros clientes. Desde entonces, cada día la lista aumenta y ya estamos dando la vez para junio», explica.

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La estilista remarca de nuevo «la forma repentina en que se comunicó. No todos los negocios contaban con material de protección y ahora es casi imposible encontrarlo, aunque yo ya había ido comprando desechables y hemos podido comenzar con todas las medidas», revela. Habla también de lo apresurado de la decisión por razones sanitarias: «En Italia, hasta el 1 de junio no abren las peluquerías y nos llevan dos semanas, por lo que aquí deberíamos haber empezado a mediados del próximo mes», opina. Damorín, en todo caso, afronta la vuelta a la actividad «con alegría» de reencontrarse con sus clientes para atenderlos y especialmente porque el volumen de reservas le garantiza «poder seguir trabajando y pagando» a sus empleadas. Haber contado con la posibilidad de un ERTE que la liberaba del pago íntegro de los salarios y «haber sido previsora ahorrando, como deben hacer los autónomos para cuando hay rachas malas», le ha permitido afrontar los gastos de la apertura e incluso «invertir en unas mamparas» que les darán «más tranquilidad» a ellas y a los clientes.

Encajar las citas en los huecos y adaptarse a los equipos de protección son estos días los principales desvelos a los que se enfrentan. «Es un poco agobiante trabajar con las pantallas, la mascarilla y los guantes, pero así lo hace el personal de los hospitales y con las dificultades que hemos visto, de modo que será cuestión de acostumbrarse», expresa. También a los ritos cotidianos: «No hay ya el 'revisteo' entre clientas y nos hablamos de esquina a esquina». En cuanto a la organización de la agenda diaria, explica que están «priorizando los servicios más necesarios: cortes, tapado de raíces, pedicura. Hemos reservado también dos días a la semana para atender exclusivamente a personas mayores». Tras semanas de confinamiento, apunta que «la gente tiene ganas de ir a la peluquería. Verte encerrada en casa, en medio de una situación de tristeza general, con el pelo hecho un asco y una pinta desastrosa, te deprime más».

En su caso, con 170 personas en espera, no piensa en la crisis económica, «pero sí en el después del aluvión».

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