Se apaga la voz de Menchu Álvarez del Valle, abuela paterna de la Reina Letizia

De aquellas décadas, quedan para el recuerdo programas como 'Coser y cantar' y 'Rumbo a la gloria'. Pero no fueron sus únicos éxitos, porque su trayectoria estuvo salpicada por las distinciones: en dos ocasiones recibió el Premio Antena de Oro (1974 y 2004), en 2013 recibió el Premio Nacional de Radio y, en 2019, el Premio de Honor de la Asociación Clúster de la Industria Creativa, Cultural y Audiovisual de la región (ACICCA).

Estos años dedicados a la radio fueron de la mano de una vida personal que la llenó tanto -o incluso más- que la profesional. Álvarez del Valle se casó en 1949 con José Luis Ortiz Velasco, representante de la firma Olivetti, y juntos formaron una familia de la que nacerían tres hijos, Henar, Cristina (fallecida en 2001) y Jesús José Ortiz Álvarez, padre de la Reina. Este heredó de su madre el amor por el periodismo que, más tarde, traspasaría intacto a doña Letizia. Una pasión compartida que hizo que la Reina siempre viera en su abuela un referente cuya voz se acaba de apagar, pero seguirá resonando en sus recuerdos.

Memorias que tendrán la radio -donde tantas veces la visitó- como escenario y también la casa familiar de Sardéu (Ribadesella), donde se refugiaron los Reyes y sus hijas en numerosos viajes a Asturias. Allí, a la puerta de ese hogar, se asomó, junto a su marido, cuando don Felipe y doña Letizia anunciaron su boda y a aquella aldea le sobrevino la popularidad. Un enlace en el que su voz también sonó porque leyó, con orgullo de abuela, la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios. No podía faltar el eco de sus palabras aquel día histórico.

Una de sus últimas apariciones públicas fue en 2019, en la entrega de los Premios Princesa de Asturias, cuando Leonor dio su primer discurso, pues Álvarez del Valle no podía faltar a citas tan especiales como aquella en el Campoamor y como las comuniones de sus biznietas. También se la pudo ver en un acto público en la primavera de 2019, recogiendo en Avilés el Premio de ACICCA, en reconocimiento a su carrera. Entonces, sobre las tablas del Teatro Palacio Valdés, aseguraba sentirse otra vez «un poco viva, recordando otros tiempos maravillosos de una profesión impagable». Un trabajo al que amó tanto como al Principado que la acogió. «No la hubiera cambiado por nada, igual que a Asturias, por muchas ofertas que me hicieron de fuera». Aquel día dijo que se había puesto «un poco sentimental» con el homenaje, la ocasión y el aplauso que recibió y que sintió lo merecían.

Su voz se apagó el pasado lunes por la noche, pero no fue hasta ayer que saltó la noticia y, tal y como ella había pedido, su despedida será lo más discreta posible. El funeral tendrá que esperar, pero su familia más cercana la enterrará hoy en el cementerio de Ribadesella, donde descansa su marido, en la intimidad y sin flores, como ella quería.