PABLO A. MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Sábado, 28 de marzo 2020, 03:06
Laura Bodelón, oficial de segunda en Emulsa, trabaja cada día, como sus compañeros de plantilla, en un servicio básico para el funcionamiento de la ciudad de Gijón y especialmente crucial en la emergencia sanitaria motivada por la pandemia del virus COVID-19. Tal ... como ella nos detalla -y confirma la propia empresa-, desde la declaración del estado de alarma se ha tenido que hacer frente a la situación garantizando la prestación de una serie de tareas esenciales para la población y a la vez preservando la propia salud del conjunto de los trabajadores, sin los cuales resultaría inviable la prestación de servicios imprescindibles como el de la recogida diaria de residuos y basura. Este, así como la limpieza de zonas de afluencia de personas y especial cuidado: entorno de supermercados y comercios, centros de salud, farmacias, residencias de mayores o espacios para perros, son las labores en las que está cumpliendo su función el personal operativo de Emulsa, además de otras reservadas al Área de Parques y Jardines como la siega puntual de espacios verdes.
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«Una parte de los compañeros se ha tenido que ir a sus casas por sus perfiles de riesgo: mayores de 60 años, con patologías, hijos a su cargo, etcétera. El resto de la plantilla se ha dividido en turnos de quince días para poder ir relevándose y entre los que estamos se accede al puesto de trabajo en turnos escalonados con 30 minutos de diferencia horaria, para no coincidir tantos en las zonas comunes, como vestuarios», explica Laura, conductora en una máquina de las que limpian las aceras en zonas sensibles con una solución de hipoclorito sódico, mientras operarios a pie desinfectan papeleras o contenedores. Las medidas adoptadas en el propio entorno laboral son igualmente notables, además de la mascarilla y guantes, como los que ella lleva: «Se ha extremado al máximo la higiene en los locales de trabajo y los vehículos. Ahí contamos además con geles desinfectantes». Todo ello con el propósito de preservar la salud de los trabajadores y de los propios ciudadanos, algo que, como la reducción del personal operativo, persigue evitar, entre otros extremos «que se pueda dar el caso, por ejemplo, de que un conductor de recogida de basura acabe contagiado y haya que poner en cuarentena a toda la plantilla, con el riesgo de supresión del servicio», apunta.
Desde la cabina de su máquina observa cada mañana «que la poca gente con la que te cruzas es ahora muy amable, y el otro día una señora se paró a aplaudirme. Anima que reconozcan nuestro trabajo y, aunque sea un poquito, entiendan que también es importante. Creo que todos estamos concienciados de colaborar y seguir las medidas, la única manera de que podamos salir adelante». Tiene una nieta de tres años: «Muy buena, se entretiene sola». A las 8, como todo su barrio de El Coto, salen a aplaudir: «Colaborando todos, lo podemos conseguir».
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