«Las africanas en Asturias no avanzamos»

«Ser negra en Gijón tiene una gran ventaja: que viajas como una reina en el autobús, porque, muchas veces, no se quieren sentar a tu lado», ironiza desde su barrio, La Calzada, Mariem Diop, nacida en Mauritania pero con orígenes en Senegal, que, a sus 45, lleva viviendo casi dos décadas en España.

Ella es una de las cerca de cien integrantes de la nueva Asociación de las Mujeres Africanas de Asturias, que esta semana ha celebrado la concesión del Premio Princesa de Asturias de Cooperación a Camfed, un consorcio internacional que trabaja por ofrecer educación a las niñas y jóvenes africanas.

Y, aunque ellas jamás habían escuchado hablar de la ONG galardonada, aplauden «una labor que sigue siendo muy necesaria en muchas zonas rurales del continente», explica la senegalesa Aminata Keita, presidenta de la asociación asturiana, que batalla también desde el pasado año «por mejorar las condiciones de vida» de las africanas, pero en el Principado, donde, aunque parezca mentira en pleno siglo XXI, «todavía queda mucho por hacer y todavía hay racismo. Especialmente, entre la gente mayor».

Keita -que estudió Biología en su país, aunque le quedan un puñado de asignaturas para terminan la carrera, y que tiene una niña de dos años- habla de obstáculos que comienzan por la lengua, porque conoce casos de «mujeres que llevan diez años aquí y no hablan ni una sola palabra de español». Y que siguen por el acceso al mercado laboral, «donde los títulos son muy difíciles de homologar o muchos puestos solo son accesibles si tienes la nacionalidad española». Así que, a la hora de buscar empleo, las únicas opciones reales que les quedan son «el cuidado de personas mayores, la limpieza o la cocina». La mayoría de las veces, «en condiciones precarias»: «Las africanas en Asturias no avanzamos. Es como si la sociedad se hubiese estancado y casi no ves a africanas cara al público, porque algunos siguen creyendo que nuestra piel sigue dando mala imagen».

Una precariedad a la que se suma la imposible conciliación: «Queremos trabajar, nada más, pero a veces es imposible, porque, si para una asturiana ya es difícil muchas veces conciliar, imagínate para nosotras, que no tenemos famillia aquí que nos apoye. Nadie. Así que queremos poner en marcha una cooperativa para poder organizarnos».

Asienten a su lado su compatriota Mane Gaye y la mauritana Fadoum Kane Kane. Dos madres a las que, como a todas, les preocupan sus hijos. «El mío ha llegado del colegio diciendo que le habían llamado negro y preguntando por qué él tenía que ser el único», relata Kane, que acertó a explicarle «que sus compañeros eran exactamente iguales en todo lo demás aunque ellos fuesen blancos». «Blancos no. Me dijeron que son color carne», le respondió el pequeño. Eso y, «sobre todo, su futuro, porque en Asturias ves a muy pocos negros policías, trabajando en un hospital, conduciendo un autobús...». Pero ahí están ellas y su fuerza, que buscan «local y voluntarios» y siguen contestando a «preguntas raras» («nos han llegado a preguntar si en nuestros países tenemos grifos y neveras o si hay leones») con la extraña sensación de que «aquí no se conoce la riqueza de África, cuna de la humanidad, su maravillosa cultura». Una riqueza que no es material: «Allí, cuando vemos a un extranjero, solo queremos conocerlo más. Y, si yo tengo para comer, tú también comes».

• Temas
• Premios Princesa de Asturias
• Asturias
• Gijón
• África (continente)
• Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional