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«Pa la tonada, voy a tardar en morrer»

A sus 95 años, Diamantina Rodríguez, conserva el genio que la hizo grande:«Soy más vieya que el pergamino»

Azahara Villacorta

Domingo, 24 de abril 2016, 09:36

«Una leyenda viva». Así definen a Diamantina Rodríguez. O Diamantina a secas. Ella no necesita apellido porque es la decana de la tonada asturiana. Esta pionera nacida en 1920 en Vil.laxime, Quirós, se convirtió en una estrella en un tiempo en que las voces de mujer eran escasas y abarcó un repertorio extenso, además de recuperar el piano como acompañamiento y de sentar las bases para que las nuevas generaciones se atrevieran a innovar. Hoy, a sus 95 años, no ha perdido el genio que la convirtió en una grande. Aparece con los labios carmín ydando lecciones sobre cómo posar:«Hay que tomalo como si no fuese con una». Porque, «no siendo por una vértebra» que le quedó tocada tras una caída, recibe estupenda en la residencia del ERA en Noreña, donde vive desde hace tres años y donde organiza sesiones de tocadiscos para sus compañeros tarde sí y tarde también.

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¿Cómo se llega así a los 95?

Ay, fía, soy más vieya que el pergamino (Se ríe). No me cuidé mucho. Siempre fui comedora, eso sí: un plato de cocido por lo menos. Ytampoco trabajé en la calle, pero fui modista muchos años. Mi vida fue eso:coser y cantar. Una vida tranquila.

Con ese nombre, estaba predestinada a triunfar. ¿De dónde salió?

El día que mis padres se casaron cogieron el coche de línea y bajaron a dar un paseo por Oviedo. No había dinero para luna de miel. Mi madre no sabía ni leer ni escribir, pero mi padre sí. Y leyó: «Relojería La Diamantina». Y a ella le gustó el nombre. Así que dijo: «A la primera nena que tenga se lo pongo». Y así fue. Pero tuvo problemas con el párroco. No lo admitía. Y entonces soy, para la iglesia, María Argentina Diamantina. Ahora bien: ella no permitió que nunca nadie me lo cortara. Ni Tina ni Diaman ni nada. Diamantina y se acabó.

Hubo un hecho que marcó su vida.

Sí. Mi padre la abandonó cuando yo tenía 22 meses y a mi hermana le quedaban quince días para nacer. Él le dijo: «Prepárame la ropa». Y mi madre, que se llamaba Adelaida, le advirtió: «Si pones un pie fuera del quicio de la puerta, aquí no vuelves a entrar aunque tenga que comer piedras del río». A mí, con la miseria que había, me mandó desde los seis años hasta los trece con mi madrina a Babia.

¿Él nunca volvió?

Le escribió una carta, pero ella nunca le contestó. Eso sí:nunca nos habló mal de él. Al contrario. Nos decía:«No tenéis por qué vos avergonzar porque me haya abandonado. Él marchó tras de una mujer. No fue un ladrón ni un criminal». Eso nos decía.

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¿No lo vio usted más?

Yo era una guajona de catorce años y me vino a buscar. Cuando me dijeron que mi padre me quería ver ¡Meca! Fue como si me hubiesen metido una inyección de veneno. Ni me asomé a la ventana. Ese abandono a mi madre, que tuvo que trabajar muchísimo para que no pasásemos hambre, no se lo perdoné nunca.

Usted sí que encontró poco después un amor para toda la vida.

Me casé a los 15 años, poco antes de la guerra. Él tenía 22. Era gaiteru, madreñeru, muy mañosu. Y aneció. Que quería casase, que quería casase. Nun callaba. Y yo le decía: «Tú nun sabes cortejar sin hablar de casate». Mi madre me dio un consejo. Me dijo: «Eres una nena. Si cuando tengas 25 años no has de valir pa encontrar con quién te casar, bien poco has de valir». Yo le contesté: «Voy a hacer 15 años. Usted no me puede mantener a mí y yo no la puedo mantener a usted».

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¿Y cómo les fue?

Bien. Aunque, al final, se dio mucho a la bebida y terminó alcoholizáu, pero nunca me pegó. Murió a los 68 años. Yo tuve dos abortos de recién casada. Y, como había estallao la guerra, no había médico. Así que a los pocos años ya tenía un quiste que podía ser un cáncer y ya hubo que operar. Tardé mucho en admitir que no iba a tener hijos, pero nunca me dio por adoptar. Antes no era como ahora, que tienen tres o cuatro maridos en dos años. Antes había quien las llevaba y las llevaba toda la vida. Los hombres eran muy machistas, celosinos y tacaños, pero él a mí nunca me perdió un jornal.

¿Cómo llegó a la tonada?

Con 27 años. Yo no sabía cantar asturiano por haberme criado en León. Fui aprendiendo con discos de otros cantantes, con consejos de viejos, iba con el magnetofón de pueblu en pueblu... Tengo mucho grabao que no lo tien nadie. Ni sabía que había concursos. Con Franco teníamos miedo hasta de que estuviera debajo de las sábanas. Porque todo lo castigaba y la mujer estaba sin voz ni voto para nada. A Franco no lo quiso nadie no siendo la Falange. Pero la primera vez que canté fue en un concurso de Región.

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Quedó segunda.

Sí. Nada más que oí a Josefina Fernández, pensé:«Ya sabemos dónde está el primer premio». Era muy valiente, de mucha voz y muy veterana. Andaba ya con El Presi y toda esa gente. Y yo estaba empezando.

Llegamos al siguiente concurso. Yotra vez quedó segunda.

Ganó una que se llamaba Veneranda, que era allerana, y el director de Región tenía mucha pasión por los alleranos. Y ni Cuchichi ni Miranda ni el jurado entero pudieron con él. Tuvieron que dejarla ser la campeona y en el Filarmónica se armó un escándalo. Ella se puso tan nerviosa que se equivocó. Y, cuando me correspondió cantar a mí, había un pateo, un troníu. Me decían a voces: «Coge la máquinaaa. Que ye tuyaaa». Porque había una casa que donaba una máquina de coser de pie y era para la primera. Y yo tenía una de rabil y esi era el afán míu, porque no la podía comprar. Quedé campeona a la tercera.

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¿Hubo trampa?

Hubo y sigue habiéndola. Yenvidias. La que sabías que te despellejaba por detrás, cuando se encontraba contigo, te comía a besos. Yyo lo mismo: a la que sabía que no me podía ver abrazábala. Pero luego decía para mí: «Anda, hijaputa» (Risas).

¿Y lo de grabar?

Tengo 104 canciones grabadas y ni un duru me dieron. Nos daban 30 o 40 cintas y nada más. Pagábente solo los gastos y el tren a Madrid y andabes por arrabales. Una vez grabé allí con la casa Columbia. Era en los bajos de un edificio y pasaba un camión o sonaba un portazo y me hacían repetir. Hasta que dije: «Mira, si no lo vendes, tíralo, pero no me revientes». Eran 14 canciones, dos elepés, y tenía que grabarlas en una tarde.

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Le han dado la Medalla de Asturias, han escrito su biografía...

Yhomenajes tuve 40.000. Sigo en el candelero. Yo hay veces que pienso: «Si yo ahora a todas las veo cantar muy bien». Ahora que, si cantan las mías y están flojas, también digo: «Ahí fáltate algo». Sobre la Medalla, me extrañó mucho que no se la hayan concedido a otros como Víctor Manuel, que también ye muy primitivu. Me dicen que estoy en el internet y en el mundo entero con Arboleda bien plantada y A las madres de los mineros. Mira qué casualidad. La primera que grabé con 28 años y la última, con 63 o 64. Como famosa, está mal que yo lo diga, fui más que La Busdonga y todas las demás. Pa la tonada, voy a tardar en morrer. Aunque esté en el más allá, voy a sonar una temporada.

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