Más que joyas

Repuestos, herramientas especializadas, vehículos a escala, mecanismos, chalecos antibalas o cascos también tienen su lugar en el ClassicAuto

José Luis Álvarez

Sábado, 27 de febrero 2016, 07:43

Pero es que Classicauto es más. Como buena cita con los amantes del motor y, en especial de los clásicos, la feria cuenta con un aparatado especial para los repuestos. Desde una faldilla para una bicicleta de los años 50, su sillín de cuero con muelles, latas de aceite Seat de los años 70, el cuentakilómetros del 124 LS, el piloto trasero de un R-8, el pomo del cambio de un Dyane 6, que como decía la publicidad es para gente encantadora, o simplemente el embellecedor de las ruedas de un 600.

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Junto a ellos se levantan también amplios tenderetes donde los aficionados pueden también surtirse herramientas especializadas, pasta para pulir la carrocería, tintes para las telas de los asientos, alfombrillas de plástico hechas con las matrices originales o calcas deportivas. Revistas, llaveros, pegatinas y parches completan esta sección, en la que por unos pocos euros uno puede llevarse esa pegatina como la que montaban los bólidos en los años 60 y 70.

También dentro del mundo de los coches clásicos, los vehículos escala tienen un hueco en esta feria. Sin embargo, son muy pocos los modelos de Joal, Paya Jyesa o Sólido, fabricantes de juguetes españoles que reprodujeron los clásicos que hoy son más cotizados. De fabricación china, las réplicas dejan un poco que desear. De todas las piezas destaca un viejo camión Barreiros amarillo de Obras Públicas de Payá teledirigido con cable, posiblemente de mediados de los 60; el Madelman pirata su precio varía de vendedor a vendedor y solo por los ojos de cristal del muñeco se comprueba su antigüedad-, dos lanchas de este intrépido aventurero y un Jeep blanco con el que se iba de safari. Junto a ellos está la mismísima pistola de 007, fabricada en los años 70, objetos que si merecen dejarse unos euros.

Lo que si llama la atención es el aumento, en esta edición, de los puestos de almoneda. Si, de cosas viejas que todavía no llegan al calificativo de antigüedades. Y es que estas restan algo de espacio a los coches y motos, los verdaderos protagonistas. En sus mesas se pueden comprar, por ejemplo, los mecanismos a escala empleados en las viejas autoescuelas para explicar el funcionamiento de las cajas de cambios o de un motor de combustión. Esos pueden pasar. Otra cosa es ver una máquina de coser en miniatura de principio de siglo XX, máquinas de fotos de fuelle, varios indios hechos de madera de 1,80 de alto, un sillón de barbero y los utensilios con que los abuelos de hoy se cortaban el pelo de pequeños, cajas de latón de aspirinas, ungüentos, de Atrix para las manos, dagas militares o teléfonos propios de las películas de Paco Martínez Soria.

Sin embargo, uno de los puestos con más éxito lo regenta un joven portugués. Camisetas de calaveras a tres euros, chalecos antibalas sin su kevlar- a un euro, cascos para tanques a cinco euros, gafas de combate a dos euros, monos, linternas, cubiertos de campaña, cascos metálicos El joven no para dado que los visitantes que repiten saben lo que vende, y a que precios, y asaltan su muestrario.

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