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Susana Estrada, en una pose de estrella.
«Ya no hiperventilo por nadie»

«Ya no hiperventilo por nadie»

Susana Estrada fue la musa de la Transición y ahora tiene una productora musical

AZAHARA VILLACORTA

Domingo, 27 de diciembre 2015, 00:16

Susana Estrada (Gijón, 1949) tiene dos hijos que son mayores que ella, dice, y un cabreo monumental. «Pero no con el público asturiano, que siempre se ha portado muy bien, sino con las autoridades». Esta rubia de armas tomar que fue la reina del destape vive en Benidorm, donde dirige una productora musical, con sus gatos: «Tengo tres y por el jardín andan otros doce. Tienen un carácter como el mío: son orgullosos, limpios, silenciosos, curiosos, muy inteligentes. No hacen nada por orden ni mandato y son muy pacientes. Yo no mato ni a una araña, pero a veces la paciencia se me acaba».

¿Cómo está?

Estoy liadísima pero estupenda, guapa, delgada. Como siempre. Ya se sabe que en el cuerpo todo se va cayendo, pero a mí la genética me trata muy bien y además soy casi vegetariana: nada de compango y tampoco tomo nada de alcohol. Tés y leche de soja. Yo sigo con 52 kilos, como toda mi vida.

Pero ha cambiado el Cantábrico por el Mediterráneo.

Es que en el Mediterráneo se vive muy bien y encima tiene mar. Algo que llevo en la genética es el mar, a mi playa de toda la vida. San Lorenzo y el Muro los tengo en mis genes. Yo, por mi carácter, soy una galerna del Cantábrico, pero el Mediterráneo me da paz. Hasta que se murió mi madre, hace siete años, el Náutico era mi sitio. Desde una cristalera, viendo el mar bravío y esas olas que acojonan.

Durante muchos años, levantó pasiones entre los hombres y recelos entre las mujeres. ¿Eso ya pasó?

Hoy, la gente me dice: «Hay que ver todo lo que tú hiciste por este país y por la libertad de las mujeres». Antes solo me lo reconocían los hombres, a los que se les permitía todo: tener queridas, ir de putas, salir de juerga... Ahora me lo reconocen también ellas, pero en esa época pensaban: «Esta mujer se pone el mundo por montera y yo estoy aquí a las órdenes de este, soy la señora de su señor, atada a la pata de la cama. A ella se le permite todo y a mí, nada». Se olvidaban de que yo luché por eso y tuve que aguantar muchos palos, muchas críticas y cosas que no fueron agradables. Solo era una mujer que me desnudaba. Todo era sexo. Eran hermafroditas: tenían un sexo entre las piernas y otro en la frente.

Entre otras cosas, catorce procesos judiciales abiertos por un consultorio sexual en una revista en el que enseñó a España a masturbarse.

Estuve sin pasaporte y sin derecho al voto hasta el 88, cuando se despenalizó el delito de escándalo público. Y no fui yo sola. Recuerdo a Berlanga sentado en el banquillo de los acusados conmigo por comentar unos textos de Sade. Todo un señor Berlanga 'acojonao'. Yo le decía: «Tranquilo, cariño, que no pasa nada. Que se acabe este circo de una vez y ya está. Digas lo que digas, nos van a condenar». Pagué un precio muy alto porque a mí o se me quería o se me odiaba.

Resulta paradójico que la musa de la Transición no pudiese votar.

Ni salir del país. Y, sin embargo, todos estos chorizos que parece que han nacido en Tineo, donde se hacen los buenos embutidos, y que se han llevado el dinero de todos nosotros a manos llenas siguen en la calle riéndose a nuestra cara y viajando. Yo no voto más. Que se vayan a la mierda. Sobre todo, el PSOE y el PP. Ya estuvo bien de que nos sigan robando los mismos 40 años. Tanto que hablamos de Franco, antes eran cuatro a llevárselo pero ahora son 400.000. Desde los allegados a la Familia Real, Urdangarin y su maravillosa esposa, hasta el último mono del último pueblo se han llevado todo lo que han podido. ¿Vamos a permitir que nos sigan robando los mismos perros con collares rojos o azules?

Ha llegado a decir que con Franco vivíamos mejor.

Hemos ganado en muchas cosas y hemos perdido en otras. En respeto, educación, civismo, derechos... Ahora todo es pagar y pagar. Pagamos unos impuestos similares a países del entorno de Europa, pero los sueldos no son ni la mitad. A veces, me pregunto dónde están los cojones de este país.

También su malestar con los políticos asturianos es evidente.

Los ignoro lo mismo que ellos me han ignorado durante todos estos años. Yo creo que con eso se resume todo. No sé si ha sido por vergüenza, por decir: 'Ah, que esta se desnudó'. Pero ahora se desnuda todo el mundo. Seguramente, sus mujeres, sus hijas, sus sobrinas y sus sobrinos. De Asturias ha salido gente importante y, evidentemente, yo estoy entre esa gente, pero jamás me han invitado a nada, jamás han hecho ningún acto oficial ni me han reconocido nada. Es como si no existiera, como si fuera transparente.

Otro momento glorioso fue aquella foto del diario 'Pueblo' en la que aparecía con un pecho al aire junto a Tierno Galván, que solo acertó a decirle aquello de: «No vaya usted a enfriarse». Ya es historia de este país.

Esa foto dio la vuelta al mundo. La chaqueta se abrió y yo solo dejé hacer a los fotógrafos.

Una mujer de rompe y rasga que, sin embargo, nunca fue de 'aquí te pillo aquí te mato', ¿cómo lleva el capítulo 'hombres'?

Estoy tan tranquila que no te lo puedes ni imaginar. No lo echo de menos porque tampoco tengo ninguna asignatura pendiente al respecto. He tenido lo que he querido tener y ya no hiperventilo por nadie. Es que, si hiperventilas mucho, te mareas. Ahora, a los hombres les pido el currículum.

¿Y qué balance hace de su vida?

Hay que tener mucho temple y mucha fuerza para dedicarte a esto y sobrevivir. ¡Sobrevivir! Porque salen muchos cuchillos por todas partes. Es un mundo en el que todo es «ay, cariño, cuánto te quiero» y luego te das la vuelta y te clavan 27 puñales. Cuando te arriesgas mucho y juegas fuerte, te llevas las hostias pero también los laureles. De esto nunca te retiras nunca y la vida acaba poniendo las cosas en su sitio. Y, si no, te las pone el cirujano.

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