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itsaso álvarez
Martes, 3 de noviembre 2015, 10:21
Muchos alardean de leer, pero ¿cuántos lo hacen de leer libros escritos por mujeres? Es arriesgado y sexista afirmar que la calidad literaria está basada en ser hombre o mujer, y no es ese el propósito de este artículo, como tampoco lo es entrar en una lucha de género en la literatura. Tampoco nos dedicaremos a discutir por qué a las obras escritas por mujeres se las englobó durante mucho tiempo bajo la etiqueta de literatura femenina, mientras que a las creaciones literarias firmadas por varones nadie las ha clasificado nunca como literatura masculina. Hoy por hoy las mujeres encabezan las listas de libros más vendidos, publican sin parar, se están comiendo el mercado editorial y, libro a libro, dan al traste con el tinte peyorativo que estigmatizaba como una especie de subgénero las obras escritas por ellas. No hay más que ver que este año se ha alzado una mujer, la bielorrusa Svetlana Alexiévich, con el Premio Nobel de Literatura, algo que ya sucedió en 2013, con Alice Munro (otra cosa son los premios promovidos por editoriales).
Lo que queremos apuntar es si existe un prejuicio de género cuando hablamos de libros; si se respetan más los libros escritos por hombres que los escritos por mujeres; si se publican, reseñan, premian y leen más y mejor los libros de autores; si tienen mayor aceptación, consciente o inconscientemente los libros redactados por ellos; y si es menos visible o respetada la literatura elaborada por mujeres. Verónica Juárez propone en 'Calidad literaria, ¿una cuestión de género?' responder a una pequeña encuesta, son cuatro preguntas, para demostrarnos a cada uno de nosotros «la visibilidad de libros escritos por mujeres», que reproducimos:
Para quien se esté echando las manos a la cabeza, recordemos que en otras épocas sí importaba el género de quién escribía. Novelistas como las hermanas Anne, Emily y Charlotte Brontë, George Sand, Fernán Caballero y muchas otras tuvieron que valerse de seudónimos masculinos para que sus libros fueran considerados. Y más recientemente, el caso de J.K. Rowling, lo ha contado ella misma más de una vez. Cuando envió su manuscrito de Harry Potter como Joanne Rowling, el editor le preguntó si podían utilizar sus iniciales en lugar del nombre completo pues «a los niños no les gusta leer libros escritos por mujeres». En 2011, hace apenas cuatro años, unas declaraciones del novelista que obtuvo el Nobel de Literatura, V. S. Naipaul, suscitaban controversia y no ayudaban nada, al señalar «leo cualquier texto y, en un solo párrafo o dos, ya sé si escribe una mujer o un hombre, y no me da igual».
¿Habría alguien entre ustedes dispuesto a hacer el experimento de leer únicamente libros escritos por mujeres durante una temporada? Aquí hemos encontrado a algunas personas que de hecho ya lo hacen. «Últimamente nada más que leo libros de escritoras. No es feminismo, es comprensión», apunta una estudiante de Periodismo de tercer curso, Laura G. «Me gusta entrar en una librería y ojear títulos. Procuro no fijarme en el autor hasta que termino de leer la sinopsis del libro y juego conmigo misma a ver si acierto si es un hombre o una mujer quien lo ha escrito», revela una compañera en la redacción. «Se me ocurre mirar un estante de una sala de la biblioteca de mi distrito al azar y comprobar cuántos libros escritos por mujeres y cuántos por hombres encuentro», propone durante la charla otro compañero, quien advierte que «ningún hombre pone en riesgo su hombría por leer libros escritos por mujeres».
Otra periodista, K. T. Bradford, neoyorquina experta en asuntos de tecnología, retó hace tiempo a sus seguidores a dejar de leer a «autores masculinos, blancos y heterosexuales» y, en su lugar, centrar el interés en lo escrito por «mujeres y miembros de la comunidad LGBT, preferentemente de color y con poca difusión». Ella lo hizo y llegó a varias conclusiones. La primera, que «el mercado está dominado por los autores masculinos, blancos y heterosexuales, y la industria lucha activamente para que así se mantengan las cosas». En segundo lugar, que «hay una diferencia entre la literatura escrita por hombres y por mujeres. Para empezar, parece que las mujeres escriben más sobre mujeres. Hay más protagonistas femeninas. Como hay más, son más variadas. Y como son más variadas, son más interesantes, más humanas, más de verdad. Nos hemos acostumbrado a que los protagonistas de casi todo sean hombres y trascendemos ese detalle para identificarnos con nuestros personajes favoritos, ¡pero es tan, tan refrescante abrir un libro y encontrarlo lleno de mujeres de todo tipo!». En España otra periodista, María Barrios, le siguió el juego y está pasando una temporada leyendo libros de autoras. Esperaremos a sus conclusiones.
Quizás muchos no sepan que el 14 de junio de 1977 se abrió en España la primera especializada en mujeres, en la calle Lladó número 10 de Barcelona, como iniciativa de cinco féminas que formaban parte de asociaciones de barrios. «Entendemos que a las mujeres nos ha estado negada siempre la capacidad de pensar, de crear, de ser mujeres en muchos terrenos y que solo nosotras podremos conseguir potenciar nuestras propias obras y nuestra capacidad creadora», declararon entonces. La librería se cerró en 1982 y después se han abierto otras. En Bilbao hubo una en la calle Correo 16, Lilith, que cerró en su día y no tiene sustituta.
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