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Jessica M. Puga
Miércoles, 12 de agosto 2015, 23:57
El nombre de José María Dols Samper (Alicante, 1982), José Mari Manzanares como su padre en los ruedos, se ha convertido en un indispensable en la feria taurina de Gijón. Son diez tardes las que el diestro ha pasado en El Bibio desde que tomara la alternativa en 2003. De hecho, ese mismo año, apenas dos meses después de presentarse en su tierra, visitó Gijón. Él sabe cuánto de sacrificada es la profesión de torero porque antes de elegirla lo vivió todo con su padre. De ahí que tuviese que pensárselo dos veces antes de tomar la decisión.
La repentina muerte de su progenitor el pasado mes de octubre fue un varapalo para el diestro alicantino y a la vez un revulsivo para coger la temporada por los cuernos y plantarle cara: «Cada tarde va dedicada a él, ahora más que nunca», explicaba el diestro ayer antes de salir al ruedo.
José Mari Manzanares ha crecido en las plazas, muy cerca de la profesión, por eso a sus 33 años ha optado por dejar las críticas de lado. «Las estadísticas hace tiempo que perdieron interés para mí porque priman más otro tipo de cosas. Sé que son necesarias y que un torero tiene que ir triunfando pero a estas alturas voy ya buscando otro tipo de cosas», confiesa, aunque se declara un enamorado de una profesión «tan bonita».
«Es cierto que en el toreo cuesta mantenerse y que la profesión te devuelva todo tu trabajo y lo que haces. Hay veces que ves una tarde con mucha ilusión por diferentes motivos pero, de repente, te llega un toro que no te permite expresarte y se acabó. Es entonces cuando sí que sientes un poco de frustación... Aunque siempre merece la pena», concluye.
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