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Nicolasito Maduro ha aparecido en una boda bailando bajo una lluvia de dólares. Su padre le hizo jefe de sus inspectores especiales a los 25.
Hijos de papá y del escándalo

Hijos de papá y del escándalo

El vástago de Bachelet dimitió por corrupción, el de Maduro baila en una lluvia de dólares y al de Evo Morales su padre le mandó a pastorear llamas

Francisco apaolaza

Sábado, 4 de abril 2015, 09:33

Fuera del hotel Gran Meliá, en las calles de Caracas, su padre había sacado a la calle a 80.000 soldados frente al imperialismo yanki y en las aceras se agolpaban las colas eternas en busca de leche o papel higiénico. Dentro, en un lujoso salón, Nicolás Ernesto Maduro bailaba en un escenario bajo una lluvia de dólares. Eso, en un país donde el control del cambio de moneda ahoga a la población, donde la compra del mes cuesta más que el salario mínimo... eso, cuando eres el hijo del presidente de la república bolivariana, es un escándalo por mucho que en las bodas árabes se lancen billetes. El bailecito dolarizado de Maduro Jr. es la última escena más o menos sonrojante que brindan a los medios los hijos de los presidentes de Latinoamérica.

Cada vez que hablan de Nicolasito sube el pan. Ha llenado miles de páginas de prensa. Dicen de él que estudió Económicas, pero sobre esto hay también versiones. Al vástago bolivariano le gustaba la flauta, pero no le dio la nota para entrar en la escuela de música. Que no fuera un hacha en los estudios no lo privó de los cargos. El primero que le dio su padre fue el de jefe del Grupo de Inspectores Especiales de Presidencia, una especie de cuerpo civil pretoriano que responde directamente ante Maduro. Después, parte del país se echó las manos a la cabeza cuando lo hicieron director de la escuela de cine. Cuando resultó elegido en las listas de los socialistas, los medios titularon con una frase suya: quería «salvar a la Humanidad». Y tiene 25 años.

Abanicándose con un fajo de dólares

Sin salir de Venezuela, la descendencia de Chávez sigue dando que hablar. De Huguito, el único varón del comandante, no se sabe mucho más que no se llevaba bien con su padre y aquí la disidencia no está bien vista, ni siquiera en familia. La última hija del fallecido presidente, de nombre Rosa Inés (Rosinés para los amigos), la que era su ojito derecho, la que hizo que su padre cambiara el lado hacia el que mira el caballo de la bandera, apareció en su cuenta de Instagram abanicándose con un fajo de dólares y al país le sentó como un tiro. Papá la quiso con locura, tanto que cuentan que mandó parar un avión en la pista de despegue para que se hiciera una foto con un insigne pasajero: Justin Bieber.

A las dos hijas mayores también les gusta el peculio y el vivir bien. Meses después de la muerte de su padre, han seguido disfrutando de La Casona, la lujosa residencia presidencial, con spa y sala de conciertos, una morada que no quisieron abandonar ni con agua caliente. El presupuesto de la primera familia venezolana sube hasta los 935 millones de dólares al año, según la oposición. La cifra ha crecido un 40% en los últimos tiempos al tener que mantener a los Maduro y a los Chávez. Salen a 2,5 millones al día.

A las hijas del gorila rojo costó sacarlas de allí. Pero no se fueron de vacío. Pese a que se desconoce su currículo, el año pasado nombraron a María Gabriela Chávez embajadora alterna de Venezuela ante la ONU. Muchos de sus conciudadanos se preguntaron si entre todos los venezolanos, siquiera entre los afines al poder, no había alguien con un poco más de poso. La otra, Rosa Virginia, es presidenta del proyecto social Misión Milagro, un programa creado por Hugo Chávez y Fidel Castro en 2004 con el objetivo de brindar atención oftalmológica a las personas de bajos recursos, de Venezuela y del resto del continente. La organización está adscrita a la vicepresidencia, cuyo titular no es otro que el marido de Gabriela, que posa en prietos bikinis en su cuenta de Instagram.

Bachelet y el 'nueragate'

No se apuren los de uno u otro bando, pues en esto del escándalo en la familia política hay para todos los colores. A Sebastián Dávalos, hijo de la mandataria chilena conservadora Michele Bachelet, nadie le hubiera puesto un pero. Pero parece que salió rana. Él y su esposa. Chile anda revuelto con el Nueragate, un caso que acaba de saltarle a la cara a la presidenta pero que se remonta al segundo semestre de 2013, cuando Dávalos pidió presuntamente un crédito de 10 millones de dólares para comprar unas fincas en la región de Machalí. Hay sospechas de que la operación que llevó a cabo con la empresa de su esposa (de ahí lo del lío de la nuera) tuviera por objeto revender dichos terrenos una vez que su uso hubiera cambiado de rústico a urbano y multiplicado su valor. El crédito fue concedido un día después de la elección de la madre de Dávalos y la toma de la decisión del cambio de los terrenos, clave del negocio, dependía del gobierno de mamá donde él mismo trabajaba. El hijo de Bachelet, conocido por hacer alardes de su masonería, era el director del área Cultural de la Presidencia del Gobierno. Se vio forzado a dimitir en febrero, cuando salió a la luz el asunto.

Se quejó y lo mandaron a pastorear llamas

A los hijos de Evo Morales, en cambio, no se les conoce chanchullo, al menos de momento. Álvaro, hermano de Evaliz, se ha quejado públicamente de que vive en la miseria. Antes de que el padre los mandara a trabajar al campo y a pastorear llamas a las orillas del Orinoco «para que vieran cómo se vive», Álvaro, cuya madre está separada del mandatario, llegó a decir esto en público: «Cuando salió presidente, me dije: Mi vida va a cambiar, ya no voy a estar de casa en casa, pero sigo así». A Evaliz le va mejor con papá. Recientemente asistió al Complejo Sounder de Oruro, uno de los sitios más lujosos del lugar, en el que la agasajó con una fiesta para 500 invitados. En la prensa rosa saltaron chispas.

Dando lecciones a todos

Aquello de la mujer del César también vale para América Latina. Martín Santos, hijo del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, es uno de los solteros de oro del país. A sus 26 años es directivo del think tank en el que despegó la carrera política de su padre y a esa edad se atreve a dar lecciones a todos, incluso al expresidente Uribe, al que acusó en un tuit de «asesinar el proceso de paz». Tanta suficiencia se torció un poco en el mundial de fútbol de Brasil, cuando la prensa lo situó en una pelea en un restaurante donde volaron los platos.

Asesor político

Más formal es Camilo Vaca, el súbito novio de Florencia Kirchner, hija de Néstor y de Cristina Fernández, que ha salido a la luz a raíz del embarazo de su presidencial novia. Hijo de un represaliado exiliado en México, trabaja ahora -cómo no- en el aparataje político y le han nombrado asesor de Julián Domínguez, candidato a las presidenciales de este año.

Entusiasta de los deslices

Sofía Castro es otra de las novias de América Latina. Hijastra del presidente mexicano Peña Nieto, es actriz y una entusiasta de los deslices. En una entrega reciente de premios en la que fue galardonada, y ante las protestas por los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, dijo esto: «Ahorita no es momento, ahora venimos a disfrutar y a recibir mi premio». Después apareció en un viaje oficial de Peña Nieto a Europa con un vestido Dolce&Gabanna de 6.000 euros. Puede ser reina de la belleza, pero no de la popularidad.

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