La mayoría de las fantasías sexuales son «típicas y comunes»

Según el criterio de andar por casa, una fantasía sexual es rara si jamás se nos ha pasado a nosotros por la cabeza, y en cambio resulta de lo más habitual si forma parte de nuestro particular repertorio imaginativo. Los psicólogos y psiquiatras necesitan unas pautas más objetivas para juzgar a sus pacientes, con vistas a situarlos más allá o más acá de la frontera de lo patológico, pero no abundan los estudios que determinen hasta qué punto están extendidas las diversas ensoñaciones. Esa imprecisión molestaba enormemente a un grupo de investigadores de la Universidad de Quebec, hartos de leer cómo los manuales calificaban de «poco corrientes» o de «anómalas» las fantasías sobre fetichismo, sadomasoquismo, exhibicionismo y demás familia, sin aportar más argumentos.

Así que pusieron manos a la obra y organizaron una encuesta a 1.500 personas de entre 18 y 65 años, con la que pretendían comprobar el grado de popularidad de un largo muestrario de fantasías. El resultado, publicado por 'The Journal Of Sexual Medicine', viene a demostrar que la mayoría de estos vuelos de la imaginación no son cosa de cuatro gatos. De hecho, tras analizar su material, los expertos solo consideran 'raras' prácticas como la zoofilia (con la que ha fantaseado el 3% de las mujeres y el 2% de los hombres) y reservan el apelativo de 'poco habituales' para posibilidades como la 'lluvia dorada' (que en los hombres se mueve entre el 9 y el 10%). La mayoría de los epígrafes muestran proporciones bastante más altas y corresponden, por tanto, a «fantasías típicas o comunes», según clasifican los autores.

Ellos mismos han subrayado lo difundido que está el sadomasoquismo en este terreno del sexo imaginario: el 64% de las mujeres y el 53% de los hombres ha jugueteado con la idea de ser dominado sexualmente; el 46% de las mujeres y el 59% de los hombres ha fantaseado con dominar. «Estos hallazgos nos permiten arrojar luz sobre ciertos fenómenos sociales, como la popularidad de 'Cincuenta sombras de Grey'», ha comentado el jefe del equipo, Christian Joyal. También les sirven para establecer una importante puntualización: «Aproximadamente la mitad de las mujeres que describen fantasías de sumisión especificaron que no querrían que se materializasen en la vida real. Eso confirma la importante distinción entre fantasías y deseos sexuales, que suele ser más fuerte entre las mujeres que entre los hombres».

Hay muchos apartados en los que queda patente la diferencia entre lo masculino y lo femenino. Ocurre, por ejemplo, en las fantasías que tienen que ver con el sexo interracial (se dan en el 27% de las mujeres y el 61% de los hombres), con el sexo anal (32% de las mujeres, 64% de los hombres), con el sexo con personas mucho más jóvenes (18% de las mujeres, 57% de los hombres), con tocar a alguien desconocido en un lugar público como el metro (18% de las mujeres, 57% de los hombres) o con contemplar en secreto cómo alguien se quita la ropa (31% de las mujeres, 63% de los hombres). Y también se aprecia en otros enunciados más explícitos que quizá no vengan al caso. En general, ellas fantasean más con sus compañeros reales que ellos, propensos a buscar fuera de casa la materia prima para sus ensueños.

Los autores del estudio destacan también cómo las fantasías vinculadas a la homosexualidad «superan significativamente» los porcentajes de participantes que se declaran gais o bisexuales. Entre los encuestados había un 85% de heterosexuales, pero el 37% de las mujeres y el 20% de los hombres se ha acostado con personas del mismo sexo en alguna película mental. El trío con dos mujeres, que se les ha pasado por la cabeza al 84% de los hombres (y algunos apuntarán que esa proporción todavía se queda corta), también forma parte del catálogo del 37% de las mujeres. Y la opción 'ver a dos mujeres hacer el amor' ha sido marcada por el 82% de los chicos y el 42% de las chicas.

Los autores puntualizan que tal vez su grupo de estudio fuese particularmente licencioso, al menos con la imaginación, ya que las personas de hábitos liberales se someten con mayor facilidad a encuestas sobre conducta sexual. De hecho, el trabajo tenía un apartado en el que, más allá del cuestionario, los participantes describían su fantasía por excelencia, y ahí han aparecido argumentos porno que los especialistas ni siquiera habían tenido en cuenta. Pero, caramba, ¿cómo se les pudo pasar por alto algo tan habitual, tan de andar por casa, como el sexo con gemelas?