CARLOS AMADO
Domingo, 4 de agosto 2024, 02:00
No hay guion que valga en el Descenso del Sella y eso lo saben todos los palistas que se dan cita en esta competición tan peculiar. Y si no que se lo pregunten a los francesos Jeremy Candin y Quetin Urban, que ayer se alzaron con su tercera victoria bajo el puente de Ribadesella, arruinando la despedida del riosellano Walter Bouzán, que acompañado por el madrileño Adrián Martín, tuvo que conformarse con ocupar el segundo cajón del podio del que ha sido su último Sella «a este nivel».. «Estamos muy contentos, porque volcamos tres kilómetros después de la salida y creí que era el fin para nosotros», explicó Candin exultante junto a Urban, ayer, a los pies del podio. «Entró mucha agua en la piragua, esperamos a que fuera saliendo para intengar volver al segundo grupo y al ver que el primero no estaba tan lejos dijimos que lo teníamos que intentar», continuó. «Esto es el Sella y todo puede pasar», remató Jeremy Candin.
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Su compañero reconoció que tanto Bauzán y Martín, como los portugueses José Ramalho y Alfredo Faria, que fueron terceros, se lo habían puesto «muy difícil». «Lo más importante de la carrera estaba en la salida, que en esta ocasión fue muy bien, pero luego tuvimos una aventura tres kilómetros después», comentó en referencia al vuelco que sufrió su embarcación. Sobre el sprint final en el que lograron superar al K2 de Bouzán y Martín a escasos metros de la meta, Urban explicó que «cuando vimos que los portugueses se iban por la izquierda y Walter también, esperamos y cuando nos sentimos bien tiramos, pero fue difícil».
«Ha sido una pena porque lo saboreamos, lo tocamos con la punta de los dedos», se lamentaba Walter Bouzán, aunque reconoció que según pasaran las horas «valoraremos este segundo puesto». «Nos faltaron diez días de acoplamiento, porque competimos con K2 que llevan remando juntos muchos años y nos queda este mal sabor de boca», añadió el riosellano. Sobre el decisivo sprint final, Bouzán explicó que «intentamos tapar a los portugueses que venían muy fuertes por la izquierda y al final nos pasaron los franceses por la derecha, que venían muy rápidos»,
«Nos faltó una pizca de fuerza al final», admitía su compañero Adrián Martín. «El mayor desgaste lo hicimos nosotros y eso al final se paga, porque aguantar toda la ría a media marea sobre los últimos dos kilómetros era muy complicado», argumentaba Bouzán, consciente de que todos sus rivales estaban pendientes de la decisión que tomara su K2 en La Boticaria. «Sabía que si nosotros tirábamos remando, prácticamente todos iban a tirar remando, menos los de atrás, y por eso al sprint ya llegamos con un desgaste muy gordo desde arriba», argumentó.
A lo más alto del podio femenino se subieron Irati Osa y Arantza Toledo, recién proclamadas campeonas de Europa de maratón. «Son dos sueños hechos realidad en una semana y estamos todavía en una nube», reconocía Toledo. Para la palista conquense la clave de su victoria estuvo en una salida «super limpia» y que «dedicimos montar desde el principio en vez de correr y luego imprimimos ritmo pensando todo el rato en que nos cogían y subiendo cada vez más el ritmo». Su compañera Irati Osa, que había ganado el Sella el año pasado en K1, se mostró «encantada» con el cambio de embarcación y deseosa de disfrutar la victoria para «descansar un poco para ir a por el Mundial».
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Las victorias individuales fueron para el cangués Javier Sánchez, que a sus 24 años logró su primer triunfo en el Sella, y para la sudafricana Christie Mackenzie, que participaba por primera vez en el Descenso y que prometió volver. «Es muy impresionante, es una prueba que hay que hacer al menos una vez en la vida y estoy muy feliz de haber aceptado la invitación de la organización», aseguró. Acostumbrada a pruebas de río, la sudafricana se mostró impresionada « por la gran cantidad de gente que había». «Nunca había visto algo así, la energía que se percibe aquí es increíble», aseguró. «Es super único y recomendaré a todo el mundo venir», añadió la sudafricana, que protagonizó la anécdota de la entrega de premios al tener que subir dos veces al podio, porque en la primera la organización no consiguió hacer sonar el himno de su país.
Por su parte, Javier Sánchez, ya con la montera picona de ganador, reconocía que «sabía que podía estar arriba, pero tanto como ganar, no». «Cuando me puse primero, busqué la ola de un K2 que sabía que iba a tener buen ritmo y tiré con ellos hasta abajo», explicó el cangués, a quien la estrategia no pudo salir mejor .
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