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ANA SOLÍS
Domingo, 5 de agosto 2018, 04:19
Montera picona, chaleco y collar de flores. Sidra, charangas y banderas de Asturias. Ninguno de estos elementos puede faltar en la fiesta más multitudinaria e internacional de la región: les Piragües. Aunque este año la lista de imprescindibles fue más larga, en ella se reservó un sitio especial para Oskar Proy y su guitarra.
Invitado de honor de la gran fiesta, los asturianos solo esperaban de él que se lo pasase en grande. Y llegado el día, no defraudó. Acompañado en todo momento por su padre, Edgard Proy, ayer desde bien temprano en la tribuna de autoridades, presenció con asombro el desfile de peñas y bandas de gaitas por las calles de Arriondas. Con una enorme sonrisa correspondió a todos los que le reconocieron y saludaron. Aunque viendo el gran despliegue y los cientos de espectadores que se agolpaban en las calles, el joven australiano pronto empezó a preguntarse cómo podría desplazarse hasta el puente sobre el Sella para cantar, tal y como había prometido, su original versión del 'Asturias patria querida'. Casualidad o destino, en ese momento la carroza de los Botijos de Cangas de Onís, animada por dos 'drag queens' que representaban a Rafaella Carrá y a Beyoncé, pasaba por allí. Rápidamente, dos integrantes de la peña rescataban (o secuestraban) a Proy para subirlo casi en volandas a la discoteca rodante de los cangueses. Una experiencia «muy divertida» que le hizo sentirse «privilegiado», como más tarde reconoció. «Había mucha gente pendiente de mí y no estoy acostumbrado a eso, pero ha sido muy reconfortante sentirme tan arropado», afirmó.
Cuando llegó a la plataforma instalada en mitad del puente, cientos de espectadores ya se habían asentado a orillas del río para disfrutar de su actuación, escuchar con orgullo el tradicional pregón, este año a cargo de la palista Mara Santos, y ver, cómo no, la salida de las casi ochocientas embarcaciones que participaron en la competición.
El ansiado momento llegó quince minutos antes de que diera comienzo la salida. Entonces, Oskar Proy, guitarra en mano, consiguió enmudecer a todos los asistentes con su voz y los primeros acordes que salían de su guitarra. Incluso a los Tritones de Piloña, que, como marca la tradición, se daban los últimos baños en el Sella. Pronto todo el público se animó a corear el himno. La fiesta vibraba. Abrazados unos a otros, se balanceaban con orgullo al ritmo que tocaba el australiano. «Estaba muy nervioso, no sabía si me iba a salir bien, pero recibir todo ese amor me ha ayudado mucho a calmarme», manifestó. «Creo que he logrado, he conseguido llegar a sus corazones», continuó emocionado. Del mismo modo que su padre, quien manifestó sentirse «como en un sueño. Mi madre siempre nos habló de esta fiesta, ahora su nieto ha cantado aquí y la gente lo admira por ello, es increíble. Ojalá pudiera estar aquí».
Tras la actuación, el relevo ante el micrófono lo tomó Mara Santos. La palista, natural de Velilla del Río (Palencia) y 22 veces ganadora del Descenso Internacional del Sella en su categoría, se mostró agradecida antes de empezar a recitar los versos del tradicional pregón, escrito en su día por Dionisio de la Huerta. Al pie de la letra se tomó aquellos versos de 'enronquezcan las gargantas, que es fiesta de toda Asturias', pues la deportista puso tanto entusiasmo a su interpretación que su voz empezó a flaquear a medida que continuaba su lectura. Eso sí, alto y claro terminó pronunciando: «¡Viva Piragües, viva Asturias», que al unísono los espectadores respondieron con otro «¡viva!». Ella conoce bien los nervios de prepararse para competir ante tanta gente. «Sé bien lo que se siente al estar ahí, por eso es un orgullo para mí ser la pregonera en esta edición», manifestó. Rápidamente, minutos después abandonó la plataforma para situarse en la línea de salida y descender junto con su hermano Marco Antonio Santos las aguas hasta Ribadesella. Como ellos, más de 1.000 deportistas tomaron la salida al toque de bocina. Unos, directos al río, otros, avanzando por la pista de piedras cargando a lomos con la piragua para avanzar lo máximo posible en una prueba que los primeros, Emilio Llamedo Álvarez y Pedro Vázquez Llenín, tardaron en terminar poco más de una hora y seis minutos. Los hermanos Santos, por su parte, consiguieron una vez más coronar el pódium en su categoría.
En la entrega de premios, armado como siempre con una sonrisa de oreja a oreja, estuvo Oskar Proy, que como estrella de la jornada no quiso perderse nada. «Ha sido una carrera increíble, algún día intentaré descender el Sella, pero no compitiendo, así no me atrevo», confesó entre risas antes de marchar a los Campos de Ova para compartir banquete con los grupos de piragüistas y disfrutar de la fabada y otros manjares de una tierra a la que tiene claro que volverá. «Este festival es increíble y me están tratando de maravilla, ¡claro que espero volver!», señaló. Quién sabe si con una nueva versión que vuelva a enamorar.
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