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EUGENIA GARCÍA
Miércoles, 3 de julio 2019, 12:57
Comenzó con un homenaje. Horacio Rivero acababa de subir el Urriellu, el segundo ovetense en lograr tamaña hazaña, y varios amigos decidieron reunirse en una confitería de la calle Jesús para celebrarlo. Animados, quizá, por el éxito de su compañero, comenzaron a hablar de ... retomar la actividad asociativa anterior a la Guerra Civil, cuando colectivos ovetenses como la Sociedad Alpinista Peñaubiña o la Sociedad Doce Alpina ya practicaban el montañismo. Así, en tiempos aún difíciles para el asociacionismo como eran aquellos primeros años de dictadura, Francisco Alonso (primer presidente), Francisco Ruiz Tilve, Juan José Collado y el propio Horacio Rivero lograron superar todas las trabas burocráticas para constituir, el 24 de marzo de 1943, el Grupo de Montañeros Vetusta. Igual que 75 años después el Urriellu sigue siendo el emblema del Grupo Vetusta, en el carácter del colectivo continúa impreso su late motiv fundacional: el amor a la montaña.
El grupo contaba con 39 socios fundadores, pero a finales de año ya eran más de trescientos los que se reunían en la primera sede social, sita en la calle Melquíades Álvarez. A la primera excursión, al Mirador del Fito, asistieron 84 personas. Después se organizaron salidas a la Vega de Enol, a Urriello, a Peña Ubiña…Si por algo destacaban los socios, era por su tenacidad. «En aquella época había escasez de casi todo, empezando por el combustible o los neumáticos para los autobuses, que obligaron a suspender excursiones en más de una ocasión», relata Elisa Villa, veterana socia del grupo. Pero los montañeros de Vetusta, como las cabras, tiraban al monte. Sin importar lo lejos que éste estuviera. «Para ir al Macizo Central de los Picos de Europa, por aquel entonces un lugar remoto, iban en autobús hasta Cabrales y luego echaban a andar». También llama la atención que, tras la proeza de Rivero, «casi una docena subieron el Naranjo».
Pero no sólo de naturaleza vive el hombre. Gracias a la implicación de sus socios, la entidad se convirtió pronto en un importante foco de actividad deportiva y cultural en torno a la montaña. Se organizaron viajes a la nieve, carreras pedestres y una subida ciclista al Naranco; pero también concursos literarios o exposiciones. Como recoge Carlos Barrio en la revista '75 aniversario', «cuando en 1945 se reabrió el antiguo refugio de Vegarredonda, fue el Vetusta el encargado de organizar los actos, y años después sería también el Grupo el principal valedor, y el encargado durante décadas, del refugio de Ario». Por aquel entonces era presidente Jesús Quintanal y Ruiz de Mendarozqueta, quien consiguió el local en la plaza de la Escandalera que fue sede del grupo desde 1948 hasta 1955.
La siguiente década trajo consigo un importante relevo generacional y, por consiguiente, nuevas ideas. «Una de las más importantes, que tuvo un gran impacto social, fue acercar los Reyes Magos a aldeas de montaña», indica Villa. Los mismos pueblos en los que hoy apenas se escuchan juegos infantiles eran entonces núcleos muy poblados, en los que había muchos niños que vivían prácticamente incomunicados ya que el acceso tenía que hacerse a lomos de caballerías o a pie. «La relación de las gentes de los pueblos con las ciudades era casi exclusivamente a través de los grupos», señala Felipe Mota, actual presidente. Fue así como los montañeros del Vetusta se convirtieron en pajes que cada seis de enero formaban un cortejo para llevar la ilusión de los Reyes, a través de la nieve, a más de 1.052 pequeños de 62 pueblos como Bulnes, Vallemoru (Ponga), Tuiza (Lena) o Valle de Lago (Somiedo).
En aquellos años, el Grupo llegó a tener casi un millar de socios repartidos por tres delegaciones: la de Oviedo, la de Avilés y una tercera en Pola de Siero que fue el germen del Grupo Pico Fario, que este año celebra su cuadrigésimo aniversario. Se comenzaron a organizar los «jueves montañeros», origen de las actuales proyecciones, que bajo la batuta de Fernando Collía acercaron las cumbres de los Andes, los Alpes o el Himalaya a la capital de Asturias.
Durante las siguientes décadas el Vetusta continuó organizando salidas colectivas y numerosas actividades cuyo funcionamiento se hizo mucho más sencillo a raíz de la adquisición, en el año 1984, del local social actual, que se compró «con el esfuerzo de los socios, mucho de los cuales hicieron aportaciones a fondo perdido».
En los noventa el Grupo se convirtió en el primero en contar con una presidenta, Tita González, y además se hizo internacional con las primeras salidas a los Alpes y a los Pirineos. Su labor se vio reconocida con el premio 'Asturiano del Año' que otorga el Centro Asturiano y hasta con una plaza en pleno Oviedo. También celebraron entonces medio siglo de existencia.
25 años después, en su nutrido programa de celebración han incluido conferencias, comidas de hermandad, un número especial de la revista que llevan publicando prácticamente desde el principio y un trofeo muy especial dedicado a Chema Argüelles que busca seguir la estela de este divulgador de la montaña fallecido hace una década. El 'Trofeo Chema Argüelles', abierto a todos los montañeros, premia la ascensión a 14 de los emplazamientos en los que el Grupo instaló un buzón de cumbres, entre los que se encuentran Peña Salón, Carriá o Jito de Ario. Además, se organizará una escalada colectiva al Urriellu.
Todos estos años de andanzas montañeras no pesan sobre las espaldas del Grupo Vetusta; más bien al contrario, le dan el empuje para seguir actualizándose y adaptándose a los nuevos tiempos, en los que para ir al monte prácticamente basta un smartphone. La junta directiva actual, que lleva en el cargo desde marzo, intenta «innovar en el diseño de las excursiones de una manera muy concienzuda y disciplinada», destaca María Terente, vicepresidenta segunda de la entidad. El presidente, Felipe Mota, asegura que «aún no está todo andado» y por ello cree que «estamos teniendo acierto a la hora de incorporar itinerarios nuevos, cosas distintas». Además, tratan de aprovechar las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías y «trabajar mucho la seguridad en las salidas colectivas». En tiempos de individualismo, el veterano Vetusta aún conserva dos de sus elementos característicos: «buena salud…y muchos socios».
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