Varios estudios científicos publicados en los últimos años han evidenciado los múltiples beneficios que puede llegar a aportar tan solo un par de horas en contacto con la naturaleza y con la vegetación, estas bastan para asegurarse niveles más bajos de estrés e incluso ... una mayor esperanza de vida. Precisamente por eso, no hay mejor lugar para disfrutar de todo ello, que un espacio protegido, en el que la naturaleza viva lo más ajena posible a la influencia del ser humano.
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Una elección especialmente difícil tratándose de Asturias, la 'región verde' por antonomasia, que cuenta con numerosos paisajes protegidos y entre ellos siete reservas de la biosfera declaradas por la UNESCO. La protección de estos territorios tiene como objetivo armonizar la conservación de la diversidad biológica y cultural, así como el desarrollo económico y social a través de la relación de las personas con la naturaleza. En estos lugares es fácil encontrarse molinos, mazos y batanes que siguen impulsados por la fuerza del agua, bosques de cuento alejados del mundanal ruido, abundante fauna, edificaciones ancestrales, antiguas calzadas romanas, ganado, tintes mitológicos, silencio y paz infinita.
Todo esto es posible en cualquiera de las reservas de la Biosfera con las que cuenta el Principado. Siete ecosistemas irrepetibles, donde poder respirar hondo y asomarse a la vida:
Los grandes valles de Saliencia, Valle, Somiedo y Pigüeña conforman el Parque Natural de Somiedo. Este fue el primer espacio asturiano declarado Parque Natural en 1988 y posteriormente en el 2000 Reserva de la Biosfera. Su naturaleza integra los grandes mamíferos de la Cordillera, incluido el oso pardo, más de 100 especies de aves y vegetales. Hayedos, robledales, abedules, alisedas y encinares rellenan gran parte de su vegetación y una de sus visitas obligadas es la braña de La Pornacal, en la que aún se conservan antiguas tradiciones de los vaqueiros de alzada.
Fueron el Primer Parque Nacional de España, declarado hace ahora cien años Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Un gigante kárstico formado por tres macizos y en el que, además de encontrarse algunas de las cumbres más altas de la cordillera cantábrica (como el Torrecerredo de 2.648 m), también se encuentran numerosas rutas, abundante fauna, más de 1750 especies y subespecies de flora vascular y espectaculares paisajes para disfrutarlos en familia. Una de sus visitas obligadas es el mirador de Pedro Udaondo, que ofrece una vista privilegiada del Picu Urriellu.
Comprendido por lo concejos de Caso y Sobrescobio, con más de dos décadas de existencia y declarado Reserva de la Biosfera en 2001. En este parque natural no faltan las cumbres cercanas a los 2.000 metros de altitud, cuevas, circos glaciares, pastos y bosques. Un espacio perfecto sobre todo para los amantes del senderismo, ya que aquí se encuentran rutas tan emblemátias como la del Alba, la del desfiladero de los Arrudos o cumbres como el Retriñón con 1.862 m de altura.
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Formado por bosques y montañas con altitudes que van desde los 213 a los 2.142 metros. El oso pardo, el urogallo, el lobo gris o el águila real son algunas de las especies protegidas que contiene la región. También es el paraíso para los senderistas y cuenta con lugares de gran riqueza boscosa como el conocido hayedo de Peloño. El rafting o el barranquismo, también se pueden practicar en este territorio, gracias al fronterizo Sella y a las numerosas cascadas y cañones.
Este relieve de contrastes se alza limítrofe con tierras leonesas. En él se hubica Peña Ubiña, la segunda montaña más alta de la región con 2.400 m. Destaca también el desfiladero formado por el río Val de Sampedro, en el que se encuentra Cueva Huerta, declarada Monumento Natural. Cuenta con una gran riqueza de fauna cantábrica y Flora y conserva restos de la época castreña a través de calzadas romanas como la Vía Carisa y el Camino Real de la Mesa.
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En este territorio de 555 km cuadrados de Parque Natural, se encuentra una de las naturalezas más ricas del Cantábrico. En ella se encuentra espacios de gran interés y matices como la Reserva Natural Integral del Bosque de Muniellos y la Reserva Natural Parcial del Cueto de Arbás. También destaca la arquitectura popular de hórreos y pallozas, por todo el concejo.
La reserva de Los Oscos-Eo y Terras de Burón, se trata de la primera comunidad que fue calificada como Reserva de la Biosfera en 2007, gracias a su paisaje, pero también a la labor de sus vecinos por el desarrollo sostenible. Un patrimonio natural compartido por Asturias y Galicia, asociado a la desembocadura del Eo y a los valles de las cuencas fluviales que posibilitan un espacio de playas y escarpados acantilados.
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