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Cuentan Marta Solana y Manuel Castel que «Terix» significa pluma en griego. Y que se decidieron a ponerle ese nombre a su proyecto porque en los alrededores del pueblo en el que viven han localizado más de 69 especies de aves: una población muy superior a la de las gentes de Ladines (Sobrescobio), que suma un total de 42 habitantes humanos, contándoles a ellos, dos biólogos naturales de Córdoba que -desde hace aproximadamente 2 años- gozan de su estatus de «vecinos» del Parque Natural de Redes.
Lo particular es que ellos llegaron a Redes sin conocerlo, pero teniendo claro que para desarrollar las actividades que imaginaban debían instalarse en un entorno naturalizado y rural. Uno que les permitiera estar cerca del bosque, de las caleyas, los paisajes de montaña, los arroyos, las majadas… pequeños grandes lugares, en los que se esconden mundos enteros, que ellos muestran a la gente.
«Vinimos atraídos por el entorno natural pero lo que, sin duda, más nos animó a quedarnos y a dar forma a Terix fueron los vecinos: desde el primer día nos hemos sentido en familia, arropados al máximo. Aquí hemos encontrado escucha, convivencia, buen trato, acogida, confianza, ayuda, hogar…», explican, aludiendo a ese carácter de puerta siempre abierta, tan acogedor, que aún existe en los pequeños pueblos y que, en este caso, hizo de revulsivo y completó una sinergia perfecta con el resto del vecindario de la zona: desde pájaros, lagartijas, raposos, lechuzas, mariposas, alimoches...hasta los frondosos hayedos, «Aquí afuera, en un radio de menos de 3 kilómetros alrededor del pueblo, encontramos cientos de micro universos de los que aprender. Hay mucho qué vivir en este lugar y nuestra labor pasa por enseñar todas esas formas de vida, acercándolas a la gente a través de una combinación de ocio, ciencia y ecología».
Una labor que dividen en partes: rutas, talleres, y asesoría medioambiental: un trio de actividades sobre las que se construye Terix Biointerpretación, un pequeño- gran proyecto que tiene como objetivos fomentar el conocimiento, el respeto, la conservación y el disfrute del medio natural.
«Somos biólogos y amantes de la naturaleza pero esto no se trata de un curso de biología ni tampoco de abrazar árboles, aunque si alguien quiere hacerlo fenomenal –explican sonrientes- Lo que ofrecemos es la oportunidad de conocer el medio natural que nos rodea desde otra óptica, ayudando a las personas a reconocer un montón de valores que suelen pasar desapercibidos y a descubrir la bella y enorme complejidad del sistema natural en el que vivimos», exponen, con un deje andaluz cargado ya de pequeños matices asturianos que en este tiempo se les han ido pegando al habla y al corazón.
«Realizamos pequeñas rutas, asequibles a todo el mundo, donde hacemos observación directa de fauna y de flora. Lo que ofrecemos es la oportunidad de asistir de forma consciente a los procesos naturales que nos rodean, que son miles, mirándolos desde otra perspectiva para poner una semilla de respeto, y también de asombro y de ilusión, hacia los demás habitantes del ecosistema en el que vivimos, por el que andamos o que visitamos… y claro, todo ello enmarcado en una actividad saludable y cien por cien sostenible, que transcurre de forma tranquila, con sosiego y con ciertas normas que nos ayudan a reconectar con lo importante», remarcan, esquivando la palabra mindfulnes a pesar de ser conscientes de que su propuesta también tiene mucho de ello.
Su especialidad, las pequeñas rutas, a las que llaman «paseos biointerpretativos», abierto a todo tipo de edades y en las que no se necesita ascender altas cumbres o superar grandes desniveles para contemplar horizontes nunca vistos, «los participantes, tanto de las rutas como de los talleres, suelen remarcar su sorpresa y fascinación con lo descubierto. Es muy gratificante. Y bueno, no hacemos montaña en sí, pero puede decirse que acercamos a la gente a paisajes nuevos, a perspectivas desconocidas, muy sorprendentes y enriquecedoras».
Paisajes y perspectivas que durante el próximo fin de semana compartirán con todas las personas interesadas en acompañarles, ya que para el sábado 3 de diciembre tienen programada una intensa jornada de pequeñas rutas que abarcan todas las franjas del día: «El bosque y los caminos cambian contantemente según la hora y la luz. Y ya ni te cuento de noche, dependiendo del tipo de luna que haya … Para conocerlo todo, el día 3 habrá ruta biointerpretativa de mañana y de tarde, por los alrededores de Ladines, además de un taller de observación astronómica muy interesante que – si el tiempo acompaña- discurrirá con una luna casi casi llena », anuncian.
Para conocerlos, acompañarles en sus descubrimientos y aprender con ellos a mirar el medio desde otra perspectiva, se pueden visitar su web y redes sociales o acercarse a Ladines y preguntar por Terix Biointerpretación, un proyecto que tiene nombre de pluma pero carga con el peso de la concienciación, el descubrimiento, los datos científicos, los prismáticos, la fascinación y la conexión aguda con un medio ambiente al que pertenecemos, y que tenemos muy cerca, pero que aún desconocemos enormemente.
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