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Para alcanzar la cumbre del Requexón hay que superar un paso aereo, estrecho, no apto para vértigos. Aparte de alguna trepada, la excursión a esta cumbre no reviste más dificultad que el desnivel a salvar por territorio calizo y la distancia a cubrir, de casi 16 kilómetros. M. Ll
Al Requexón, en Picos de Europa: un palco rocoso para otear el Cornión
Picos de Europa

Al Requexón, en Picos de Europa: un palco rocoso para otear el Cornión

Esta ruta se adentra en el macizo occidental del Parque Nacional de los Picos de Europa hasta alcanzar una cumbre -a 2107m- perfecta para mirar el Cornión con vistas de pájaro

Viernes, 21 de julio 2023, 16:30

Una gran alfombra verde, mullida y perpetuamente húmeda, nos hace de puerta de entrada a un territorio que pronto estará dominado por el gris y la roca caliza desordenada. A cada paso, desde las inmediaciones de los lagos de Covadonga, el terreno parece ceñirse, como si se metamorfosease lentamente: de larga pradera empinada a intrincado terreno enrocado; de suave pendiente herbosa, con sendero de tierra marcado, a camino marcado por jitos a través de afilados peñascos, pasos con largas caídas verticales a los lados, canales inclinadas y veredas cerradas de obligada trepada.

Vistas hacia abajo llegando a la base del Requexón, con el lago Ercina destacando en el paisaje M.LL

La meta, una cumbre: por su cara norte se muestra arisca y complicada, pero por otros flancos cambia de postura y es más accesible. La llaman el Requexón y su cabeza levanta por encima de los 2107 metros, mirando sin tregua, interrupción ni desperdicios hacia ese desierto calcáreo -inmenso, intrincado, afilado y bellísimo- que es el Cornión.

Cumbre del Requexón, en medio de un caótico territorio calizo y lleno de agujas cumbreras que impresionan M.LL

Y aunque la excursión que conduce a esta cima no es –precisamente- sencilla, lo cierto es que tampoco puede considerarse complicada: básicamente, discurre por el camino que lleva a Vegarredonda y, desde ahí, se encarama a través de riscos, por canales y colladas, hasta la base misma del Requexón, donde comienza a hacer falta echar mano de las manos para ir trepando (sin pasos técnicos ni necesidad de cuerdas) hasta la cresta y la cumbre.

Eso sí, siempre hay que tener en cuenta que no se pisa un terreno cualquiera: horadado de agujeros, amigo de nieblas repentinas y con pasos entre peñascos que dificultan los avances, puede ser un paraíso o todo un puzzle complicado. Lo mejor, afilar mapas, acumular información, buscar la compañía experta (si se carece de experiencia en el terreno o se albergan dudas), ir bien preparados y provistos o –si no- buscar crestas o lugares más accesibles (que haberlos, hailos) dentro de este mundo pétreo, plagado de vida y contrastes, que son los Picos de Europa

Los largos tramos de mullida pradera verde desaparecen tras dejar atras Vegarredonda, colocando al caminante sobre un terreno gris, desperdigado, anárquico y calizo que domina por doquier M.LL

Descripción de la ruta:

La excursión comienza en Pandecarmen, en un amplio parking al que se llega por una pista de tierra dejando a mano izquierda el lago Enol. Una vez aparcados, comenzamos a andar por el camino que va a Vegarredonda (bien señalado) siguiendo un visible sendero que se adentra en la espesura montuna.

Ruta al Requexón (Macizo del Cornión-Picos de Europa) desde Pandecarmen (Lagos de Covadonga)

  • Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por el mismo trayecto)

  • Dificultad: moderada-Dificil

  • Distancia: 15,6 kilómetros

  • Tiempo aproximado: 6-7 horas

  • Altura máxima: 2170 metros, aproximadamente

  • Desnivel aproximado: 1200 metros

Sin caminar demasiado, enseguida encontramos la zona conocida como Pozu del Alemán, regada por las aguas del río Pomperi y ataviada con un puente por el que hay que cruzar.

Las historias cuentan que este lugar se llama como se llama porque Roberto Frassinelli, afamado alemán que se asentó en Corao en 1854, gustaba de subir a estos lares caminando desde su casa y darse un baño en estas aguas cristalinas.

Tras cruzar el puente, se vuelve a coger un marcado sendero que avanza ahora hasta Vega la Piedra, inconfundible por sus cuidadas cabañas, su aire ganadero y sus peñascos desperdigados por la pradera. Una de las majadas más hermosas y características de este sitio, ubicada a más de 1100metros de altura

Vega la Piedra, bañada de niebla M.LL

Tras dejar atrás la famosa vega, se sigue camino cruzando la vega de Canraso y llegando enseguida a la zona de la Rondiella, otra amplia majada ataviada de cabañas desde la que ya se observa la cumbre buscada: el Requexón asoma en la distancia, mostrando su cara norteña, recortado contra el cielo a mano derecha del avance. Aún quedan muchos pasos para alcanzarlo. Alrededor, sigue predominando el verdor y los aromas a hierba, tierra y humedad, pero ya se intuye la intención del territorio de engullir a quien camina hacia su estómago rocoso y lleno de picas.

La cumbre buscada, el Requexón, ya asoma en el horizonte M.LL

El camino continúa, bien marcado y bien visible. Ganando altura y dirigiéndose ahora hacia la collada Gamonal, lugar bien identificable porque al pisarlo se distinguen en la distancia los dos refugios de Vegarredonda , claros, en medio de una enorme hondonada salpicada de mil rocas hacia la que hay que dirigirse.

Toca alcanzar los refugios, pasando de largo del nuevo y deteniéndonos en el viejo, con forma de pequeña nave espacial y ligeramente más alto: ahí se encuentra una fuente perfecta para recoger provisión de agua y se otea de maravilla el camino, muy pendiente, que toca afrontar en la siguiente etapa de esta ruta y que se escapa a mano izquierda, seseando por una colina inclinada en la que ya domina la caliza

Refugios de Vegarredonda y vistas hacia la Llampa Cimera que toca superar para acercarse al Requexón M.LL

A partir de aquí, dejando los refugios a la espalda, se entra en una zona de fuerte pendiente a la que llaman LLampa Cimera. La mirada se escapa hacia la cresta de los Argaos, lejana en el horizonte: una especie de espina dorsal de dragón, formada por cumbres con tendencia a la forma triangular y a los grisáceos oscuros que acapara la atención en el paisaje.

Atrás, y a cada paso, el refugio empequeñece, haciendo de señal de la cantidad de metros que se van salvando por un terreno lleno de roca, muy inclinado, que ocupa un buen trecho en esta caminata. Mientras, alrededor, las vistas se engrandecen, mostrando muy a lo lejos los Lagos de Covadonga e incluso los confines marítimos del Cantábrico, flanqueados de montes desdibujados por la niebla y las distancias.

Mientras, el sendero de esta Llampa Cimera se sigue sin problemas, bien marcado de pasos y huellas anteriores. Y, enseguida, aparece imponente la característica silueta del Porru Bolu, una peña que hace de enorme jito en medio de esta travesía entornada.

Ya en la parte alta de la Llampa, se encuentra un cruce señalado con un gran jito que nos invita a girar a la derecha, dirección al Collau Les Merines. Hacia la izquierda el camino se desvía rumbo a las veredas que conducen a las Torres Santas pero para llegar al Requexon tomamos el sentido contrario, pasando por debajo del Porru Bolu y dejando sus paredes a la izquierda del andar.

El Porru Bolu, de inconfundible silueta, haciendo de jito en el sendero de acceso a las bases del Requexón M.LL

A medida que se acerca, la cima del Requexón parece aplanarse. Al poco de dejar atrás el Porru Bolu, se llega a la zona conocida como Llanu les Poces y se comienza una nueva ascensión en zigzag que conduce al collau Les Merines. La pendiente ahora es herbosa, muy cercana al Mosquil de Cebolleda, y luce buen sendero por el que seguirla.

Una vez se alcanza el collau, la tendencia de subida es hacia la derecha: se va en busca de un cresteo que nos acercará de manera definitiva a la base del Requexón, por debajo de su cara que mira al este.

Ya en las faldas del pico buscado, empieza la parte más compleja de la ruta. Delante, una gran pared parece cerrar el paso e invita a trepar, salvando distintas terrazas que conducen a la cumbre. No hacen falta cuerdas, pero sí las manos y mucha precaución. Por lo demás, la canal de piedra va mostrando el camino a seguir a través de montículos de jitos dispersos por el terreno vertical.

Los jitos van indicando el camino a seguir en este último tramo, ya muy cerca de la cumbre M.LL

Tras la trepada y la sucesión de terrazas (más fáciles de superar según se va subiendo) se llega a la zona más vistosa y –a la vez- más aérea de la ruta: una repisa estrecha en la pared por la que se desfila en fila de a uno y con mucho cuidado para cruzar al otro lado: un lugar vedado para personas que sufran de vértigos, ya que el paso está bastante expuesto y –aunque no reviste complicaciones, ni es largo ni técnico- tiende a impresionar por la altura y las visiones (hacia abajo y alrededor) que muestra desde su púlpito.

Paso aereo antes de alcanzar la cima del Requexón M.LL

El impresionante paso por el delgado pasillo de roca acaba en una zona con nueva canal entornada, ya casi en la cima misma del Requexón, con preciosas vistas. Los jitos, bien ubicados para mostrar el camino, conducen despacio a los altos, obligando a algunas trepadas más, sencillas, que enseguida depositan al caminante en la alargada cumbre buscada.

El Cantu Cabroneru, Peña Beza y el Tiatordos parecen pequeñas montañas desde este punto. Al frente, las agujas de las cimas calcáreas que hay más allá relucen cercanas, mostrando todo el poderío y belleza que concentra este paisaje intrincado del Cornión de los Picos de Europa. En primer plano, el tercer poyón, la torre de la Canal vaquera y el Cotalba comparten cresta y altura con la cumbre pisada. Al frente, mirando más adentro de este territorio calizo, moles como la Torre de Santa Maria, la de la Horcada, la del Torco o la de Enmedio presumen de altura y bravura, rodeadas de un silencio como de iglesia que convierte la contemplación cumbrera en un instante sacro.

Cumbre del Requexón M.LL
Cantu Cabroneru y Peña Beza desde la cima del Requexón M.LL

El descenso se realiza por el mismo itinerario seguido en la subida, poniendo mucha precaución y atención en la bajada por las zonas de trepada hasta volver a encontrar el Porru Bolu, la llampa cimera y –finalmente- Vegarredonda, donde se coge el sendero marcado que devuelve a Pandecarmen para poner punto final a esta excursión, intensa e inolvidable, por los intestinos del macizo occidental (o Cornión) de los Picos de Europa

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