No puede decirse que esta sea una ruta sencilla por Asturias: avanza durante algo menos de 20 kilómetros de recorrido salvando terrenos de pastores y paisajes kársticos hasta alzarse a más de 1700 metros para mirar, desde palco privilegiado, los tres macizos de Picos ... de Europa. Lo que sí puede afirmarse es que es una excursión inolvidable, extremadamente bella, que discurre pisando tres concejos distintos, acumulando paisaje, historia y buenas sensaciones de montaña.
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Tampoco sería justo afirmar que la ruta al Jascal sea difícil: en realidad, no tiene complicaciones técnicas, más allá de que es larga y que en algunos tramos el terreno irregular, plagado de roca caliza, ralentiza el avance; Además, durante el último tramo (el que lleva a alcanzar la crestería y –luego-la cima del Jascal) la subida se vuelve ligeramente intrincada, salvando repechos de roca sin cesar.
Tipo de ruta: Ida y vuelta
Dificultad: Moderado
Distancia: 17,29 km
Tiempo: 7-8 horas
Desnivel: 728 metros
Sin embargo, el recorrido hasta la Muesca Cordedera (antesala de la crestería) no tiene dificultad técnica ninguna. Y las joyas de esta excursión no son sólo sus vistas (aunque, desde luego, pesan muchísimo) sino su recorrido: desde los primeros pasos, a la orilla misma del Lago Ercina (en Cangas de Onís) hasta adentrarse en la majada mayor del concejo de Onís, en la que se elabora el manjar único del Gamoneu del Puertu. También tiene bosques: hayedos de altura que se sienten respirar. Y roca, mucha roca brillante gris caliza que hace que parezca que se camina por un paisaje lunar, aislado de todo, en el que el silencio vibra distinto.
En definitiva: la excursión al Jascal no es un plan de esos de media jornada que sabe a paseo dominical. Ni mucho menos. Es una ruta de esas que deben planearse y que es mejor hacer con cielos despejados, un día entero por delante, botas cómodas y provisiones energéticas. Pero, más allá de eso, esta ruta es todo un viaje a pie inolvidable por territorios de montaña enraizados a los Picos de Europa y pertenecientes a los concejos de Cangas de Onís, Onís y Cabrales.
Una de las cosas buenas de esta ruta es que no hace falta andar mucho, y hasta ni siquiera hace falta comenzar a andar, para encontrarse en medio de parajes espectaculares, como salidos de cuento. Y para ejemplo, el lugar de partida: justo a la orilla del Lago Ercina, con increíbles vistas hacia Santa María de Enol.
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Desde la zona del Ercina se ve también el Jascal: asoma por el este, justo por encima de una gran loma. Hay que dirigirse hacia ahí, cruzando la vega. Y al llegar a ese punto se hallará una pista ganadera: siguiéndola se pasa por la majada La Llomba para, bastantes pasos después, encontrar la majada Belbín, a más de 1000 metros de altura.
He aquí el lugar donde se elabora un manjar gastronómico sin parangón: el queso de Gamoneu del Puertu. Aquí se ordeña el ganado, tras dejarlo pastar por altos de verdes nutrientes; se mezclan las leches, se separa el cuajo y se preparan las piezas que descansarán, en una oscura cueva mirando al norte, durante largas semanas.
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Este sitio es especial: un valle glaciar plagado de cabañas y adornado con fuente que puede presumir de ser la más grande de las majadas de Onís. Al fondo de ella, un pequeño sendero conduce hasta un cruce de caminos señalizado. Se trata de la Ruta de la Reconquista, un camino de casi 60 kilómetros de longitud que atraviesa parajes de los tres Macizos de Picos. Hay que tomar el rumbo que señala hacia Poncebos, bajando ligeramente hasta recalar en la zona de la Guelga. A partir de ahí, lo siguiente es atravesar un arroyo y coger un pequeño sendero que se escora a mano izquierda y que –combinando zonas de prados con zonas de roca- llevará hasta Brañaredonda.
Brañaredonda es una amplia campera con cabañas en ruinas que, un día, fue un lugar estival sacro para muchas familias. Desde ella, el predomino de la caliza comienza a ser patente: casi se puede ver el paisaje mutar despacio, sin prisa, fundiendo caliza y hierba. Los siguientes pasos consisten en atravesar la majada y, por un sendero marcado, alcanzar Vega Espines, una pequeña majada desde la que se divisa, bien claro al fondo, el Jascal.
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A partir de aquí, y siempre con dirección este, hay que empezar a subir al lado de un hayedo y, tras él, superar una canal amplia que muere en el Collado la Muda,a 1200metros. Desde aquí, el pico buscado está ya muy cerca. De hecho, se ve bien claro en las distancias cortas. Con él como referencia, toca avanzar un trecho llaneando para recalar en otra majada más: Camplengo Viejo.
El lugar resulta sumamente agradable de pisar: una gran campera, verdísima, rodeada de roca caliza. Su nombre, de hecho, hace referencia precisamente a esa característica: es un oasis de verde en medio de las rocas. Desde aquí, mirando al norte, se coge un sendero que baja ligeramente, pasa junto a una fuente y vuelve a enfilar rumbo este en busca del valle, que hay que cruzar para empezar a subir por la Cuesta Coriscada hasta la Muesca la Cordedera, con vistas espectaculares hacia las cimas del Cornión y panorámica imponente hacia el Tiatordos.
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Este puede ser un lugar perfecto para ser declarado cima, ya que las vistas son perfectas y el entorno acogedor, con un deje muy mágico. Además, lo que queda de camino desde aquí hasta el Jascal es la parte más complicada de la ruta.
Si se decide continuar, desde el collado, entre vegetación y volviendo a poner el rumbo en el este, un sendero estrecho sube decidido hacia la zona de piedra, que va ganando protagonismo en el paisaje mientras que el macizo central, el de los Urrieles, comienza a asomar imponente.
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Esta parte del recorrido es, sin duda, la más peliaguda: tras hallar una campa muy cercana a los pies de la alargada peña que es el Jascal, se avanza por una especie de pasillo escarpado. El desnivel a salvar aquí también es importante. Cuando se supera la subida y se encuentre la cumbrera, el caos de roca caliza es ya total y lo que queda es avanzar, unos pocos metros, poniendo todos los ojos y ayudándose de las manos, con pasos lentos, hasta tocar la cima, marcada con una placa y un buzón de cumbres.
Eso sí: sentarse aquí es todo un gusto. Casi como visitar, durante un instante, otro mundo. Muy cercanos, se observan -claros e imponentes- los grandes gigantes del macizo central de los Urrieles, con el Torrecerredo acaparando las atenciones. También se ve perfecto el Cornión, los bellos montes de Ponga, las sierras del Cuera y del Sueve besando el mar…incluso el macizo oriental y muchas de sus grandes cumbres.
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Para regresar, se puede emprender el mismo camino de subida o –una alternativa más larga pero más cómoda- seguir unos jitos que, a pocos metros de la cumbre, muestran un sendero de bajada que enlaza con una campera: al final de ella está la majada Veyuga. Cruzando la vega desde ahí, se regresa a la Muesca de Cordedera para coger el camino de subida. Se sigue por ahí hasta el collado La Muda, donde se abandona el camino para coger un sendero a mano izquierda que lleva a la majada Parres.
Ya en ella, se coge el GR PNPE 202, Ruta de la Reconquista; y por este camino se avanza hasta muy cerca de la majada Belbín en la que, por el camino de subida, se regresa sin problema al lago Ercina y a la Tiese: lugar de partida y sitio en el que despedirse (hasta pronto) de estos paisajes tan únicos.
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