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Para comenzar siendo técnicos, conviene decir que esta ruta (completa) salva un desnivel positivo de más de 1000 metros, recorriendo cerca de 17 kilómetros de enrevesados caminos por nada menos que el Parque Nacional de los Picos de Europa, un territorio de alta montaña, impresionante y algo arisco, por el que conviene moverse con precauciones.
Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por mismo trayecto)
Dificultad: Moderada (hasta el refugio de Vegarredonda fácil)
Distancia aproximada: 15,71 km
Tiempo aproximado: 6-8 horas
Desnivel aproximado: 979 m
Para continuar, cabe también decir que este es uno de esos periplos imprescindibles, casi básicos, para quienes se adentran a conocer el macizo occidental de los Picos de Europa, conocido popularmente como El Cornión: un amasijo de agujas cumbreras impresionantes en las que el pico Cotalba es una de las más accesibles. Aprovechando ese hecho y que al Cotalba se accede por las camperas de Ordiales, esta ruta se sube a esa cumbre alargando un trecho la clásica ruta al Mirador de Ordiales, increíble balconada colgada de la gris piedra en la que descansan los restos de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa.
Dicho todo ello lo más importante para realizar esta excursión es tener en cuenta que esto son los Picos de Europa, terreno complicado -incluso con condiciones favorables- que hay que pisar con tiento; si quien camina no tiene experiencia, mejor llegar sólo hasta Vegarredonda, un destino que ya conlleva un bellísimo paseo por el Cornión y que reposa –ataviado de refugio- a 1500 metros de altura en un ubicación privilegiada.
Otra opción es coronar sólo el Mirador de Ordiales, ampliando bastante las vistas subiendo 250 metros por encima de la vega mencionada y andando por una zona mucho más transitada por excursionistas. Para ascender al Cotalba, mucha precaución, o mucho mejor con un guía: aunque no es difícil coronarlo supone hacer una ligera trepada. Eso sí, una vez arriba se olvidan los vericuetos: la recompensa es la visión cercana y escalonada de las cumbres más enormes y afiladas de Asturias. Un mirador de órdago y privilegio para observar con placer extenso toda la belleza pétrea que engalana Picos de Europa.
Primer destino de esta ruta: Vegarredonda. La última majada de la vertiente norte del macizo de las Peñas Santas, situada a casi 1500 metros. Vegarredonda fue desde siempre hogar de familias de pastores y, después, un lugar base para poder ascender –sobre todo en los inviernos- las cumbres más señeras de este terreno: lleva dotada de refugio nada menos que desde 1924. El refugio actual, amplio y lleno de comodidades, se construyó en los años 80.
El paseo hasta Vegarredonda es bello, bastante sencillo, lleno de contrastes paisajísticos y de muy buenas vistas hacia las cumbres más santificadas por estos lares. Comienza un poco más allá de los Lagos de Covadonga, en el parking de Pandecarmen, siguiendo las indicaciones del PR-PNPE 5 que primero pasa por la Vega´l Huertu y luego por la zona conocida como Pozu´l Alemán, en la que se cruza por puente de piedra el río Pomperi para comenzar a subir en zigzag y entre hayas hasta la cercana Vega la Piedra, así llamada por las muchas rocas (una de ellas gigante) que ocupan esta guapa campera.
Dejando atrás esta Vega, se sigue en ascenso con ligero zigzagueo hasta encontrar enseguida el Collado La Prida, a 1215 metros, que da paso a la amplia y llana Vega de Canraso, majestuosa, cubierta de un pasto que es oro puro de Asturias y perfecto observatorio de las principales peñas de este sector del Cornión.
Cruzando la preciosísima vega, se avanza ahora virando ligeramente hacia la izquierda para comenzar una suave subida por un buen camino marcado con jitos. Paulatinamente, la pendiente se va endureciendo, superando un tramo de zetas antes de conquistar una nueva majada de pastores: La Rondiella. De este lugar se dice que (allá por los años 40) fue casi un pueblo de verano: tal era la cantidad de familias que subían desde el valle a majar a ella. Un lugar lleno de magia que observa muy cercana, espectacular y enorme, a la Santa María de Enol mientras que –al otro lado- ejerce de balcón cimero sobre los mares de nubes.
A partir de este punto, la piedra gana terreno a los verdes y el avance es de otra manera, algo más lento. Superada ya la zona de la Redondiella, toca afrontar otro pequeño tramo de subida más para llegar al Collado La Gamonal al cabo de unos 10-15 minutos. Desde este punto ya se ve claro el Cotalba, bien cerca y a mano derecha. Pero no sólo a él: todo alrededor se convierte en visiones de majestuosos picos enormes y profundas canales, como estrías marcadas en las rocas; en muy pocos pasos entramos de lleno en los altos de Picos y todo alrededor parece un paisaje de otro planeta.
Sólo unos pocos pasos a través del terreno que comporta la Gamonal sirven para vislumbrar, bien claro, el refugio de Vegarredonda, plantado en el centro mismo de un cúmulo de enormes piedras y custodiado, a la espalda, por las cumbres más icónicas de estos lares. Llegar hasta ahí, desde donde estamos, supone una marcha agradable de unos diez minutos como máximo
Alcanzada Vegarredonda, toca marcar el segundo destino en la ruta de este día: el Mirador de Ordiales, un balcón de excepción en estas rocas que mira desde la verticalidad impoluta el valle de Angón. La ruta hasta este lugar, un clásico de estas montañas, es altamente conocida por ser este Mirador el lugar de reposo eterno de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, principal impulsor del Parque Nacional y primero en coronar (junto al Cainejo) la cima del Pico Urriellu.
Lo cierto es que Pedro Pidal era un enamorado del llamado Mirador de Ordiales y pidió expresamente ser enterrado en él, para mirar eternamente el paisaje que desde allí se vislumbra. Algo tendrán pues las vistas desde este alto. Para coronarlo, hay que bordear el refugio de Vegarredonda por detrás y seguir las indicaciones oportunas, que llevan a una subida en zigzag por estrecha Canal De Cuenye Cerrada.
La estrecha y empinada canal de piedra culmina en una collada en la que el terreno se vuelve un poco más suave y continua avanzando: primero pasa por la zona conocida como Campos La Torga y luego alcanza las camperas de Ordiales, pasando junto al refugio de Icona antes de terminar el recorrido en el Mirador de Ordiales, balcón calcáreo que se asoma a panorámicas estupendas: el valle de Angón y el río Dobra, el Cantu Cabroneru, los bellos montes de Ponga…mirar desde aquí el valle es un placer y un privilegio. Normal que el Marqués quisiera disfrutarlo eternamente.
Una vez disfrutado el Mirador, toca decidir el siguiente rumbo: la ruta puede concluir aquí, volviendo sobre los pasos a Vegarredonda y, de ahí, hasta Pandecarmen por el recorrido ya andado. O puede avanzar un trecho más y engolarse algo más arriba, buscando coronar el Cotalba y amplificar visiones.
Para alcanzar el Cotalba hay que regresar a la zona del refugio de Icona y allí coger a mano derecha un camino que se mete en una canal, marcada con numerosos jitos. Tras un trecho, el camino transita por una zona a modo pasadizo, entre rocas enormes, que desemboca en una zona amurallada.
Siguiendo el reguero de jitos que va a la derecha, se avanza un poco más para alcanzar ahora una zona que parece un callejón sin salida: hay que trepar, unos pocos metros, superando el pequeño obstáculo para dar con un espacio abierto y una pequeña pendiente que rápidamente conduce a la cima del Cotalba, a 2026 metros de altura, con preciosas vistas y amplísimas vistas hacia todos los costados: tanto hacia la zona del mar, con el Sueve reinando en sus orillas, como hacia la zona más pétrea, con los grandes colosos de este macizo bien cerca, en visión escalonada y privilegiada.
Para regresar, aunque entre las dos cumbres haya una canal por la que puede bajarse, no se recomienda: hay mucha piedra suelta y es fácil resbalar o provocar desprendimientos durante una bajada de más de 100 metros con algunos destrepes. Lo más seguro, pues, es regresar por camino conocido, descolgándose del Cotalba por el trayecto de subida, volviendo a la zona de los Campos La Torga y regresando por sendero marcado primero a Vegarredonda y, después, a Pandecarmen, lugar en el que se cierra este guapo periplo por el macizo occidental de Picos de Europa.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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