Un camino medieval para conocer Banduxu y un pico (Vialar) para otearlo desde arriba

El destino de esta ruta tiene un nombre: Banduxu. Una aldea medieval detenida en el tiempo que se alza sobre una loma, rodeada de montañas escarpadas y frondosos verdores. El objetivo es conocerla, alcanzarla caminando por su camino viejo y luego pasearla, deteniéndose en sus rincones antes de subir a sus altos para otearla a vista de pájaro; en definitiva, que el objetivo de esta ruta es conocer -desde todos los ángulos- esa joya llena de memoria y bellezas a la que llaman Banduxu.

El camino para andar (unos 10 kilómetros en total, con unos 600 metros de desnivel positivo) no le anda a la zaga a la aldea: parte de la senda del Oso y se bifurca, cogiendo la traza de una senda medieval empedrada que –hasta bien entrado el siglo XX- fue la única vía de comunicación de los vecinos de Banduxu.

Para sumar aún más, el paisaje que rodea el paseo no puede ser más bucólico: con bosque, aguas cristalinas, calzada romana, puentes de madera, pequeñas cascadas, pozas, recodos por la espesura, molinos, lugares con leyenda, miradores de roca… todo ello en un entorno muy cercano a un valle osero y todo ello envuelto en una luz y una magia natural muy puras, de las que fascinan en cada paso.

Además, la historia del lugar lo adorna aun con más magia: un camino serpenteante y ascendente de piedra que fue el único de acceso al pueblo hasta hace bien poco, cuando ya el asfalto estaba bien extendido. Eso, así como no contar con luz ni agua caliente hasta los años 80, convirtió a Banduxu en un lugar remoto, bellísimo y como pausado en el tiempo, en el que se conservó magistralmente un conjunto arquitectónico medieval que es el alma de esta aldea, declarada en 2009 Bien de Interés Cultural.

Pero esta caminata no se detiene en Banduxu sino que serpentea algo más, bosque arriba, para encontrar una collada y, en ella, una peña: es el pico Vialar, un mirador de lujo y fácil acceso desde el que divisar, con perspectiva de águila, una aldea medieval de piedra que –en tiempos lejanos- fue un fortín y puerta de acceso a estos valles y hoy es uno de esos tesoros únicos de la etnografía asturiana.

Una ruta apta para toda la familia, accesible y bien señalizada que –con muchísimos encantos y en subida agradable- lleva a conocer un pueblo aislado de mucha importancia histórica que durante años y años resistió sin las comodidades del progreso y se mantuvo en pie, bello y pétreo, a pesar de las dificultades. Una de esas muestras (de postal) de porqué a Asturias la llaman «paraíso».

Se empieza a caminar por carretera, a la altura del segundo cruce con la Senda del Oso, en dirección Teverga, a 2 kilómetros de Caranga de Abajo. Desde ahí, a través de una pasarela, se coge la traza de la famosa senda del Oso (hay que ir a mano derecha) andando por ella unos metros hasta encontrar el cartel de la senda medieval de Banduxu.

El sendero, empedrado y ancho, se mete directo a zona de bosque y avanza en ascenso a la vera del arroyo de Banduxu (también llamado Valmoro): este trayecto es una auténtica delicia repleta de tranquilidad, luz pausada y vegetación autóctona que va internándose en la espesura mientras asciende lentamente.

Al principio de la senda se cruza un pequeño puente y se avanza a la sombra de robledales y castaños. Luego, el camino pasa por una cueva y antes de completar el kilómetro de caminata vuelve a cruzar el río, situándose a mano derecha del mismo antes de empezar la parte más empinada del circuito. Son unos 200 metros de subida constante que se completan de manera agradable gracias al precioso ambiente que rodea la subida.

Tras el esfuerzo, el sendero regala un pequeño trecho llaneando antes de comenzar a subir de nuevo, de manera más ligera, perdiéndose ahora entre saltos de agua y recodos boscosos mientras juega a dibujar revueltas constantes y a obsequiar con rincones que parecen sacados de una fábula o leyenda: con pequeñas pozas de agua cristalina y humedad brillante poniendo banda sonora y brillo a lo que queda de ascenso.

Después, no hay que andar mucho más para vislumbrar Banduxu en la distancia, con su porte de importancia, sabiduría y aldea encantada. Enseguida, la senda empedrada culmina en la carretera de acceso al pueblo (de hormigón y amplia). En el paisaje verde y montañoso destacan sus cuidados edificios viejos, conjugados en armonía con hórreos, cuadras, paneras y casas de corredores soleados.

Entretenerse dando un paseo calmado es algo casi obligado: el pueblo se divide en varios barrios conectados por cuidadas y estrechas calles acogedoras. Uno de los primeros caminos lleva a la Iglesia de Santa María, que data del siglo XII y está erigida sobre el lugar en el que se alzaba una iglesia románica del siglo X. Las vistas al valle, al pueblo y a los montes son privilegiadas desde este punto.

Unos metros más allá de la iglesia está el cementerio: un pequeño camposanto comunal con una veintena de tumbas que no tienen dueños. Cuando alguien del pueblo muere, ocupa la tumba de la persona que más tiempo lleve enterrada. Y el día de los difuntos, como antiguamente se hacía, las mujeres del sitio recubren las tumbas de pétalos y tierra fresca, honrando la memoria de todos los que aquí yacen.

Unos metros más abajo del cementerio se encuentra la casona conocida como «El Palacio» y, junto a ella, la impresionante torre de Banduxu, un monumento medieval extraordinariamente conservado que en su día fue ayuntamiento y también cárcel del concejo.

Se trata de una torre defensiva de origen bajo medieval, con planta circular y cuatro alturas, que es uno de los edificios medievales mejor conservados de todo el Principado de Asturias

Tras la visita a este monumento, lo ideal es tomar las calles para deleitarse con los antiquísimos hórreos, las cuidadas edificaciones llenas de detalles, las cuadras, los muros, las vistas que rodean el sitio… Otro punto guapo de conocer es la zona del lavadero, pegado al molino: como hasta los años 80 no había agua caliente, este lugar fue «centro social» de la aldea durante muchísimo tiempo y sigue siendo un sitio especial, bien cuidado y de mucha importancia para los vecinos.

Después del rodeo al pueblo, para alzarse y mirarlo a vista de pájaro toca caminar de nuevo a su parte más baja de nuevo para tomar una pista que se adentra en el bosque decidida: por ella se sube sin problemas hasta los pies de una cumbre. Hay un cartel indicativo en la collada y, tomando esa dirección, el sendero se introduce ahora en una canal de roca equipada con una cuerda fija que ayuda a terminar de subir hasta el pico Vialar, alto sobre Banduxu que permite sentarse a mirar con privilegio

Una vez colmada la mirada y culminado el descanso que acompaña siempre el llegar a una cumbre, se vuelve a descender con ayuda de la cuerda para llegar de nuevo a la pista y girar a la izquierda: toca subir un trecho para alcanzar la zona del collado del robledal, en el que ya se empieza a descender definitivamente por una pista forestal. Por ella se llega hasta una Estación de residuos para allí salir a la carretera y (un kilómetro aproximado después) alcanzar el punto de partida y finalizar esta preciosa ruta.

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